Puigdemont no podrá bloquear un gobierno y sugiere a ERC que no forme un tripartito

Pero Puigdemont no tira la toalla. En su comparecencia ante los medios, desde Argelès-sur-Mer (Francia), ciudad en la que ha desarrollado toda su campaña electoral, el líder de Junts dejó sobre la mesa dos advertencias de largo recorrido. Por un lado, envió un mensaje a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España y secretario general del PSOE: la diferencia de Junts con el PSC, tras la cita con las urnas del 12 de mayo, es la misma, aproximadamente, que la que existe entre el PP y el PSOE en el Congreso.

Y, por otro lado, conociendo ya las declaraciones de Pere Aragonès, presidente de la Generalitat y candidato de ERC, que tras el batacazo electoral de los de Oriol Junqueras (de 33 a 20) dijo que los republicanos se irán a la oposición, es decir, cerrando la puerta a entrar en un Govern con el PSC, Puigdemont le sugirió que debían recoser la unidad independentista y presionar a Sánchez. La idea sería, aunque no lo dijo expresamente, que los socialistas, a pesar de ganar anoche, dejaran gobernar a los secesionistas.

«Un tripartito [de izquierdas] continúa siendo una mala opción para el país», indicó el eurodiputado, rodeado de su equipo de confianza y dirigentes de Junts, serios, preocupados y conscientes de que, por primera vez en la historia de Cataluña, los partidos secesionistas o nacionalistas no tienen mayoría absoluta.

«Si ERC está dispuesta a rehacer puentes [con Junts], dispuesta a entrar en la reflexión de la desunión y la falta de estrategia compartida, nosotros estaremos por ello», apuntó, para abrir una etapa de «conversaciones» entre los dos partidos. Suman 55 escaños de un Parlamento de Cataluña que tiene 135 asientos en total.

En esta línea, Puigdemont descartó que la mejor noticia fuera una repetición electoral, que se tendría que llevar a cabo en otoño. Por lo que lanzó el órdago: es el momento de constituir un «gobierno sólido de obediencia catalana» y que sea «coherente» con un liderazgo fuerte.

Así, el expresidente de la Generalitat que protagonizó el 'procés' hace siete años se resiste a aceptar una derrota electoral (sí felicitó «sin ambigüedad» en público a Salvador Illa por ganar en votos y escaños) en las urnas. Unas urnas que, por tercera vez consecutiva, han otorgado la victoria a una formación que no es independentista. En 2017 a Ciudadanos y en 2021 y 2024, a los socialistas del PSC.

Ahora empieza, por lo tanto, la gran guerra política de la negociación. Primero, el reparto de los miembros de la Mesa del Parlamento autonómico, que podrá vislumbrar futuros pactos para el intento de investidura, que llegará unos días después. Y mientras tanto, la presión que los independentistas puedan ejercer en Ferraz y Moncloa para que no esté en juego la estabilidad de Sánchez en el Congreso.

En paralelo, habrá que ver cómo se resuelve la relación entre Junts y ERC. Puigdemont no dudó en recordar que solo Junts, entre los independentistas, ha subido en votos, porcentaje y escaños. «Una parte del independentismo está desmovilizada», reconoció. Puigdemont perdió su pulso con Illa y no podrá bloquear. ERC decidirá.