El guardarropa único de Teresa Berganza, su otro legado artístico

Una exposición en Madrid muestra algunos de sus más exclusivos diseños

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Dos de los vestidos de la muestra de Berganza en Madrid Guillermo Navarro

Teresa Berganza llevaba la elegancia por dentro y por fuera, como un signo de distinción en el universo lírico. No era solo su canto, académico y refinado, exquisito, pulcro, cincelado con purísimo detalle. La mezzo, fallecida en 2022 a los 89 años, acompañaba ... su inmenso arte con un envoltorio a la altura: sus trajes. Durante este mes de marzo, la Escuela Superior de Canto de Madrid exhibe una pequeña muestra del Guardarropa de Concierto de la Berganza, lucidos por ella a lo largo de sus más de cincuenta años de carrera, con la firma de las casas de costura y los modistos más exclusivos.

«Teresa era una gran perfeccionista del canto, pero también una gran amante de la moda», subraya Román Padín, comisario de la exposición y conservador del Guardarropa, un patrimonio textil compuesto por un centenar de prendas, accesorios, documentos y fotografías que glosan cómo se presentaba ante su publico Teresona, nuestra mezzo más internacional. Ambos se conocieron a comienzos de este siglo, trabaron amistad y durante años discutieron cómo dar visibilidad a los diseños, guardados con mimo por la cantante en varias habitaciones de su residencia de San Lorenzo del Escorial.

Finalmente, Berganza aceptó y comenzó la andadura de una exposición que vio la luz en la Casa de Galicia en Madrid «mostrando su relación con el repertorio gallego», y siguió en el Museo del Traje, el Instituto Cervantes, el Teatro Real, el de la Zarzuela –tan querido por Teresa–, La Coruña y el Festival de Panticosa, en Huesca. Ahora regresa a la Escuela Superior de Canto, en el 44 de la calle San Bernardo de la capital madrileña, «un lugar muy querido para ella», hasta este 31 de marzo. No hay dos muestras iguales, porque Padín confecciona el catálogo en función de cada sede, aprovechando las oportunidades del guardarropa.

«Teresa siempre se vestía con los grandes modistas más importantes de sus décadas de vida y trabajo», explica Padín, doctor en arte contemporáneo especializado en moda, «firmas de alta costura, española y francesa, y en ocasiones 'pret à porter' exclusivo», piezas que «en todos los casos tienen una singularidad que las hace atemporales, por la belleza del objeto mismo», y por la relación que la mezzo establecía entre su ropa y el repertorio que interpretaba en cada velada.

En su perfección, Berganza anotaba en una libreta –que se conserva– qué vestido lucía en cada concierto y recital, «para no repetirse». Y conservaba todo. La pieza más antigua es «un traje blanco con cuerpo bordado y falda de tafetán de seda que llevó en el festival de Granada de 1955»; en la exposición se exhibe «un pequeño vestido negro, como un traje de cóctel, del año 58, obra de Enrique Caruncho».

Después de Carmen

En su vestir hay, a juicio de Padín, un punto de inflexión con su primera Carmen, en el Festival de Edimburgo de 1977. «Antes su moda era más contenida y los colores son más suaves; desde ahí, la moda es más voluptuosa y los colores son más firmes –rojo, negro, verde oliva–, con diseños muy grandes, faldas princesa y mucho accesorio de oro grande y brillante».

El repertorio de vestidos está repleto de nombres propios: Pierre Cardin, Loris Azzaro, Elio Bernhayer, Yves Saint Laurent, Guy Laroche... Con muchos hizo amistad, «y ese diálogo entre artistas ayudó a que las piezas se convirtieran en algo extraordinario y único». Todas lucen un «maravilloso» estado de conservación, gracias al cuidado que Berganza les proporcionaba. «Fue una promotora de la sostenibilidad 'avant la lettre'».

De entre todos ellos, Padín entresaca a Lacroix y, sobre todo, Azzaro. «La vistió muchísimo a finales de los 80 y en los 90 y el 2000; Teresa fue muy representativa de su modelo de mujer, esa hiperfemineidad morena con curvas». El vestido más icónico de la firma francesa «es uno de tul, bordado en lentjeuela, que tiene un enorme volante en el escote de tafetán, que era el que ella utilizaba para las fotografías que firmaba dedicadas, y que ilustró la portada del disco 'Canciones Españolas'».

La muestra se completa con varias piezas de ropa de escena de la Berganza, como una casaca del Cherubino de 'Le Nozze di Figaro' que interpretó en Amsterdam en 1961 o las faldas y corpiños de la gitana de Bizet lucidos en Edimburgo (1977). Por último, Padín invitó a que artistas contemporáneos plasmasen en distintas obras plásticas la figura y la trayectoria de Berganza, que también se exhiben.

En agenda, seguir un itinerario «por España e internacionalmente», a la espera de que se materialice algún acuerdo con instituciones públicas «para conservar este patrimonio» y mantenerlo en una exposición permanente. Esta de Madrid lleva por título 'Dunque io son, la fortunata', el famoso dúo de Rosina y Fígaro de 'El Barbero de Sevilla', aunque falta a la verdad, porque los afortunados, escuchándola entonces y viendo ahora su armario, somos nosotros, los aficionados.

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