Bolaños, el vicepresidente sin rango que acumula aún más poder
Se convierte en biministro de Justicia y Presidencia con la misión encomendada de llevar a buen puerto la ley de amnistía
El Gobierno, uno a uno: todos los ministros y sus funciones
Las nuevas incorporaciones: de Cultura a Sanidad, las carteras con cambio

Félix Bolaños García (Madrid, 1975), caminaba hacia el Banco de España, sito en la céntrica Plaza de Cibeles de la capital, justo frente al Ayuntamiento, una soleada mañana de junio de 2018. No era un paseo casual, ya que se dirigía a su puesto de ... trabajo como letrado de esa institución. Y entonces recibió una llamada que no le sorprendió, pero que le cambió la vida. «¿Dónde estás?», le dijo su interlocutor, un viejo amigo, de la misma generación, de la misma ciudad y, huelga decir, del mismo partido, el PSOE, al que ambos estuvieron siempre vinculados incluso familiarmente. «De camino al curro», contestó. «No, no, tú vente ya para aquí, que tenemos mucho trabajo«.
Al otro lado del aparato estaba un tal Pedro Sánchez Pérez-Castejón, que acababa de pernoctar por primera vez en la Moncloa (después del preceptivo y ya célebre cambio de colchón) tras derrotar a Mariano Rajoy mediante una moción de censura que volteó la política española. Bolaños cambió el centro por la A-6, se remangó y se puso a trabajar. Cinco años después sigue en el edificio Semillas del complejo presidencial, donde primero estuvo como secretario general de la Presidencia, un cargo en segunda línea pero de la máxima importancia y estrechamente vinculado al presidente, y desde 2021 como ministro. Ahora asciende a biministro, acumulando Presidencia y Justicia bajo una misma cartera, y consolidándose como lo que de facto ha sido estos dos últimos años: un vicepresidente sin ese rango. Aunque ahora con más poder. Mucho más poder.
Como titular de Justicia, este abogado que ejerció en el bufete Uría Menéndez y que se licenció en Derecho en la Universidad Complutense, tendrá dos retos. Uno, la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), pendiente desde hace cinco años y por la que Sánchez acusa al Partido Popular (PP) de estar en una posición de rebeldía frente a la Constitución. El otro, la tramitación de la ley de amnistía, el principal pago hecho a Carles Puigdemont y ERC a cambio de la investidura, y que no en vano presentó él mismo el pasado día 13, tras registrar el PSOE en solitario la proposición de ley en el Congreso de los Diputados.
Bolaños no es nuevo en trámites de este tipo, ni en negociar con los independentistas catalanes. «Nos tenemos ambos muy escuchados», ha dicho alguna vez en privado para referirse a su relación con los separatistas, que además de la amnistía ha abarcado los indultos de 2021 a Oriol Junqueras y el resto de cabecillas del 'procés', así como todo lo relacionado con el caso Pegasus y las escuchas a más de una decena de dirigentes independentistas, que provocó una crisis mayúscula en 2022, junto a la infección del teléfono del propio Sánchez, saldada con el relevo en el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), en cuya dirección Paz Esteban tuvo que dar paso a Esperanza Casteleiro.
Sánchez habló de él como alguien «capaz» al nombrarle ministro en 2021, tras reseñar en público que se trataba de uno de sus principales colaboradores. Para el presidente, parece haber una máxima: en caso de apuros, Bolaños. Así ocurrió, todavía sólo en el ámbito del PSOE, para redactar los nuevos estatutos de la formación, después de que Sánchez recuperase en 2017 la secretaría general. Y ya en el Gobierno para organizar la exhumación en el otoño de 2019 (en plena precampaña electoral) de Franco del Valle de los Caídos (hoy Cuelgamuros), que el entonces secretario general de la Presidencia negoció directamente con la familia del dictador. O para la evacuación de Afganistán en el verano de 2021, cuando nuestro país albergó un hub de refugiados en la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid); o para todo lo relacionado con las relaciones con la Iglesia, como ocurrió con la negociación de las inmatriculaciones; o, mucho más recientemente, para la puesta a punto de la jura de la Constitución por parte de la Princesa Leonor, un evento histórico que el propio Bolaños explicó con detalle, y no sin solemnidad, en una rueda de prensa en La Moncloa semanas antes.
Si no fuera por sus rasgos de carácter más personal, discreto incluso en la vestimenta, introvertido... cabría definirle como el 'señor Lobo' de Moncloa, aludiendo al personaje de Tarantino. Aunque la apariencia de discreto gestor en segundo plano ha empezado a dejar paso a un Bolaños más agresivo políticamente o incluso descarado, como dan cuenta sus duros debates parlamentarios con la oposición, o la cuenta que este mismo año se ha abierto por primera vez en X (la antigua Twitter), donde aconsejado por su equipo de comunicación ha decidido optar por un perfil insólitamente desenfadado y coloquial. En el debate de investidura de la semana pasada, sin ir más lejos, Bolaños tuiteaba críticamente contra el discurso de Alberto Núñez Feijóo e incluso lo hacía con emoticonos irónicos. El 'empollón' de la clase (número uno de su promoción tanto en el Curso General de Abogacía como en el de Derecho Laboral) parece haberse desmelenado, quién sabe si con vistas a un futuro político aún de mayor envergadura.
Aunque esa imagen de eficiencia empezó a resquebrajarse para muchos, incluso dentro del PSOE, con su fallido plan judicial, que en diciembre de 2022 el Tribunal Constitucional (TC) tumbó, paralizando las enmiendas en marcha realizadas contra natura por el Gobierno para (en el trámite de reforma del Código Penal) cambiar por la puerta de atrás las leyes que regulan tanto el TC como el CGPJ. Fue su primer resbalón de importancia, junto al de la infección del móvil de Sánchez con Pegasus, dado que entre sus competencias figuraba la seguridad de las comunicaciones del presidente. Y sus enemigos en el Gobierno y en el partido (que los hay) empezaron a ponerle en duda.
En el CGPJ no es desde luego el ministro mejor recibido, teniendo en cuenta que ha sido protagonista de varios encontronazos con los vocales del sector conservador que conforman la mayoría del órgano. Les llamó con ironía «servidores públicos ejemplares» cuando se retrasaron al nombrar a los dos magistrados del TC que junto con los dos del Gobierno darían la vuelta a las mayorías en el Tribunal presidido ahora por Cándido Conde-Pumpido.
Como uno de sus principales retos sigue estando la renovación del Consejo, en la que ya ha dejado claro que no contempla la opción de que los jueces sean nombrados por los jueces: «No es propio de una democracia plena», dijo en su momento. Las negociaciones que ha llevado a cabo durante los últimos años con este propósito con el PP no han dado frutos, como demuestra el hecho de que lleve ya cinco años en funciones.
De la ley de amnistía controlará hasta el último momento, que es la aplicación de la norma una vez aprobada y que le traerá sin duda algún que otro quebradero de cabeza teniendo en cuenta que se espera el planteamiento tanto de cuestiones de inconstitucionalidad ante el TC como posibles cuestiones prejudiciales ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE).
LOS PERFILES DEL NUEVO GOBIERNO DE SÁNCHEZ
- Hereu, cuota PSC para un ministerio de tradición catalana
- Ernest Urtasun, un antitaurino de la izquierda exquisita para reemplazar a Iceta
- Pablo Bustinduy, el hijo de una ministra felipista asume la cartera de Belarra
- María Jesús Montero: la negociadora de cabecera de Sánchez completa el póker de vicepresidentas
- Marlaska sortea todos los reveses judiciales y será el ministro del Interior más longevo de la democracia
- Sira Rego, nutricionista, propalestina y ahora ministra de Infancia y Juventud
- Teresa Ribera, una convencida de la transición ecológica para cambiarlo «casi todo»
- Robles, fiel sanchista y azote de Podemos que sale airosa de todas las polémicas
- José Manuel Albares, el ministro de Exteriores que restableció las relaciones con Marruecos
- Yolanda Díaz, la trituradora de Podemos que quiere reducir la jornada laboral
- Ana Redondo, la edil socialista curtida en política regional que heredará la cartera de Igualdad
- Pilar Alegría, la leal a Sánchez que ahora será también la voz del Gobierno
- Diana Morant, la ministra 'silenciosa' y alejada de las polémicas conserva el Ministerio de Ciencia que se une a Universidades
- Calviño se queda como vicepresidenta económica interina a la espera de encontrar una colocación en Europa
- Escrivá, el independiente más político convertido en azote de las empresas
- Luis Planas, el ministro con peso en Bruselas que dirigirá Agricultura ante la crisis de la sequía
- Óscar Puente, un fiel escudero de Sánchez en el Ministerio de Transportes para el traspaso de Rodalies a Cataluña
- Mónica García, médica, madre y ahora ministra
Con estos dos grandes frentes sus retos y sus responsabilidades en el Ministerio de Presidencia y Relaciones con las Cortes no parece que los «asuntos domésticos» del Departamento que dirigía Llop vayan a ser una prioridad en su gestión. Se encontrará allí con la oposición de los funcionarios de justicia, pendientes de una subida salarial como la lograda por jueces, fiscales y letrados de la Administración de Justicia. A más poder más responsabilidad, y también más problemas.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete