Robots para ajustar al milímetro columnas, rodillas y caderas

El Hospital público Clínico San Carlos es el primero en contar con cirugía robótica en las tres especialidades

Los cirujanos las destacan por ser más garantistas, homogéneas en resultados y facilitar la recuperación

Madrid utiliza ya la Inteligencia Artificial para cien procesos en la Comunidad, 70 de ellos en sanidad

El doctor Domínguez, con el brazo robótico, durante una operación IGNACIO GIL

Una vértebra lumbar puede medir unos 16 milímetros. Introducir dentro un tornillo de 6,5 y fijarlo sin que comprometa ni nervios ni venas puede resultar más que difícil. Lo que hasta ahora dependía casi exclusivamente de la habilidad del cirujano, se ha simplificado mucho ... gracias al uso de un brazo robótico que, en función de las imágenes recibidas, señala el lugar exacto donde insertar la pieza de titanio, con absoluta precisión. El resultado son unas tasas de éxito que superan el 98 por ciento en esta especialidad, y en otras cirugías como las de cadera o rodilla. Son los datos que está obteniendo el hospital público madrileño pionero en esta práctica, el Clínico San Carlos, que ha superado ya las 100 intervenciones de columna y las 300 en cadera y también en rodilla con esta técnica. Mejores resultados clínicos y una recuperación más sencilla para el paciente avalan su uso.

En el caso de las cirugías de columna, operaciones sumamente delicadas, «el porcentaje de error al colocar los tornillos por el método tradicional era del 10 por ciento; ahora no llega al 0,5, y en ningún caso hemos tenido que recolocarlos», explica Ignacio Domínguez, jefe de Sección de Cirugía de la Columna del Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital Clínico San Carlos.

Excelsius

El cambio lo ha marcado el robot Excelsius GPS, que actúa precisamente así: como un dispositivo que conduce al tornillo allí donde tiene que estar, ni un milímetro más o menos, ni un grado de inclinación por encima o por debajo del exacto.

El quirófano se transforma, con él, en un espacio aún más aséptico, donde apenas hay sangre porque se trabaja sobre incisiones muy pequeñas, que evitan tener que cortar músculos, algo más complicado de recuperar luego para el paciente. Sobre la camilla, un hombre de 50 años con problemas en las lumbares y un dolor insoportable que le baja por la pierna izquierda. La solución: seis tornillos en las vértebras L4, L5 y S1. El doctor Ignacio Domínguez supervisa el proceso, mientras el brazo robótico hace su magia. Esta será la operación número 114 de estas características que realizan con él.

En píldoras

Exactitud

El robot Excelsius GPS actúa como un dispositivo que conduce al tornillo allí donde tiene que estar, ni un milímetro más o menos, ni un grado de inclinación diferente del exacto. Igual trabajan los robots Rosa para la rodilla y Mako para la cadera.

Vigilar las terminaciones nerviosas

Entre el equipo en el quirófano, también hay una neurofisióloga, que «tiene controlados todos los nervios que se puedan tocar durante la intervención» y avisa antes de que esto ocurra.

Pensando en el futuro

La posición en que se coloca el implante condiciona el resultado a largo plazo, y las mejoras en la precisión disminuyen las complicaciones futuras, como inestabilidad o desgaste de los componentes.

Uso intensivo

El Clínico aplica la cirugía robótica en este área «con porcentajes de utilización elevadísimos: un 85 por ciento de las operaciones de caderas, un 65 por ciento de las de rodilla y un 50 por ciento de las de columna se hacen así»

«Podría decirse que es un GPS para navegar por la columna», simplifica. Un TAC tomado al paciente días antes se contrasta con la imagen de ese momento, en el quirófano, y con ellas como referencia, el ordenador muestra la posición exacta de las vértebras y la que deben tener los tornillos que se van a introducir para fijarlas. «Un tornillo más largo, o ligeramente desviado, puede tocar una zona de nervios, y hacer un daño tremendo», calibra el cirujano. De una forma casi intuitiva, sobre la pantalla se puede 'jugar' a girar el tornillo, cambiarle el ángulo o la profundidad a la que penetra, y ver qué ocurrirá, si sobresale la zona de implantación adecuada, si compromete algún nervio o vena…

Menos complicaciones

Luego, ya definida la posición más conveniente, llega el momento de la introducción. Para ello, se realizan incisiones muy pequeñas, «de menos de un centímetro, lo que reduce el dolor, la posibilidad de infecciones posteriores y facilita la recuperación, porque apenas hay cortes de tejido», explica el doctor Domínguez.

La incisión deja paso a una pequeña broca que abre espacio al tornillo. Y el brazo robótico lo coloca, siempre bajo la supervisión del cirujano que sigue teniendo la última palabra, y puede parar el proceso si su experiencia o su ojo clínico le dice que algo no está bien; como explica gráficamente Domínguez, la técnica es muy importante y ayuda pero «hay que saber aterrizar el avión». El robot Excelsius actúa como los ojos del cirujano, «es importante donde no ves»: en el procedimiento tradicional, la incisión es muy grande y separa los músculos, dejando a la vista la columna para actuar sobre ella.

Pero ahora, todo lo que ven es a través de las cámaras, no tienen visión directa del órgano sobre el que intervienen. Entre el equipo en el quirófano, también hay una neurofisióloga, que «tiene controlados todos los nervios que se puedan tocar durante la intervención» y avisa antes de que esto ocurra: es un sistema, insisten los doctores, extremadamente garantista, para tranquilidad de los pacientes. Las ventajas son grandes para todos, pero en especial para los pacientes: «Este señor, mañana estará andando, y pasado mañana, en su casa», resalta el doctor Domínguez.

Los tornillos (en azul) en la vértebra, según van a ser colocados, como señala el doctor Domínguez IGNACIO GIL

Igual ocurre con las prótesis de rodilla o cadera, donde la precisión absoluta la garantizan los dispositivos robóticos. En la cadera, se realiza una planificación preoperatoria con un TAC, que se fusiona con las imágenes que obtiene el robot mapeando la superficie del hueso real en el quirófano. El robot incluso es capaz de predecir el comportamiento futuro de esa prótesis, lo que permite al cirujano tomar decisiones durante la operación que luego repercutirán en la recuperación y en la evolución del paciente.

Características anatómicas

En cuanto a la rodilla, la extremada precisión del robot permite colocar la prótesis en el lugar exacto, según las características anatómicas del paciente.

Con cirugía robótica también trabajan desde hace algunos años los doctores Rodrigo García Crespo, jefe de la sección de rodilla, y Alberto Francés, jefe de la sección de cadera, todos ellos en el Hospital Clínico de Madrid, un centro pionero en este tipo de intervenciones en las tres intervenciones. García Crespo y Francés coinciden con Domínguez en que con la robótica, la intervención es más precisa, el paciente sufre menos complicaciones, se producen menos lesiones en las partes blandas y hay una alineación más precisa de las prótesis. Algo vital en el caso de la cadera, desarrolla Francés: «La posición en que se implante condiciona el resultado a largo plazo, y las mejoras en la precisión disminuyen las complicaciones futuras, como inestabilidad, desgaste de los componentes o complicaciones neurológicas».

García Crespo pone el acento en otro punto de enorme importancia: con la cirugía robótica, «los resultados son más homogéneos». De hecho, la efectividad es prácticamente la misma independientemente del cirujano que realice la intervención. Todos coinciden al afirmar que «esto no es el futuro; es el presente».

El robot Excelsius llegó al Clínico cedido por Globus-Prim; los de rodilla (llamado Rosa) y cadera (Mako) fueron adquiridos por el hospital en 2020. Con el primero se han realizado ya unas 300 operaciones, y un número similar en las de cadera. Ahora, el Clínico y sus médicos lideran ya la formación en el uso de brazo robótico a otros hospitales nacionales y también del resto de Europa: Alemania, Noruega, etc.

De izq. a dcha, los cirujanos Ignacio Domínguez y Alberto Francés (especialistas en columna y cadera, respectivamente), el jefe de servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Clínico, Fernando Marco, y el cirujano Rodrigo García Crespo (experto en rodilla) IGNACIO GIL

«Se ha hecho un esfuerzo importante por innovar y lograr la entrada de estos equipos en un hospital público», reconoce Fernando Marco, jefe del servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Clínico San Carlos. No se trata sólo de la inversión en los equipos, sino que también exige formación para los cirujanos en el uso del brazo robótico, y un manejo de datos de los pacientes que hay que ceder a terceros, de forma controlada, «para que los robots tengan estos datos, encriptados, antes de la intervención».

El Clínico, afirma con orgullo, es el primer hospital que lo ha conseguido, y cuenta ahora con estos tres sistemas robóticos funcionando «con porcentajes de utilización elevadísimos: un 85 por ciento de las operaciones de caderas, un 65 por ciento de las de rodilla y un 50 por ciento de las de columna se hacen así». Los resultados no pueden ser mejores: «El tiempo nos da la razón; de esta forma se reducen las complicaciones, y la evolución es mejor». Pero el doctor Marco ya piensa en el futuro: «El objetivo siguiente, como este es un hospital docente, es incorporar la cirugía robótica a la formación de los residentes, y lograr que en 5-10 años, esto sea una rutina más».

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