El tormentoso divorcio de Elena Tablada y Javier Ungría: detectives y la custodia de su hija

«Después de seis años de una preciosa relación y a pesar de que ninguna es un camino de rosas, hemos decidido dar un parón para así poder respirar y ver en qué consiste realmente la felicidad», comenzó. También deslizó que «quien me conoce sabe que mis hijas son lo más importante que tengo en mi vida, y si me veo en la posición de ponerlas en una balanza, siempre pesarán más ellas». Y para acallar los rumores de que habían terminado en malos términos, explicó que «el amor y el respeto entre nosotros es profundo y latente, y creó un ser maravilloso por el cual estaremos unidos siempre». No obstante, un año después, la relación entre ellos atraviesa su peor momento.

Ni se reconciliaron ni hay, en la actualidad, buena sintonía entre ellos. Prueba de ello son los continuos cruces de acusaciones que han protagonizado frente a los micrófonos. También en sus redes sociales, donde Tablada llegó a espetar «qué caro se paga no elegir bien a una persona». Todo estalló cuando trascendió que estaban inmersos en una batalla legal por la custodia de su hija Camila. La ex de David Bisbal mostró su deseo, en 'Y ahora Sonsoles', de que la menor creciera al lado de Ella, su primogénita, nacida fruto de su relación con el artista almeriense: «Quiero que mis niñas se críen juntas y con valores. Así llevo haciéndolo desde hace 13 años que me convertí en mamá». «Pelear o batallar son palabras muy feas. Yo lo único que quiero es lo mejor para mis niñas y por eso me entrego tanto en cuidarlas y protegerlas», añadió.

Estas palabras propiciaron que Ungría alzase su voz para explicar que «cada uno lucha por lo suyo» y que no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer en lo que concierne a Camila: «Yo peleo por mi hija». Además, confesó que confía plenamente en la justicia y que nunca dejará de batallar por el bienestar de su descendiente. Desde entonces, no ha habido avances en la negociación y se verán las caras en los tribunales. Una complicada situación a la que Elena Tablada no quería llegar. «No me gustaría terminar en los juzgados precisamente por nuestra niña, pero confío en Dios y espero que todo lo que nos pase sea por el bien de ella», expresó, hace tres meses, en conversación con este periódico.

Ambos buscan dejar atrás, con sentencia en mano, unos agónicos meses en los que ha imperado la incertidumbre y los enfrentamientos. No obstante, pese a que todo estaba previsto para que la celebración del juicio se llevase a cabo el pasado 14 de junio, la cita tuvo que posponerse por ausencia de jueces. Así mismo, tendrán que esperar hasta el 15 de diciembre, la nueva fecha, para solventar esta situación. Todo esto mientras se recrudece su relación. Tablada, asidua a compartir reflexiones que reflejan su estado anímico, compartió, hace dos semanas, una frase en la que dejaba entrever que estaba molesta con las dificultades con las que se topa cada vez que Ungría tiene que hacerle entrega de Camila: «Por fin, después de tantos inconvenientes innecesarios, las tengo juntitas -sus dos hijas-».

Cuando se cumple un año del anuncio de su ruptura, siguen trascendiendo informaciones desconocidas hasta el momento. Hace unos días, la diseñadora de joyas admitió, en boca de la periodista Almudena del Pozo, haber recurrido a la contratación de un detective. Sin embargo, quiso aclarar que no fue durante su matrimonio y que tampoco tenía que ver con presuntas infidelidades -el motivo que más fuerza cobró hasta su desmentido-. Tablada explicó que era para recabar datos de índole económico. Pruebas que podrían ser de vital importancia en este tormentoso proceso de divorcio del que siguen publicándose datos a la espera de una resolución final.