Mesa y mantel con la Cuba libre de Madrid
La crisis que sufre el país caribeño domina las conversaciones de barra de bar de los restaurantes cubanos, donde reinan la incertidumbre y la preocupación por sus seres queridos
Qué está pasando en Cuba
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Iniciar sesiónHoras antes de una nueva manifestación por la crisis que atraviesa Cuba , el dueño de La Colonial de Huertas sale de su rinconcito, un restaurante en el corazón de la capital donde sirve platos de tamal y yuca y cócteles caribeños, para escurrir ... la bandera de la isla. Un joven ha intentado comprársela para participar en las protestas que se suceden desde este fin de semana en Madrid, cuando el país centroamericano estalló. «Me ha dicho que venden banderas de Cuba por 10 euros, y que las de España están a 3 euros. Y yo pensando, ¿cuánto me daría? Es una bandera usada», comenta entre risas Daniel. Pero su bandera usada no la vende y, ya limpia y atada a un asta, luce en la fachada de uno de los puntos de reunión de la comunidad cubana. En los últimos días, la conversación de barra de bar viaja con preocupación al otro lado del Atlántico.
Daniel no es cubano, pero el hombre entre los fogones de La Colonial desde hace casi dos años nació en Matanzas, a 30 kilómetros de La Habana. «Lo estamos viviendo con una incertidumbre... El estar incomunicados, el no saber lo que está pasando», cuenta Gabriel González, de 46 años. Aunque su mujer y sus dos hijos viven en Madrid, tiene una larga lista de tíos y primos en Cuba. Los apagones y la falta de vacunas detonaron las primeras marchas pacíficas en contra del régimen liderado por Miguel Díaz-Canel , que luego incendiaron el resto del país. Al menos, hay un muerto, según informó el Gobierno cubano, y más de un centenar de detenidos —entre ellos, la corresponsal de ABC, Camila Acosta — tras los disturbios y la represión policial. «Allí todo está fatal, la economía, los medicamentos... Todo está carente, no hay muchas palabras para describirlo», dice González.
Hace dos años, este cocinero que estudió en la escuela de hosteleros de Cuba dejó atrás las largas colas para aprovisionarse de alimentos, el desabastecimiento de productos básicos y el descontento generalizado que amordazan la isla. «Vine a España escapando de todo aquello», afirma. González recuerda ‘el Maleconazo’ , la protesta de 1994 que se concentró en La Habana y en la que 30.000 cubanos se lanzaron al mar, como algo diferente. «Esta vez lo veo más serio porque está en todas las ciudades. Entonces todavía estaba vivo Fidel [Castro] y como era una persona que imponía se personó e impresionó. Yo creo que la gente en Cuba era más fidelista que comunista», señala. A su juicio, la tensión que atenaza su tierra desde el 11 de julio era inevitable ante unos gobernantes «incapaces». Ni él ni su familia sueñan con regresar.
Sin noticias de casa
Entre postales de coches americanos, bailarinas y calles cubanas que plagan el restaurante Al son de Cuba , Quique Rojas Díaz confiesa que hace «tres o cuatro días» que no tiene noticias de su familia. «No hay internet, todos mis amigos estamos desesperados» , añade. Nació en La Habana hace 30 años y en noviembre de 2019, con la carrera de Derecho y ganas de cursar un máster, aterrizó en Madrid. «Vine a estudiar, pero con la intención de no regresar a Cuba», reconoce este joven abogado, que ha empalmado empleos en la hostelería desde entonces. La crisis social y económica que sufren sus seres queridos, a más de 7.000 kilómetros de distancia, duele como si estuviera allí: «Todo es muy triste, la información que puedan tener ustedes no llega al 50 por ciento de lo que está pasando».
Esta semana, cientos de cubanos que residen en Madrid se han echado a las calles replicando el lema de sus compatriotas: «Patria y vida». Pero Rojas no les acompaña. Su trabajo es despachar comandas, ahora más que nunca: «Es necesario mandarles dinero a nuestros familiares, hay colas para comprar algo que no te soluciona nada». Cree que si viviera Fidel Castro no habría estallido social: «Supo manejarlo; los que están ahora no tienen el valor ni el prestigio de haber hecho algo», critica.
El tercer hostelero preguntado por ABC desea permanecer en el anonimato. Está convencido de que cualquier detalle puede permitir al régimen rastrearle y arruinar sus planes de futuro: regresar a su tierra natal. «Nunca quise irme de Cuba. Queremos a nuestro país aunque el Gobierno aplique políticas de división, nos llaman exiliados, mercernarios, pagados por la CIA», describe. Si bien elogió la iniciativa cubana de producir una vacuna propia, el resultado ha sido desalentador: «Las personas no tienen ni un paracetamol y lo peor es que el Gobierno dice que todo está bien» . Mientras habla de Cuba, muestra los pelos de punta de sus brazos: «Mira, eso no se pierde nunca». Así siente la Cuba libre madrileña.
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