>«Yo veía rarezas en ella, había perdido el interés, no preguntaba por sus hijos... cuesta darte cuenta, en parte porque no te la quieres dar. Un día llegué de la calle y había tendido la ropa encima de los muebles... Ahí me dí cuenta», ... relata Celestino. Esto sucedió hace diez años. «Fuimos a la consulta de un especialista que nos dijo que estábamos en "vísperas de cosas peores"», continua.
Con el diagnóstico de Alzheimer en la mano, este hombre siguió cuidando de su mujer en su casa de toda la vida, hasta que un buen día se dió cuenta de que no podía más. Tenía 88 años y una lesión cardiaca. «No podía hacerme con ella. Cogió la costumbre de salir a la calle sola, necesitaba ayuda para cuidarla».
Entonces decidió que aunque él no es dependiente, se irían juntos al Centro de Alzheimer Fundación Reina Sofía, donde viven ambos en la actualidad. «Me da mucha seguridad, sé que tenemos asistencia los dos. Yo por ejemplo tengo la tranquilidad de tener atención médica cuando la necesito, y sé que ella está atendida todo el tiempo».
«Nos casamos en 1952 y para mí Ángeles ha sido una buena mujer, como eran las mujeres de antes, siempre pendiente de mí, de lo que yo necesitara... Ahora siento que estoy en la obligación de cuidarla», concluye.
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