Una veintena de coaliciones sobreviven al choque PP-Vox en Madrid
Ayuso contra Monasterio y viceversa, un enfrentamiento irreconciliable que se reproduce en los municipios, aunque hay excepciones
La Asamblea de Madrid sanciona a Rocío Monasterio con 15 días sin sueldo por su 'doble voto'
La portavoz de Vox, Rocío Monasterio, en la tribuna de la Asamblea, frente a Isabel Díaz Ayuso
Rocío Monasterio habla de «persecución política» y detrás ve la mano de Isabel Díaz Ayuso. La portavoz de Vox pasea su indignación por los pasillos de la Asamblea, donde advierte de que por mucho que el PP quiera ponerle una «mordaza», no lo ... conseguirá. Esta semana, la Mesa de la Asamblea ha aprobado la multa de 15 días de sueldo contra ella, por su doble voto en el Pleno del 1 de febrero. Monasterio acata la decisión, pero no puede compartirla porque la ve totalmente injusta, y suelta, como de pasada, que ella no está en política por dinero, porque ganaba más con sus empresas antes de su etapa en Vox. Está ahí para cambiar las cosas, y no le mueve ningún otro interés, dice, ni siquiera en la vida orgánica de su partido, donde, más allá de Madrid, ha quedado en una discreta segunda fila, entre rumores constantes sobre una posible salida, que ella niega.
La sanción a Monasterio ha enconado aún más su enfrentamiento con Ayuso, muy tocado ya desde la pasada legislatura, cuando Vox tumbó los Presupuestos del PP e hizo la vida imposible a este partido, que por aquel entonces gobernaba en minoría y necesitaba sus votos. Ahora que tiene mayoría absoluta, Ayuso ignora a Vox y a su portavoz. Mejor dicho, no solo los ningunea, sino que busca sin disimulo su destrucción política en Madrid. Sin piedad. El PP de Ayuso ocupa buena parte del espacio que en cualquier otra región podría llenar Vox, y no tiene intención de darle ni un soplo de oxígeno.
La presidenta regional fue quien alentó, en medio de una sesión plenaria, la investigación sobre el voto 'fantasma' de Monasterio para que fuera sancionada, igual que ocurre cuando alguien incumple las normas de tráfico sobre velocidad, precisó. La portavoz de Vox vio ahí una orden explícita de Ayuso al presidente de la Asamblea, y tomó buena nota, mientras la grieta entre ambas se hacía más grande. En la Asamblea, el PP no da ni agua a Vox, aunque presente iniciativas que sean un calco de promesas electorales de los populares. En el último pleno, los de Monasterio llevaron una proposición para eliminar el impuesto de sucesiones de tíos a sobrinos y entre hermanos, pero el PP tampoco le dio la alegría de apuntarse el tanto. Se abstuvo y la iniciativa cayó con los votos de la izquierda.
Monasterio busca su sitio en la política madrileña sin encontrarlo, ante una adversaria que tiene la simpatía de muchos votantes de Vox. Solo halla su espacio cuando lleva al extremo su posición contra la inmigración ilegal o cuando saca a relucir, como en el último pleno, el Valle de los Caídos, entre reproches a Ayuso por no promover que sea declarado Bien de Interés Cultural. Mientras tanto, Monasterio ve cómo desde la dirección nacional de su partido se promociona a uno de sus diputados, José Antonio Fúster, como portavoz nacional. Y ahora hay dos portavoces en la misma bancada.
Guerra municipal
El choque frontal entre PP y Vox en la Asamblea se reproduce en muchos municipios de la Comunidad de Madrid. El último episodio ha ocurrido en Collado Villalba, donde los concejales de Vox se negaron a apoyar los presupuestos locales del PP, que no salieron adelante y dejaron a la alcaldesa, Mariola Vargas, en una situación política muy delicada.
También en Arganda del Rey, Vox dio la espalda al Partido Popular y se unió al PSOE para arrinconar al alcalde, Alberto Escribano, y dejarle prácticamente con las manos atadas en la toma de decisiones, al quitar competencias a la junta de gobierno para entregárselas al pleno, donde los populares están en minoría.
En Los Santos de la Humosa todo fue más enrevesado, porque el concejal que se presentó como cabeza de lista por Vox se alió con el PSOE en enero para arrebatar la alcaldía al PP en una moción de censura. Aquel edil había abandonado antes su partido y se sintió libre de abrazarse a la izquierda.
En medio de la tormenta política que sacude la relación entre el PP y Vox en la región, sobreviven contra viento y marea una veintena de coaliciones de gobiernos municipales de los dos partidos, ajenas a los choques de las esferas superiores. En concreto son 22 municipios: Alcalá de Henares, Algete, Aranjuez, El Boalo-Cerceda y Mataelpino, Cadalso de los Vidrios, Camarma de Esteruelas, Colmenar de Oreja, Colmenar Viejo, Fuente el Saz de Jarama, Galapagar, Guadarrama, Hoyo de Manzanares, Humanes de Madrid, Loeches, El Molar, Moraleja de Enmedio, Moralzarzal, Móstoles, San Lorenzo de El Escorial, Torrelodones, Valdemorillo y Valdemoro. En otros siete municipios, hubo un pacto de investidura, pero Vox no entró en el gobierno, como es el caso de Navacerrada.
Las coaliciones resisten sin grandes sobresaltos por ahora. En Móstoles, la segunda ciudad más importante de la Comunidad por número de habitantes, la salud del gobierno municipal «es buena». «Hay mucha interlocución y buen entendimiento», comentan en el entorno del alcalde, Manuel Bautista. En Alcalá, la única tensión se produjo por la llegada de inmigrantes irregulares a la ciudad. Vox llevó una iniciativa al pleno contra lo que definió como «invasión» y pidió intervenir sobre los menores extranjeros no acompañados. El PP se desmarcó de su aliado de coalición.