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Un viejo coche aparcado en un corral, único hogar para Nicolai

P. G. R.ÁVILA. Vecinos también de San Pedro del Arroyo, el joven matrimonio polaco que hasta el viernes había acogido en su casa a Nicolai, vivieron muy diferente el secuestro protagonizado por su

Vecinos también de San Pedro del Arroyo, el joven matrimonio polaco que hasta el viernes había acogido en su casa a Nicolai, vivieron muy diferente el secuestro protagonizado por su inquilino. «No imaginábamos que iba a pasar esto», aseguraban ayer entristecidos, y aún conmocionados, «era un hombre normal, y no sabemos ni nos explicamos por qué ha hecho esto».

Ellos cedieron al joven rumano un vehículo aparcado en su patio para dormir, a falta de poder proporcionarle más ayudas. Un corral por el que ayer seguían correteando las gallinas ajenas al revuelo y que está adosado a su vivienda, una pequeña y sencilla casita de una sola planta situada al final de la calle Alberto Gonzalo Hernández, justo enfrente del bar donde Nicolai retuvo a sus propietarios durante siete horas.

Según explicó la mujer de origen polaco Nicolai llegó a San Pedro del Arroyo procedente de Ávila. Allí había vivido con unos amigos, y por motivos que la pareja desconoce, «se quedó sin casa y sin trabajo, y no tenía dónde vivir». Apareció sin más en San Pedro del Arroyo, donde deambulaba por las calles, «durmiendo incluso debajo de los puentes». La joven asegura que les dio «pena». «El es inmigrante como nosotros, nos daba lástima y lo trajimos a casa unos días». Pero su situación tampoco les permitía hacerse cargo de Nicolai. «Tenemos una niña», explica, «y aunque le hemos dado comida cuando podíamos y le tuvimos en casa, no podíamos acogerlo todo el tiempo». Por eso, Nicolai volvió a deambular por San Pedro del Arroyo y a dormir y buscar cobijo en la calle. Finalmente, el matrimonio polaco le ofreció pasar las noches en el coche que guardan en su patio-gallinero, lo único que podían prestarle.

Según el polaco, Nicolai tenía trabajo. Él mismo se lo había buscado, ya que le empleaba cuando podía e intentaba encontrarle un puesto. «Él trabajaba en el hormigón». aseveró, pero «necesitaba el dinero para pagar la hipoteca en su país» y «ganaba poco, por lo que estaba desesperado por no poder mandar el dinero». Pero tampoco ahorraba. Nicolai gastaba buena parte de sus ingresos en el bar, «no sé si en la bebida o en las máquinas tragaperras».

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