«México tiene una de las poblaciones indígenas más altas. ¿Sería así si el Imperio español los hubiese exterminado?»
El pasado año se celebraron las jornadas internacionales 'Cómo acabar de una vez por todas con el mestizaje', donde analizaron Madrid las sinergias históricas del mundo Hispanoamericano
«México o Perú tienen unas de las poblaciones indígenas más altas de la actualidad. ¿Sería así si España hubiera acabado con todos ellos?», preguntaba el profesor de la Pontificia Universidad Javeriana, Germán Mejía. Su máxima, y es la misma que sostuvieron el resto de ... ponentes del seminario 'Cómo acabar de una vez por todas con el mestizaje', que tuvo lugar en 2024 y que recuperamos por su interés, es que el de la Monarquía Hispánica fue un imperio que fusionó culturas y forjó sinergias.
Ramiro Villapadierna está de acuerdo. El responsable de la Oficina del Español del Gobierno de Madrid, la institución impulsora del evento, explicó a ABC que se cometió el error de comprar la «hamburguesa que nos ha vendido Estados Unidos». En este caso, una podrida: la de la descolonización. Esa idea absurda, y puesta «de moda» por algunos políticos, de que «nuestro país debe devolver sus fondos a América» y pedir perdón por vaya usted a saber qué.
Crisol de culturas
«Una de las máximas que defendemos es que el mestizaje hizo posible la existencia y la preservación de la Monarquía Hispánica, que también era barroca», explicaba a este diario Manuel Lucena, el director de la Cátedra del Español y la Hispanidad de las Universidades de la Comunidad de Madrid, la segunda institución que colabora en el evento. Y añadía que debemos huir de la descolonización, «una relación patológica, neurótica y lesiva para nuestra autoestima», y entender que somos «herederos de aquella primera globalización» que derivó en una fusión de culturas.
Tocaba ya arremeter contra las mentiras, diantre, porque han permeado desde hace décadas a ambos lados del Atlántico. Y lo han hecho, en palabras de Lucena, armadas «por unos nacionalismos hispanoamericanos formulados en el siglo XIX de manera hostil a la tradición española y al catolicismo». Para todos ellos, la Monarquía Hispánica fue el enemigo común al que atizar con un objetivo claro: forjar una identidad que obviara el pasado común. «La primera ponencia, a cargo de Miguel Saralegui, profesor de la Universidad de San Sebastián (Chile), estudiará este tema», añadió.
Lo más triste, según apuntó Villapadierna, es que la idea cuajó y germinó: «Durante siglo y medio, a un argentino le enseñaron que debía desmestizarse, y ahora, cuando muchos han emigrado a Madrid, se han dado cuenta de que esa fusión entre culturas existe y existía».
Lucena insistió en que los expertos que han llegado desde diferentes países -Chile, Uruguay, México, Colombia, Venezuela, Perú, Argentina, Nicaragua y la misma España- demostrarán el porqué debería terminar la era de los desencuentros: «Frente a ellos, hay una larguísima lista de encuentros y de interacciones culturales hispanas».
En este sentido, está convencido de que esa unión «es la caja de herramientas que debemos usar para construir el mejor futuro para todos». La clave, dice, es que «existen otras muchas alternativas a una descolonización» que nos ha venido impuesta desde el extranjero. La principal: esa integración que ya se vivió a partir del XVI y que alumbró nuestra sociedad actual. «Somos el resultado del mestizaje. ¿Cómo descolonizas el gazpacho, que se hace con el tomate que llegó de América? ¿Cómo se descoloniza el bolero?», explicó Villapadierna.
Simbiosis
Al final, España e Hispanoamérica se crearon a base de simbiosis, y uno de los ejemplos de ello correrá a cargo de Germán Mejía. El profesor impartió la conferencia 'Construcción y expolio: la ciudad indiana y global'. En ella, está la idea de que las urbes levantadas a partir del siglo XVI en el Nuevo Mundo fueron el resultado de la fusión de ambas culturas. «Los expertos siempre han discutido sobre si fueron un trasplante de las que se hallaban en España, o cien por ciento americanas. Ni una cosa ni la otra. Eran mestizas: provenían de una tradición muy larga de ciudades europeas fundadas en la península ibérica, pero adaptadas a un medio y a unas condiciones diferentes», sostiene. A su vez, incide en que no fueron solo un «lugar físico», sino un enclave en el que se asentaban las instituciones municipales y las autoridades locales.
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