SPECTATOR IN BARCINO
Del lacito a la 'kufiya'
La «realidad actual» era ponerse el lacito y tolerar el golpismo separatista como expresión de «derechos y libertades» que el Estado debía asumir
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Iniciar sesiónEl sindicato UGT y Comisiones Obreras siguen siendo socios del autodenominado gobierno de coalición progresista. Pronunció Sánchez «genocidio» y allí estaban Pepe Álvarez y Unai Sordo para convocar paros el 15 de octubre. «Israel no puede seguir vulnerando el derecho que tienen los ciudadanos y ... ciudadanas de Palestina», protestó Pepe el de la bufanda. «Es el momento de darle una dirección laboral a la denuncia de lo que está sucediendo en Gaza», remató Sordo cual eco vascuence.
Los sindicatos que desprecian a los autónomos (16 por ciento de la población activa). Que ignoran -esa reducción uniformada de la jornada laboral- a las pymes (dos terceras partes del empleo), siempre atentos ante quien los subvenciona con magnificencia. Tan genuflexos con la ultraizquierda institucional como con el nacionalismo separatista. Su papel de «compañeros de viaje» es como el de Ada Colau y su 'flotilla kufiya' o los setenta mil manifestantes del sábado: en el cartel, mujeres con velo y hiyab (todo muy feminista y progresista).
En el peloteo a los que mandan, UGT y CC.OO. ya quedaron retratados en 2014: Pepe Álvarez y Joan Carles Gallego flanquean sonrientes a Muriel Casals, la entonces presidenta de Òmnium Cultural. Posan en las Tres Chimeneas del Paralelo, la que fue sede de 'La Canadiense', la empresa eléctrica que dio nombre a la huelga de la CNT que condujo a la jornada de ocho horas. Sindicalistas en franca colaboración con una entidad de la derecha nacionalista. ¡Si el Noi del Sucre levantara la cabeza! ¡Los patrones de 1919! Como concluyó Javier Pérez Andújar en un clarividente artículo, ugetistas y cocos ilustraban «el paso de sindicatos de clase a no se sabe qué clase de sindicatos».
No olvidar nunca lo que ha pasado
Sergi DoriaLa predicción se confirmó el 20 de septiembre de 2017. Asedio a la Guardia Civil en la consejería de Economía: CC.OO. apoya las protestas independentistas que cortaron la Vía Layetana. Aunque el 1 de octubre los sindicatos no avalan a Puigdemont en la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) y se desmarcan (levemente) de la huelga política del 3 de octubre, su tono amarillento se acentúa en la «Mesa por la democracia2: el 17 de octubre se manifiestan para pedir la libertad de Jordi Cuixart y Jordi Sánchez. En 2018 Camil Ros (UGT) y Javier Pacheco (CC.OO.) volvieron a posar con Marcel Mauri (Òmnium) y el vicepresidente de la ANC, Josep Cruanyes. Pretendían encuadrar al «mundo del trabajo» con «esteladas» (que tufillo fascistoide) en el «Espacio Democracia y Convivencia» (lo contrario de lo que fue el 'procés'). Otra «mani» por los «presos políticos y exiliados» (en la realidad, políticos presos y prófugos). Hay que adaptarse a lo que el ugetista Ros denomina «realidad actual». La «realidad actual» era ponerse el lacito y tolerar el golpismo separatista como expresión de «derechos y libertades» que el Estado debía asumir. De la misma manera que los sindicatos asumen con expresión bovina las consignas de un gobierno en minoría y sin Presupuestos. Si los procesos judiciales contra Sánchez son 'lawfare' (corean Pepe y Unai), si lo de Gaza es «genocidio»… ¡a la huelga con kufiya!
Lástima que el acuerdo de paz refrendado por los países árabes va a quitar razones a los paros del día 15. Si la guerra se acaba este lunes o martes, se acaba el chollo populista de las movilizaciones. ¿A quién hacemos caso? se deben preguntar Álvarez & Sordo en modo Hernández y Fernández. ¿Al presidente socialista que acepta con la boca pequeña el plan Trump, o a su vicepresidenta comunista y el 'bateau ivre' de Colau que lo impugnan? De sindicatos de clase a no se sabe qué clase de sindicatos.
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