Podemos y el cuento de Pedro y el lobo
El partido que fundó Iglesias, reducido a cuatro escaños, se niega a dar aire a un Gobierno al que tampoco dejará caer. Se esfuerza por escenificar una dureza que, a menudo, no se traduce en nada
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Iniciar sesiónEl partido que fundó Pablo Iglesias allá por 2014, reducido a cuatro diputados que practican una oposición frontal a Pedro Sánchez en esta legislatura, no está dispuesto a dar aire al Gobierno, pero tampoco se atreve a dejarlo caer. Semana tras semana, Podemos se ... esfuerza por escenificar una dureza que, en la práctica, no se traduce en nada.
La pasada semana, sin ir más lejos, los de Ione Belarra llevaron al límite su perfil de oposición al Ejecutivo. Es más, hay quienes, dentro del PSOE, opinan que «se pasaron de frenada» y todo para acabar cediendo de nuevo. Podemos convirtió las que iban a ser dos nuevas derrotas parlamentarias para el Gobierno en dos victorias difíciles de olvidar, convalidando el embargo de armas a Israel y aprobando la Ley de Movilidad Sostenible pese a haber hablado durante días de un decreto «'fake'» que no servía para «absolutamente nada más» que para darle un titular a Sánchez y de una norma que consideraban «hipócrita».
Los términos pronunciados por distintos dirigentes de la formación izquierdista, incluida su propia líder, eran durísimos. Tanto que su claudicación a cambio de nada en el caso del decreto -votó a favor- con el argumento de que Podemos no será la excusa de Moncloa para que no haya embargo y, a la vez, poder demostrar que durante estos dos últimos años no lo ha habido, pilló por sorpresa incluso a los más optimistas.
Podemos salva a Sánchez: convalida el embargo a Israel y aprueba la Ley de Movilidad Sostenible
Juan Casillas Bayo y Patricia RomeroLo mismo ocurrió, aunque, sin duda, en menor medida, con su abstención en la Ley de Movilidad Sostenible tras un acuerdo 'in extremis' con el Ministerio de Transportes para reforzar la protección medioambiental en la ampliación del aeropuerto barcelonés de El Prat y un supuesto retraso en el inicio de las obras hasta 2031, que el propio departamento que dirige Óscar Puente desdeñó al asegurar que ese ya era el calendario previsto.
Si en algo coinciden tanto el ala socialista del Ejecutivo como el de Sumar, del que formaban parte el partido de Belarra hasta hace dos años, e incluso reconocen en Podemos -«si no hacemos esto, no salimos en ningún lado», confesaron a este diario-, es en que su estrategia atiende a un único fin, el de aglutinar foco político y mediático en plena pugna con Sumar por la hegemonía del espacio a la izquierda del PSOE, pero también por ser el socio más combativo del bloque de investidura. Papel que, a día de hoy, se disputa con Junts.
Suele ser habitual ver tanto a uno como a otro romper el bloque de investidura por mucho que Podemos diga que no se considera ya un socio de la coalición. Aunque, al contrario que los de Belarra, la formación que lidera el 'expresident' fugado, Carles Puigdemont, se ha dado hasta el próximo 21 de octubre para replantearse su relación con el Gobierno de Sánchez. «En otoño van a pasar cosas», volvieron a avisar fuentes neoconvergentes esta semana. Está por ver si dejan o no también en papel mojado su amenaza.
«Necesitan caso»
«Podemos necesita caso», critica en conversación con ABC un diputado del Grupo Plurinacional. «Querían que se hablara también de ellos y no sólo de Junts», coinciden en señalar voces parlamentarias del PSOE, que, como ya informó ABC, han adoptado la estrategia de presionar a la formación izquierdista en silencio, arrinconándola en todas las negociaciones o recurriendo a ella en último lugar. Una táctica de la que ya se ha quejado Podemos en más de una ocasión.
Además, cree otro dirigente socialista, «dicen que no, pero la foto con la derecha les hace mucho daño». Y votar de la mano del Partido Popular y Vox para sentenciar al fracaso todas y cada una de las iniciativas del Gobierno, como ya hicieron con la transferencia de competencias en inmigración a Cataluña el mes pasado, es algo, dice esta misma fuente, que «no se pueden permitir» porque «su electorado no se lo va a perdonar». Sea como fuere, anota, la estrategia «no les está funcionando» y se refleja en las encuestas en las que Podemos no supera ni la barrera del cinco por ciento del voto en ningún sondeo, incluido el CIS.
Amaga y después, recula
En el caso de la cesión de las competencias migratorias a la Generalitat catalana, los cuatro votos del partido eran determinantes -igual que siempre lo son en una legislatura de mayorías justas como la actual- para que saliese adelante el texto que el Gobierno había pactado con Junts y aquella vez, tal y como habían adelantado, sí que rechazaron la ley. Pero lo cierto es que Podemos, pese a sus amagos, no ha tumbado hasta ahora muchas votaciones importantes al Gobierno.
Muy enfadados e indignados, salvaron también con su abstención en mayo el decreto antiaranceles del Ejecutivo aún considerándolo «insuficiente» e «inútil» de cara a proteger el tejido productivo español frente a las sanciones comerciales del presidente estadounidense, Donald Trump.
Lo mismo ocurrió con el decreto para el reparto de menores inmigrantes en abril, el cual, creyendo que era un parche, lo convalidaron «de manera crítica»; o el paquete fiscal, en diciembre, que salió adelante en el último momento después de prometer Hacienda a Belarra un impuesto permanente a las grandes empresas energéticas que nunca llegó a término, ya que, en su lugar, se aprobó un decreto para prorrogar temporalmente el gravamen que el Congreso rechazó.
Por no mencionar la ley de eficiencia judicial, que también amenazó con tumbar en diciembre del año pasado, apoyando el veto que el PP había impuesto en el Senado. En aquella ocasión recularon tras pactar la prórroga de las ayudas al transporte durante seis meses y suspender los desahucios de personas vulnerables. Moncloa sigue sin cumplir con esto último. Mientras tanto, uno a uno, celebra el botín que supone echarle pulsos a Podemos y casi siempre ganarlos.
«Es el cuento de Pedro y el lobo, pierden credibilidad. Nadie les va a hacer caso la próxima vez, ni los partidos del bloque de investidura ni los propios medios de comunicación», traslada otro miembro del Grupo Sumar sobre la estrategia que practica Podemos.
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