Martha Thorne: «Madrid es esa ciudad que atesora muchas joyas aún por dar a conocer»

Antigua directora ejecutiva del Pritzker, el Nobel de Arquitectura, tiene un extraño concepto del humanismo de la ciudad, y es capaz de puntuarla. Es 'Distinguised Professor' en IE School or Architecture and Design, y de aquí a la eternidad tiene un amor por Madrid, una urbe que, pese a todo, tiene aún muchos secretos por desentrañar. Sin pestañear, ha elegido Madrid no sólo como residencia. También como proyecto de vida.

De momento, el fuego del estío madrileño le parece una nadería en comparación con los inviernos de Chicago, donde ha residido. Para ella, es fundamental la imbricación de lo público y de lo privado. Cita la referencia aquellos Juegos Olímpicos que abrieron Barcelona al mar.

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— Vino a Madrid en los 80. ¿Cómo era aquella ciudad?

Madrid era un sitio desconocido, yo había estado en París y Londres. Como Madrid era un sitio de hacer amigos, hice aquí lo propio. Madrid, incluso en aquella época, era una ciudad que aceptaba bien a una norteamericana. Y en contraste con otros lugares.

— Dicen que fue la década prodigiosa

Madrid en los ochenta tenía dos aspectos: el antiguo, un poco gris; y el que se despertaba, el de la movida. Había muchas ideas de cultura, se probaban iniciativas. Se quería tener mucho impacto. Fluía mucha energía.

— Hasta hace nada, ganaba el mito de un Madrid gris frente a la luz de Velázquez...

El gris era el vestido de la gente, no era el tiempo. Me acuerdo de que la gente hablaba del sentido del ridículo. Había otra parte que quería provocar. Estaban esos dos mundo que la convirtieron en una ciudad muy interesante.

—Ha tenido varias vueltas. Varios retornos; en el 95, en el 98. ¿Percibe los cambios?

Antes de que me marchara, era una ciudad de edificios con un carácter de servicios. Eran bloques pequeños para unir la ciudad. Cuando me marché, empezaba más el tema de grandes infraestructuras, porque España pertenecía a la UE y pudimos abarcar proyectos mayores. Cuando vuelvo en 2008 y es al principio de la crisis. Creo que desde ese año, hasta 2016 o 2017, con la susodicha crisis, no se pudo construir tanto. Fue una época de bastante confusión en muchos sentidos. Había el espíritu, sin embargo, de intentar cosas. La gente empezaba nuevos negocios y empezaba a hacer cosas.

— Desmienta o confirme eso de que aquí vamos todos a 'nuestro aire'.

Madrid no tiene un reclamo desde la administración o la Comunidad. No hay una ambición clara. Es lo que digo. En Madrid no tenemos un afán identificable. Hay que fijarse en cómo cambió Barcelona usando como catalizador los Juegos Olímpicos. Cambiaron muchas cosas, obra pública, relación con el mar...

— ¿Pero?

Pero si me preguntas cómo caracterizo yo Madrid, te diría que es la ciudad de las joyas escondidas, porque tenemos cosas que no se conocen. Por ejemplo, en la Escuela Superior de Santo en San Bernardo tienen un jardín increíble. Pero, en pleno centro, gozar de un jardín así es una maravilla.

— Oiga, ¿y lo de Madrid Río?

Creo que el gran parque de Madrid Río se ve, sí, pero los turistas no vienen a disfrutarlo. Ha sido una obra que nos ha transformado mucho. Es un río y un parque que ha modificado la ciudad de una forma muy interesante.

— Quéjese. Por caridad.

Creo que lo que me molesta de Madrid es el cuidado de los espacios públicos. Estamos en el siglo XXI, y las aceras se están ampliando muy bien, pero por qué tenemos baldosas y hormigón. Debemos tener una pavimentación que permita filtrar el agua. En ese sentido, Madrid es súper rígida. Se repiten los mismos diseños sin pensar en el futuro. La decisión de la capitalidad de Madrid fue algo político. No sé si todas las capitales deben estar al lado de un río o ser una fuente de comercio.

— Pensará, no sé, en Brasilia.

Por ejemplo, sí, Brasilia es muy artificial. La capitalidad viene por otras cosas. Pienso que en Madrid se podría cuidar más los aspectos y diseños del mobiliario y las estructuras urbanas para responder a más cosas, no sólo a temas de iluminación o accesibilidad; también hay que pensar en el cambio climático, hacer más flexibles los espacios y dentro de los edificios creo que tenemos que cuidar todos los sentidos. No sólo la estética visual, la iluminación y el uso de los espacios. Eso depende de cada establecimiento y cada casa, pero creo que el diseño y el cuidado de ese diseño se podría hacer un poco mejor.

— Y sin embargo, se queda.

Sí, me quedo en Madrid. Estoy tan agradecida por la acogida, me siento integrada y feliz. Tengo muchos amigos que no puedo sustituir. Creo que EE.UU. es un país fragmentado y sin ese concepto de solidaridad que siento en España y en Madrid. Y prefiero el calor al frío de Chicago..