Moncloa y Ferraz esperan que Ábalos no desafíe al partido

La versión del exministro de Transportes sobre el origen de su relación con Koldo difiere de la del PSOE

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Imagen de archivo de José Luis Ábalos en su escaño JAIME GARCÍA

El caso Koldo ha llegado para el Gobierno de Pedro Sánchez en el peor momento. Nunca hay uno bueno, desde luego, para afrontar un escándalo que está copando de tal manera la atención mediática y ciudadana, pero la fuerza de lo que comenzó el pasado ... miércoles con la detención por parte de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil del estrecho colaborador del exministro José Luis Ábalos y de una veintena de personas -incluidas la mujer y el hermano de Koldo García Izaguirre- hace que todo lo anterior parezca muy remoto, incluso el batacazo del PSOE en las elecciones gallegas de hace apenas ocho días.

El miércoles de marras, Sánchez tuvo la mala fortuna de que el escándalo estallase cuando estaba volando hacia Rabat, para una visita improvisada de un día en la que fue recibido por Mohamed VI. Al subirse al avión, y en la habitual charla sin micrófonos con los periodistas de los viajes, el presidente tuvo que responder a preguntas sobre el resultado en las gallegas y sobre la negociación de la amnistía. Nadie podía imaginar que apenas dos horas después las alertas informativas iban a dejar todo eso, y también la visita a Marruecos, en un muy segundo plano.

Durante su rueda de prensa en el país vecino, visiblemente contrariado, Sánchez negó que el cese de Ábalos como ministro en 2021 (dentro de una amplia crisis de gobierno) tuviese que ver con el caso. «Eso significaría que yo lo sabía. Rotundamente no», señaló el líder socialista ante las primeras informaciones sobre una trama de enriquecimiento con compra de mascarillas en lo peor de la pandemia, en la que se señala a varios ministerios y administraciones autonómicas socialistas. En el avión de vuelta, la comitiva de Moncloa no apuntaba a la renuncia de Ábalos como diputado, e incluso parecía exonerarle. «Pero si ya no tiene ninguna responsabilidad», decían, o incluso se interrogaban retóricamente: «¿Se tiene que ir de España?».

Cuarenta y ocho horas después, todo empezó a cambiar cuando la vicepresidenta primera y número dos del PSOE, María Jesús Montero, le enseñó a Ábalos la puerta de salida durante un coloquio en Cádiz. Un camino que certificó este sábado Sánchez, durante su discurso de bienvenida en Madrid a lo miembros de la Internacional Socialista, que él mismo preside. Habló ante ellos, en la sede socialista de Ferraz, de combate «implacable» contra la corrupción y de que «el que la hace la paga». Pero aun así Ábalos no se dio por aludido, según dijo esa misma noche en una entrevista en La Sexta, donde reiteró que no renunciará a su acta de diputado si no es de una manera consensuada con la dirección de su partido.

Pero los tiempos de Moncloa y Ferraz no coinciden en absoluto con ese planteamiento. Una importante figura de Moncloa y del partido explica así lo que esperan del ex titular de Transportes: «Si se va ahora y luego termina demostrándose que no tiene ninguna responsabilidad penal, quizás su carrera no haya terminado. Pero si desafía al partido es el final, sin ninguna duda». Otro dirigente socialista, miembro de la dirección del grupo parlamentario, coincide en que «se tiene que ir», y piensa parecido un tercer dirigente de altura, en su día miembro del Consejo de Ministros, que no entiende que no haya renunciado ya.

Por lo demás, las versiones sobre el ascenso de Koldo hasta ser el hombre de confianza de todo un ministro y número 3 del PSOE difieren sensiblemente. Ábalos aseguró en La Sexta que se lo recomendaron, en clara alusión velada al actual Secretario de Organización, Santos Cerdán, que conocía a Koldo de Navarra, la comunidad de origen de ambos. El entorno de Cerdán limita esa relación a algo episódico y asegura que simplemente se le contrató como chófer de incidencias en el partido (sin adscripción concreta a algún dirigente) y que fue entonces cuando Ábalos le conoció y se lo llevó más tarde al Ministerio.

Del ínclito Koldo, queda claro, nadie quiere saber gran cosa ahora. Pero en apenas dos o tres años pasó de entusiasta militante partidario de Sánchez en las primarias de 2017 (como el presidente relató en su libro 'Manual de Resistencia') a chófer del partido y, presuntamente, a negociar y lucrarse de contratos millonarios con gobiernos del PSOE al más alto nivel.

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