El líder del Partido Popular recompone los puentes con los de Abascal
Feijóo reconoce el papel de Vox, que habla de «nueva etapa de colaboración»
El Rey designa a Alberto Núñez Feijóo como candidato a la Presidencia del Gobierno
La investidura de Alberto Núñez Feijóo tiene pocas posibilidades de prosperar. Aunque el presidente del PP se afanará desde este martes en ello al contar ya con el plácet de la designación formal del Rey. Pero el proceso ha servido para que las dos ... formaciones de la derecha empiecen un camino de reconciliación. Al menos así lo presentó el presidente de Vox, Santiago Abascal.
Tras unos meses marcados por las campañas electorales y unas tensas negociaciones entre ambos en las comunidades autónomas, las relaciones entre PP y Vox han pasado meses muy delicados. Los populares siguen inmersos en una estrategia propia del periodo electoral, en la que insisten en diferenciarse de Vox a la más mínima oportunidad. Hay una parte del partido, y desde luego lo es la dirección nacional, muy sensible a esa estrategia de la diferenciación. Pero en Vox sienta especialmente mal que los populares no les traten, entienden ellos, como socios consolidados. Y que en ocasiones «compren el marco de la izquierda sobre la demonización de Vox».
La semana pasada todo saltó por los aires en la votación de la Mesa del Congreso de los Diputados. Y todavía con el trasfondo de la falta de acuerdo en la Región de Murcia. Si no hay entendimiento antes del 7 de septiembre, habrá repetición electoral. En esa votación, al constatar el PP que Cuca Gamarra no sería presidenta del Congreso de los Diputados, en Génova consideraron que no era preciso ceder uno de los cuatro puestos que ellos podrían conseguir con sus votos en la Mesa. Vox respondió votando a su propio candidato y ejemplificando la debilidad del bloque. En el PP había malesar. El domingo ABC publicaba una información en la que apuntaba que altos cargos del PP en toda España demandaban normalizar las relaciones con los de Abascal.
Después de que el secretario general de Vox, Ignacio Garriga, incrementase el lunes la presión, Santiago Abascal ha acudid a Zarzuela y ha expuesto al Rey que sus 33 diputados estaban disponibles para la investidura. Pero ponía una serie de condiciones que resumía en una: «Que el PP no colabore de ninguna forma en el cordón sanitario que se pretende levantar contra Vox». En suma lo que reclama Vox es reconocimiento y que se pusiera en valor públicamente los acuerdos entre el Partido Popular y Vox en cinco autonomías y en más de cien ayuntamientos «desautorizando a quienes los atacan y los cuestionan permanentemente».
En su intervención vespertina, Feijóo ha cumplido su parte. Aunque ha dicho que lo que leía lo llevaba escrito desde antes de escuchar a Abascal, él mismo vino a reconocer que estos días ambos han tenido que hablar para enderezar la situación. «Puede haber discrepancias. Puede haber malos entendidos. Hemos aclarado los malos entendidos y hemos valorado las discrepancias», ha asegurado Feijóo. El presidente del PP ha defendido que con Vox le une una «relación de normalidad democrática» y ha puesto en valor que así lo están haciendo «en distintas instituciones donde gobernamos» y «en otras donde gobernamos indirectamente».
Tras escuchar las palabras del popular, Abascal escribía este comentario: «Celebro que el señor Feijóo haya atendido las justas peticiones de Vox. Espero que a partir de ahora los enemigos de los acuerdos de gobierno entre PP y Vox se abstengan de volver a poner en peligro la construcción de la alternativa. Se abre, por tanto, una nueva etapa de colaboración entre dos formaciones muy diferentes, muy distantes, pero capaces de respetarse y ponerse de acuerdo cuando es necesario». Un nuevo comienzo. Veremos hasta cuándo. La Región de Murcia es el primer test.