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Familia

«¡Me lo pido! ¡Me lo pido! ¡Me lo pido!»

Te damos las claves para hacer la carta de los Reyes Magos con tus hijos... y que no se convierta en una ruina

«¡Me lo pido! ¡Me lo pido! ¡Me lo pido!»

laura peraita

Escribir la carta de los Reyes Magos no es tarea fácil para los niños: «¡Me lo pido! ¡Me los pido! ¡Me lo pido!». Tienen tantas opciones ante sus ojos que decidirse por unos cuantos juguetes y descartar otros, se convierte en una labor muy complicada. «Pero, ¡cuidado! —advierte Ana Roa, pedagoga y delegada del consejo consultivo y asesor de Grupo VS —, ante un aluvión de regalos, los niños pierden la perspectiva, se descentran y su proceso madurativo personal puede resentirse pues valorarán muy poco lo que tienen y la tolerancia a la frustración podría ser cada vez menor».

Padres intermediarios

Cuando las posibilidades son infinitas es necesario que aprendan a controlar los deseos y puedan elegir libremente. ¿Cómo ayudarles?

Según la psicoterapéuta y formadora Mónica Manrique , los niños se ven influenciados fundamentalmente por la publicidad a la hora de elegir los regalos y es trabajo de los padres hacer de intermediarios entre la publicidad y sus hijos.

Según diversas investigaciones «los niños menores de ocho años no son capaces de ver la diferencia entre una emisión de televisión y una publicidad», mientras que otras afirman que «los menores no están en condiciones de distinguir un anuncio publicitario de un programa antes de los 10 años. Sólo a partir de los 12 años son capaces de entender los objetivos de la publicidad».

Por todo ello, Mónica Manrique apunta que «nuestro primer objetivo será ayudar a nuestros hijos a diferenciar qué es y qué no es publicidad, aunque en ocasiones, pueda resultar complicado. Puede ser buena idea ir todos juntos a ver el juguete en la tienda y que el niño tenga una visión más realista de lo que está pidiendo».

Elaborar la lista

En los catálogos de juguetes podemos marcar una serie de páginas para ellos acordes a su edad o a sus gustos descartando el resto. «Aprender a desear o a pedir lo conveniente —añade Ana Roa— es muy complicado en un mundo consumista, a pesar de la crisis. Es conveniente elaborar una lista que combine caprichos con regalos didácticos, teniendo en cuenta que cada juguete está, en principio, diseñado para una franja determinada de edad».

También recomienda «reflexionar con ellos para elegir los más adecuados y empezar a escribir la carta a los Reyes Magos de forma conjunta, aprovechando esos momentos para negociar con ellos y ayudarles a comprender que no pueden pedir todo lo que se les antoja, sobre todo porque muchos no serán adecuados a su edad».

La psicoterapéuta Mónica Manrique añade que hay que tener muy en cuenta los gustos y motivaciones del niño para saber orientarles con buenos argumentos. «El niño, sin duda, necesita del adulto para elegir sus juguetes».

Criterios a seguir

En cuanto a los criterios para seleccionar los más adecuados, señala que habrá que tener en cuenta en primer lugar «que sean seguros y cumplan la normativa; el momento evolutivo del niño —según su edad, tendrá unos intereses lúdicos u otros—; los valores que queremos transmitir porque el niño siempre aprende a través del juego; en qué momento, lugar y con quién tenemos previsto que los utilicen y, por último, el grado de estructuración de juguete puesto que cuanto menos estructurado y más polivalente mejor, ya que ayudará en mayor medida al desarrollo creativo del niño».

Poner límites, una buena oportunidad

Poner límites a la hora de pedir juguetes puede ser una buena oportunidad para educar a nuestros hijos en un consumo responsable.

Aún así hay padres que se afanan por que sus hijos tengan el mayor número de juguetes «desde un cariño mal entendido», explica Jerónimo García Ugarte, profesor de Filosofía y Psicología y tutor de Superpadres.com . «En muchos casos son los progenitores los que si no tienen cuidado transmiten a sus hijos un modelo de consumo que no es recomendable. No lo hacen con mala intención, pero compran a sus hijos muchas cosas porque piensan que así les hacen felices. Sin embargo, no se dan cuenta que la felicidad del niño muchas veces dura apenas los diez segundos, el tiempo que supone ver su cara de sorpresa e ilusión al descubrir una montaña de juguetes».

La recomendación es que los padres no piensen sólo en este corto periodo de tiempo, sino en las consecuencias de sus actos a largo plazo: «comprarles grandes cantidades de juguetes les llevará en un futuro a considerar el consumismo como algo prioritario en sus vidas porque así se lo han enseñado sus padres».

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