Nuevo intento para romper la maldición del auditorio Juan Carlos I tras quince años en ruinas

Dos empresas han mostrado interés en pujar por explotar la instalación tras una reciente visita al lugar

El ayuntamiento estudia sacarlo a concurso; solo las obras, calculan, ascenderán a cuatro millones de euros

Las esculturas y los rincones imprescindibles que ver en el Parque Juan Carlos I de Madrid

El auditorio Juan Carlos I, abandonado Guillermo Navarro

Se anunció como «uno de los mayores recintos del continente», con capacidad para 25.000 personas, en «el gran parque del siglo XXI«, según palabras del alcalde Álvarez del Manzano. En él se instaló la primera fuente cibernética de la ciudad –una modernidad para ... la época–; recibió miles y miles de visitas –con autobuses cargados de pasajeros que hacían fila para lograr el mejor asiento–; y se le dio el nombre de un rey, al igual que al parque en que se encuentra. En el auditorio Juan Carlos I, inaugurado en 1992 con motivo de la celebración de la Capitalidad Europea de la Cultura, se invirtieron –ahí es nada– lo que ahora serían 40 millones de euros, sin contar con el aumento de precios y la inflación. Treinta y un años después, nada queda del lustre que un día tuvo. El auditorio Juan Carlos I, casi como un fantasma, languidece oculto entre las colinas del parque del distrito de Barajas, tras quince años de cierre y abandono, y varios intentos de devolverlo a la vida.

2023 era el año previsto para que el auditorio iniciase su segunda etapa. El Ayuntamiento de Madrid en el anterior mandato encargó un estudio de viabilidad económico-financiero y marcó el verano de 2022 como la fecha para licitar el contrato de rehabilitación: «Que el Juan Carlos I vuelva a ser una realidad en el primer trimestre de 2023», afirmó hace dos años la que era delegada de Cultura, Andrea Levy, que también informó de que se haría un informe para fijar el canon que debía cobrar el ayuntamiento y la duración del contrato de gestión por una empresa privada. Pero el tiempo ha pasado y la promesa no se ha cumplido. Aunque, tal vez, la maldición del Juan Carlos I –que muchos dicen que comenzó con un concierto de los Guns N' Roses– esté más cerca de llegar a su fin.

Vallas del auditorio; estado de las taquillas, vandalizadas; el auditorio cuando estaba en funcionamiento Isabel Permuy/ABC

Según ha podido saber ABC, «recientemente, entre junio y septiembre» dos empresas han ido a conocer las instalaciones y han mostrado su interés por pujar en el futuro contrato que conlleve la resurrección del que un día fue el epicentro de la cultura y el ocio al aire libre de la ciudad de Madrid. Esas empresas serían las encargadas de rehabilitar, gestionar y explotar el auditorio, tras ver que tiene viabilidad técnica. Aunque la cuantía no será baladí: se estima que solo las obras de recuperación ascienden a cuatro millones de euros. El Área de Cultura, Turismo y Deporte que ahora dirige Marta Rivera de la Cruz, tras el estudio de impacto económico ejecutado por la anterior corporación, está evaluando sacar a licitación cuanto antes la gestión del auditorio.

Grafitis y cables arrancados

Mientras el consistorio se decide, el paso del tiempo sigue haciendo mella en el Juan Carlos I, del que han quitado hasta los asientos de plástico verde que –uno tras otro hasta llegar a los 10.000– conformaron las gradas. Las paredes están grafiteadas y el cableado, arrancado. Los focos que otrora iluminaban a estrellas de la música no se encienden desde 2006; la media docena de taquillas que repartían tiques y tiques sin parar han perdido hasta los cristales y la pista mira a un escenario, inexistente, que se ha convertido en una simple explanada de cemento.

El auditorio Juan Carlos I es ahora una infraestructura ruinosa en el extremo sur de un parque de 160 hectáreas del distrito de Barajas. Desde el año 2008 (dos años después del último evento que en él se celebró) está sumido en el olvido, pese a que hubo un momento en el que incluso se pidió, como para toda la zona verde que lo rodea, la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC). La protección nunca llegó para un espacio vallado entre cuyo pavimento crecen las malas hierbas, una imagen de ruina que dista mucho con la del resto del lugar, 'tomado' por operarios de zonas verdes que se encargan de su cuidado.

«Pues una pena», resume al otro lado del recinto y sobre el estado del auditorio José Luis, un vecino que «todos los días, cuando el tiempo lo permite» acude a dar largas caminatas con su compinche, Julio. «Luego vamos al gimnasio», confiesa mientras señala, desde el banco en el que están sentados, la zona de ejercicios para mayores.

«Por la zona del auditorio ya nadie va, porque no hay nada del lado que da a la avenida de Logroño. Solo los jóvenes que vienen a correr pasan por ahí«, analiza José Luis. »Debe ser que al ayuntamiento no le interesa reabrirlo pero no entiendo por qué. Tú no sabes lo que era –dice mientras resopla–, un no parar. La fuente era preciosa, muy moderna. Y al lado tienes el lago. Si ahí metieran mano podrían sacar petróleo«, concluye refiriéndose a la buena acogida que tendría entre los vecinos el retorno de la actividad al auditorio y al dinero que él cree que podría dar.

Su amigo coincide: «Lo que podría ser en verano... Aquí se hicieron hasta retransmisiones de programas de radio y televisión. Tuvo cafeterías... Cuando abrió no había otro sitio así en Madrid, bueno, o yo no me acuerdo. Podrían traer conciertos, aunque fuesen de grupos modernos, un cine... Cualquier cosa, pero hija, lo han dejado morir», asevera el septuagenario. Nadie entiende por qué está inutilizado.

El Juan Carlos I llegó a recibir a las más grandes estrellas del momento. José Luis y Julio no lo recuerdan, pero el 25 de mayo de 2006 Axl Rose y sus secuaces se subieron al escenario. Dos horas tarde. Entre insultos y lanzamientos de cerveza, el vocalista de Guns N' Roses empezó con 'Welcome to the jungle', pero terminó dejando a los fans con un sabor agridulce. A diferencia de los septuagenarios, otros no lo olvidarán.

Los fans compraron las entradas en 1992, en un concierto cancelado por la aluminosis del estadio Vicente Calderón, pero los años de espera no valieron la pena: las crónicas hablan de un rock descafeinado y de la «necesidad» de que Guns N' Roses practicasen su propia «eutanasia musical», en palabras de la agencia Efe, tras el bochornoso espectáculo. Sea como fuere, para presentes y ausentes, aquella fue una noche señalada; también para el anfiteatro, ya que marcó el último evento que en él se celebraba. Una mala jornada que, sin saberlo, sentenció a un anfiteatro que fue morada de estrellas del rock.

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