La madrugada más amarga en Moncloa y Ferraz: «Nadie esperaba esta derrota»
Sánchez comunicó a su núcleo duro, a altas horas, la decisión del adelanto electoral
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La larga noche del sanchismo
Madrid
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Iniciar sesiónLarga y desapacible, al igual que el clima de estos días en la capital de España, fue la noche electoral de antes de ayer en Ferraz, donde reinaron las caras largas, las palmadas de ánimo y los ojos al borde del llanto, o directamente ... sumergido en él. Cuando al filo de la medianoche la normalmente risueña ministra Pilar Alegría, en su condición de portavoz de la Ejecutiva Federal, compareció con la decepción apenas contenida en el rostro, el ambiente se espesó como pocas veces.
La titular de Educación hizo honor al nombre de su cartera y felicitó al Partido Popular (PP) por la victoria (un año antes, con motivo de la severa derrota en las elecciones de Andalucía, la entonces número dos socialista, Adriana Lastra, fue incapaz de pronunciar palabras similares de cortesía hacia el principal adversario), aunque enseguida rebajó la victoria de los de Alberto Núñez Feijóo. Señaló, en primer lugar, que su éxito se debe a haber absorbido todo el voto de Ciudadanos, y advirtió de las alianzas que deberán establecer con Vox para alcanzar el poder en muchos lugares.
Cuando abandonó la sala de prensa sin que hubiese turno de preguntas –como es habitual en las noches electorales– todo el mundo daba por hecho que apenas unas horas después volvería a encaramarse al mismo atril, para la habitual rueda de prensa posterior a la Ejecutiva Federal.
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Pero no fue así, pues a esa hora Pedro Sánchez, que siguió el recuento desde La Moncloa, sin desplazarse a la sede central de su partido, ya estaba rumiando la decisión de adelantar las elecciones, que comunicó ayer a las once de la mañana en una declaración institucional. La madrugada, además de amarga, se presentó intensa y larga. Fue entonces cuando el jefe del Ejecutivo comunicó a su núcleo más cercano de confianza en Moncloa y Ferraz lo que a la mañana siguiente trasladaría en un despacho a su majestad el Rey, la disolución de las Cortes Generales para celebrar elecciones generales el próximo 23 de julio, casi medio año antes de lo previsto.
Su jefe de gabinete, Óscar López, el director adjunto del mismo, Antonio Hernando, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, la titular de Hacienda y número dos del PSOE, María Jesús Montero y el secretario de organización, Santos Cerdán, fueron los primeros en conocer la decisión, y en guardar el secreto hasta la mañana siguiente.
Con los planes cambiados, no hubo ayer la habitual reunión de maitines de inicio de cada semana, con esos y otros dirigentes del partido y el Gobierno, y la Ejecutiva Federal se retrasó a las doce del mediodía, anulándose también la rueda de prensa posterior.
Aún así, algunos dirigentes, sobre todo de fuera de Madrid, llegaban al número 70 de Ferraz poco antes de las diez y media de la mañana, cuando en principio estaba fijada la reunión de la cúpula socialista para analizar los resultados. Fue el caso de la vicelehendakari, Idoia Mendia, una de las más madrugadoras. Casi ninguno se detuvo ante los micrófonos y cámaras. La excepción fue la portavoz en el Parlamento Europeo, Iratxe García, quien ensalzó a Sánchez como «lo mejor que tiene el país», aseguró estar recibiendo «buenos inputs y muy buena apreciación por parte de la ciudadanía [sic]», pero evitó pronunciarse sobre si la coalición con Podemos explica en parte el fracaso electoral.
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Ya por la mañana el presidente telefoneó a alguno de sus ministros, pero no a todos, y muchos de ellos se enteraron casi a la vez que el resto de los españoles de la noticia del día, horas antes de una reunión de trámite del Consejo de Ministros, convocado de manera extraordinaria a primera hora de la tarde, únicamente para ser informado del decreto de disolución que hoy mismo publica el Boletín Oficial del Estado (BOE).
La «trampa» del PP
Lo dicho por Iratxe García sobre Sánchez fue el fiel reflejo de lo vivido en el interior de la Ejecutiva, según varios de los asistentes, que relatan un clima de unidad y cierre de filas, sin atisbo de discusión interna o autocrítica alguna.
Aunque eso no significa que la digestión del resultado no esté siendo difícil, y que no sumerja a algunos en un estado de profunda perplejidad. «Contemplábamos la derrota en las elecciones como una posibilidad, pero no una de tal magnitud, en algunos territorios ha sido dramático», confiesa alguno de los más veteranos. Muchos subrayan la sorpresa por unos resultados que reflejan a un PP al alza, o incluso arrollando, como ocurre en Madrid, sin que por ello se resienta Vox, que se consolida en su posición de tercera fuerza política de España. Y ello, concluye, gracias a la gran penetración de los de Santiago Abascal en el voto joven. «Se lo han llevado todo», admiten los socialistas.
Todo ello sin olvidar el desarrollo de la campaña. «No supimos salir de las polémicas sobre las listas de Bildu o la compra de votos», se lamenta un dirigente, que lanza otra carga de profundidad sobre lo ocurrido: «El PP planteó la campaña como un plebiscito nacional, y caímos en la trampa».
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