De yerno perfecto a cuñado de España: el descenso a los infiernos de Iker Casillas

Uno de los ejemplos más notables de la conocida como edad de oro del deporte español, el que fuera capitán del Real Madrid y de la selección española de las dos Eurocopas -2008 y 2012- y el Mundial -2010- ha acabado siendo una caricatura de sí mismo. Su salida del club blanco, que comenzó con su pulso con José Mourinho y acabó con su marcha por la puerta de atrás al Oporto en 2015, fue el inicio de una caída en términos de imagen pública.

Nadie se imaginaba que Casillas, el del beso a Sara Carbonero -la que luego fue su esposa desde 2016 hasta que se divorciaron en 2021- que unió a toda la afición, acabaría relacionándose con exmodelos como María José Suárez o con la citada Claudia Bavel, desconocida fuera de los círculos de Onlyfans y las producciones audiovisuales para adultos.

Una de las grandes virtudes por las que siempre destacó Iker Casillas en el campo fueron sus reflejos. Bajo palos era prácticamente imbatible en su momento álgido, pero poco a poco fue acusado de falta de profesionalidad en los entrenamientos, que acabó provocando que Mourinho le sentara en favor de Diego López. Los años más duros del 'mourinhismo' se cobraron el aura idílica y su matrimonio con la afición y, ya con Ancelotti, en 2015 se marchó al Oporto, donde recuperó la ilusión y acabó siendo de nuevo un referente.

Fue con el fin de su carrera deportiva cuando los vaivenes personales le empiezan a pasar factura. El infarto que sufrió el 1 de mayo de 2019 le obligó a colgar los guantes de manera abrupta y le situó en tierra de nadie. Se unió inicialmente al cuerpo técnico del Oporto, pero confirmada su retirada definitiva, empezó a deambular sin saber bien dónde aterrizar.

Pese a su abrupta salida del Real Madrid (club que le despidió con una rueda de prensa sin presencia de autoridades y en la que acabó llorando a mares ante los periodistas), fue el propio club blanco el que le acogió, dándole un cargo institucional sin prácticamente atribuciones (adjunto al director general de su Fundación). Por entonces, ya tenía dos hijos con Sara Carbonero y parecía que su matrimonio era perfecto, aunque de nuevo la adversidad les golpeó.

El cáncer de ovario y posterior tratamiento a la periodista destaparon que la relación no era tan perfecta como parecía. Los rumores de crisis ya sonaban con fuerza en ese 2021, hasta su divorcio definitivo apenas meses después del ingreso hospitalario de Carbonero.

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Las decisiones que tomó Iker Casillas en su vuelta a Madrid también le han colocado en una situación incómoda. Asociarse con Ibai Llanos y Gerard Piqué en el proyecto de la Kings League parecía, inicialmente, una idea más que correcta, habida cuenta de que quería volver a ser un ídolo entre los más jóvenes.

Coincidiendo con la llegada de los 40 años, al exportero le empezaron a llover críticas y mofas al respecto. Desde el propio plató de la Kings League, sus socios se burlaban de él y, con el altavoz propio que llevan, los fans. De ser un exfutbolista digno de elogio a provocar carcajadas por su fama -merecida y confirmada por él mismo y sus excompañeros- de tacaño, su implante de pelo o por sus problemas para entender la tecnología, Casillas acabó aceptando su rol de chiste recurrente entre los streamers y youtubers.

Piqué, buen amigo de Casillas y ahora mismo socio en este y en otros proyectos empresariales, también ha fomentado esta caricaturización del portero. La frontera entre la broma aceptada y la burla se difumina notablemente entre el exbarcelonista y el exmadridista.

Más allá de sus decisiones personales o profesionales, sus relaciones personales o su caída en desgracia en términos de reputación pública, lo cierto es que Casillas nunca comerció con su vida personal ni entró en el juego mediático en el que ahora mismo se ve envuelto. Haber sido un ídolo y conocido por toda España no es una puerta abierta a que su vida se escudriñe y juzgue, ha sentenciado el exportero.