La conjura contra Isaac Peral: el revolucionario submarino que Inglaterra no quería en los mares
La nave superó las pruebas técnicas, incluso disparó torpedos, pero las autoridades desecharon el invento en una red de intereses que implicó al comerciante de armas internacional Basil Zaharoff
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Iniciar sesiónLa ingeniería naval española ha fiado sus mejores cartas al submarino S-81, de 81 metros de eslora (más alto que la Torre de Pisa), que estos días encara sus últimas pruebas en el mar antes de ser completamente operativ. Tras un sinfín de retrasos, ... el éxito del sumergible puede devolver a la industria patria al grupo de naciones punteras en el sector, justo el lugar donde un científico y marino llamado Isaac Peral y Caballero colocó a la Armada cuando esta tecnología estaba en ciernes.
A finales del siglo XIX y principios del XX, mientras algunos se dedicaban a gritar aquello de «¡qué inventen otros!», una generación de brillantes científicos e inventores españoles trataban de abrirse camino con sus innovaciones, convenciendo a sus compatriotas y a los extranjeros de que la nación de Cervantes también sabía hacer ciencia. Isaac Peral (Cartagena, 1 de junio de 1851-Berlín, 22 de mayo de 1895) fue un miembro destacado de este grupo de inventores contra viento y marea en el que se puede incluir a De la Cierva, Torres Quevedo, Alejandro Goicoechea, Ramón Silvestre Verea, Herrera Linares o Mónico Sánchez.
Inventamos nosotros
El nacido en Cartagena inventó el primer submarino como tal, capaz de sumergirse completamente y moverse utilizando energía eléctrica. «Hay que decir claramente que es la primera nave que navegó en inmersión. Antes de eso no había nada, pues lo que se suele poner como ejemplo anterior de submarino, el confederado H. L. Hunley , era un monitor, que es una clase de barco que siempre está a flote», apunta Javier Sanmateo Isaac Peral, bisnieto del inventor y autor de 'El submarino Peral. De la gloria a la traición' (Mandala ediciones).
Según José de Echegaray , que era el matemático más eminente del país, el submarino era «el más completo y complejo invento hasta la fecha». No solamente por la propulsión, sino porque contaba con periscopio, un sistema de regeneración de aire, uno para calcular la distancia en inmersión sin tener referentes externos y una serie de elementos que luego se han mantenido en todos los submarinos. El buque medía 22 metros de eslora, 2,76 de puntal, 2,87 de manga y desplazaba 77 toneladas en superficie y 85 en inmersión. Podía resistir 30 metros de profundidad.
La propulsión se obtenía de dos motores eléctricos de 30 caballos cada uno (60 cv en total) que Peral desarrolló para la ocasión. Para comprender cuánto se adelantó a sus competidores, basta recordar que los automóviles de Daimler y Benz, de 1886, utilizaban dos motores de 1,5 cv y 1, respectivamente, mientras que Siemens y Edison habían creado motores que no llegaban a los 8 cv.
Isaac Peral se formó en la Escuela de Ampliación de Estudios de la Marina, donde había un nivel técnico muy alto y su dirección estaba en manos de una persona de prestigio internacional, Cecilio Pujazón , aunque su genio fue algo excepcional incluso dentro de «un grupo de élite científico como siempre fue la Armada», en palabras de Javier Sanmateo.
El prototipo de Peral superó las pruebas técnicas, incluso disparó torpedos, pero las autoridades desecharon el invento por razones difíciles de comprender. «Hay una conspiración contra él a nivel político y de algunos mandos de la Armada que estuvo muy influida por los intereses de Inglaterra, que llevó a cabo en esas fechas una intensa campaña contra los submarinos. Gran parte de los enemigos de Peral acabarían trabajando para industrias británicas o ya lo estaban haciendo en ese momento», señala el autor de 'El submarino Peral. De la gloria a la traición' (Mandala ediciones) con pruebas documentales en la mano.
Los intereses más oscuros
Frente al mito de que fue el cainismo español y las envidias lo que frustraraon el proyecto, la realidad es más compleja e involucra a una nube de intereses con nombres tan oscuros como el del comerciante de armas Basil Zaharoff , apodado 'el mercader de la muerte'. «Este señor ya intentó comprar el invento cuando Peral estaba en Londres desarrollando algunos de los elementos del submarino. Su interés no desistió. Parece que José María Beránger, ministro de Marina en múltiples ocasiones, mantuvo informado en todo momento a través de su secretario y mano derecha a este comerciante de armas sobre los avances del proyecto», narra Javier Sanmateo sobre una lucha por el futuro de la construcción naval en España que finalmente benefició a Zaharoff, quien, a través de filiales, dirigiría el grueso de las producciones desde Londres. Peral era un obstáculo en sus planes...
Si España ha tenido siempre una de las mejores industrias eléctricas de Europa y del mundo ha sido, en parte, gracias a Peral, que creó una fábrica de baterías pionera.
Parte de los oficiales de la Armada respaldaron a Peral y también la regente María Cristina, aunque en su caso la protección remitió frente al afán de Otto von Bismark por saber que aquel proyecto no iba a suponer una amenaza a la incipiente potencia naval de Alemania. Inglaterra arrancó una promesa similar a Cánovas y Sagasta, y el proyecto se traspapeló... «El submarino fue sometido a dos informes. El del informe de la junta técnica, que fue favorable y recomendaba continuar el proyecto; y otro realizado posteriormente por un consejo superior de la Marina, creado ad hoc, que emitió un informe negativo donde incluso se acusaba de mentir y de fraude a Peral. Aquello fue un acto de prevaricación muy claro del ministro», considera su descendiente.
Peral estaba en disposición de ponerse a fabricar medio centenar de estos submarinos para repartirlos por los puertos de España, pero los palos en las ruedas fueron ya demasiados. Tras retirarse de la Marina airado, Peral se dedicó a restablecer su prestigio dañado y a desarrollar su carrera en la industria civil. Si España ha tenido siempre una de las mejores industrias eléctricas de Europa y del mundo ha sido, en parte, gracias a Peral, que creó una fábrica de baterías pioneras que luego copiaría la belga Tudor .
En cinco años a Peral le dio tiempo a levantar una industria competitiva y a patentar cosas en EE.UU. y por todo el mundo. Solo el tiempo le impidió llevar más lejos sus planes. Justo cuando estaba llevando a cabo las pruebas de su submarino le fue detectado un cáncer de piel que, como tardó en tratarse, terminó por matarle lentamente. Moriría en Berlín, a los 43 años, a consecuencia de la enésima operación al que fue sometido debido a una infección.
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