Vivimos como suizos

Entonces era una fiesta

Los partidos eran legales pero no a todos les parecían bien las hoces y los martillos, salvo para rebanarte el cuello y darte con ellos en la cabeza

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Felipe González en 1982 EFE

Entre los lugares comunes más frecuentados por hablantes y escribientes de todo pelaje están la antesala de los Oscar (por los Globos de Oro), la gran noche del cine español (por los Goya) y la fiesta de la democracia (por las elecciones). Si París era ... una fiesta para Hemingway (otro lugar común), as elecciones pueden ser una fiesta para una niña.

No sólo porque no se pueda votar (te quita un peso de encima). En el caso de mi generación, por la novedad. Por la variedad. Por la clandestinidad. Los partidos eran legales pero no a todo el mundo le parecían bien las hoces y los martillos, salvo para rebanarte el cuello y darte con ellos en la cabeza.

La primera alegría por las elecciones (las primeras después de Franco, las de finales de los 70) era el día de su celebración: los miércoles. O sea, no había clase. Podía comer en mi casa y no la bazofia del colegio. Podía ver la tele. La segunda cuestión objeto de alegría eran los mítines. Íbamos a todos. Nos daba igual si eran del Frente Democrático de Izquierdas (eso existía) o de Fuerza Nueva, del Partido Comunista o del PSOE. Como si hubiera habido del Ku Klus Klan. Igual que nos sabíamos La Internacional y el Cara al sol. También íbamos a las sedes a por carteles. A por el careto de Suárez, el de Felipe González con la camisa de cuadros o los enormes dibujos de José Ramón Sánchez para el PSOE.

Pero lo que más nos gustaba eran las pegatinas, aunque entonces creo que les llamábamos adhesivos. Menudo cabreo cuando las monjas nos pillaban alguna que ellas consideraban roja y nos la rompían. En 'París era una fiesta', esa recopilación de memorias de Hemingway, el escritor dice que «eran muy pobres pero muy felices». Como nosotras. Sobre todo, porque no teníamos que votar. Querer acabar con el régimen del 78 (otro lugar común) es como querer acabar con mi infancia. Bribones.

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