2005, un año de incertidumbres
ES ACONSEJABLE afrontar los problemas con serenidad y de uno en uno, incluso cuando se amontonan sobre la mesa en un nuevo año que apenas ha iniciado su andadura. Hace menos de 72 horas, España tenía por delante un arriesgado referéndum sobre la Constitución europea, un par de elecciones autonómicas -nada rutinarias- y la reforma de varios estatutos, que despertaban recelos en muchos sectores. Había, además, una agenda menor, pero estridente, de pequeños conflictos en muchas áreas, que se sumaban a retos sociales de mayor envergadura. Ahora, la aprobación del Plan Ibarretxe a última hora de la tarde del jueves, con la ayuda inestimable de un grupo fuera de la ley -la remozada Batasuna, hoy Sozialista Abertzaleak- ha teñido ese paisaje, ya suficientemente complicado, de un tono más sombrío.
El presidente Rodríguez Zapatero va a necesitar algo más que buenas palabras para apagar el incendio que arranca en el País Vasco, y que, inevitablemente, influirá en las actitudes de sus socios catalanes, puestos también en fila de unas reinvidicaciones que pueden ser todavía más broncas. Absorta en sus problemas, España tal vez no esté en condiciones de mirar demasiado al exterior, aunque «ahí fuera» van a pasar muchas cosas. Están todavía las terribles imágenes del sudeste asiático, que heredamos del 2004. Y siguen, por citar otros ejemplos, la crisis de crecimiento en la UE o las elecciones en Irak y Palestina.
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