Pedro Sánchez no logra marcar el ritmo del debate ni imponerse en economía y pactos
El presidente marcó una estrategia muy agresiva desde el principio pero perdió su principal oportunidad de la campaña
Feijóo sale al ataque y neutraliza a Sánchez en el cara a cara
Madrid
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Iniciar sesiónPedro Sánchez llegó anoche a los estudios de Atresmedia dispuesto a llevar adelante una estrategia de debate agresiva incluso desde el calentamiento, valga el símil deportivo. Apareció después que Alberto Núñez Feijóo, como estaba establecido, y cuando un periodista del grupo que ... realizaba el debate le preguntó cómo lo afrontaba, aprovechó para lanzar su primer mensaje: «Esto se reduce a si queremos seguir avanzando como en estos cuatro años, o si retrocedemos en un túnel del tiempo».
Ya en el plató, y después de los saludos y posados protocolarios, y mientras Feijóo no se movía de su asiento, se levantó enseguida para caminar girando sobre sus pasos, mientras charlaba con su jefe de gabinete, Óscar López, que le acompañó hasta San Sebastián de los Reyes (Madrid) en el asiento de atrás del coche oficial que llegó desde La Moncloa.
Con corbata burdeos –la que suele elegir en ocasiones de importancia– trató de marcar el debate desde el primer momento, cuando con ironía agradeció a su rival que hubiera aceptado «un único debate» y cuando aseguró que el líder del Partido Popular (PP) y «Abascal [Santiago]», al que citó la primera de muchas veces, pretenden después de las elecciones generales del 23 de julio «dar un volantazo y de manera brusca derogarlo todo».
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El moderador, Vicente Vallés, le había preguntado por su afirmación de que la economía española «va como una moto», reiterada las últimas semanas, pero no estuvo rápido de reflejos para contestar a varios de los ataques de Feijóo en ese terreno, aludiendo tanto al coste de la vida como a la deuda pública o al ritmo de crecimiento económico relacionado con los socios de la Unión Europea (UE). «Esto no es un monólogo», no tardó en espetarle al líder de la oposición, señal de que no estaba acorralando a su contendiente como pretendía.
Los contraplanos mientras hablaba Feijóo le mostraron por momentos perdido, buscando datos en un archivador de color rojo cuyas páginas pasaba tanto hacia adelante como hacia atrás. Y en muchos momentos del debate se giró hacia los moderadores para preguntar «¿puedo?», siendo reconvenido por Vallés y por Ana Pastor en más de una ocasión.
No lo ven así en su equipo, que enseguida trasladaron a los medios, como a la mitad del debate, que su jefe de filas había «dominado» el debate. Y que lo había hecho «desde la tranquilidad», una apelación explícita que más bien sonaba a excusa no pedida ante lo que habían contemplado los espectadores.
Pasados unos quince minutos, tuvo que recurrir a la guerra de Ucrania, acusando a Feijóo de ignorarla y, cómo no, a la pandemia. Pero incluso se remontó al Gobierno de Mariano Rajoy para hablar del coste del rescate financiero de una década e, incluso, de las cajas de ahorro gallegas.
Pero sin duda en la cuestión de los pactos estaba su mayor baza, para afearle al líder del PP los que desde las elecciones municipales y autonómicas del pasado 28 de mayo ha alcanzado con Vox en comunidades y ayuntamientos. «Ustedes han pactado en ciento cuarenta ayuntamientos», precisó en varias ocasiones.
Pero una y otra vez se enfrentó con caras de contrariedad y sin dar una respuesta nítida al pacto que Feijóo firmó delante de él, en una carpeta, para que ambos respetasen a la lista más votada para formar gobierno a partir del 23 de julio. «Hable usted con el señor Vara», le espetó en varias ocasiones antes de la pausa publicitaria, en referencia al presidente en funciones de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, que ganó las elecciones en su región, pero que será desbancado por la popular María Guardiola, quien gobernará con un consejero de Vox.
Su equipo debió decirle en la pausa que la alusión al apellido podía no ser entendida por muchos espectadores y en la segunda parte del debate se refirió al líder de los socialistas extremeños por su nombre completo. «Hable usted con Guillermo Fernández Vara», repitió hasta la saciedad. Nadie pudo pronosticar que se convertiría en el dirigente político más citado con diferencia en todo el debate.
Igualmente, insistió en negar que gobernarse con Bildu o con ERC, y en ese punto apareció descolocado ante los ataques de su rival. «Oh, ya estamos con Bildu, ya estamos con el sanchismo», llegó a decir en pleno rifirrafe.
Entre sus estrategas alguien debió pensar que era una buena idea remontarse a acontecimientos de hace dos décadas, tanto los atentados del 11-M y la gestión de los mismos del Gobierno de José María Aznar como la célebre cumbre de las Azores del ex presidente del Gobierno con George W. Bush y Toni Blair. Lo hizo cuando se habló del Falcon. No era la primera vez que recurría a esos comodines argumentales, y por eso no sonó nuevo. Su gran apuesta de una campaña electoral con apenas mítines pasó de largo.
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