No, Bildu no es un partido normal

Bildu no es un partido normal porque tiene entre sus principales objetivos defender a decenas de terroristas que siguen en la cárcel por haber intentado o cometido asesinatos y secuestros. Y no es que los defienda, es que exige su liberación sin cumplir sus penas con manifestaciones, como la que convoca todos los años en enero, y aplaude que unos payasos aleccionen a los niños vascos sobre la excarcelación de estos criminales.

Bildu no es un partido normal porque todos los demás en España han condenado sin ambages a ETA, algo a lo que los bildutarras se resisten porque sería tanto como negarse a sí mismos. Es imposible que Otegi o Pla renieguen de lo que han sido y gracias a lo cual están donde están.

Por eso son los únicos que no pueden ni quieren sumarse a declaraciones conjuntas de todos los demás partidos contra ETA o contra los homenajes a etarras, como volvió a ocurrir hace menos de tres meses en el Parlamento vasco. O, más recientemente, cuando fue el único grupo que no condenó la profanación del monolito en memoria del socialista Fernando Buesa y su escolta Jorge Díez, asesinados por la banda terrorista. ¿Cómo puede ser normal no repudiar semejante ignominia?

Y es que no puede ser normal nada ni nadie incapaz de apoyar aquello en lo que coinciden todos los demás, desde el PNV hasta Vox, pasando por PSOE, PP y Podemos. Ese es el mejor ejemplo de que los partidos normales discrepan en casi todo, como es lógico, necesario y saludable en cualquier democracia que se precie, pero sólo los que no son normales, como Bildu, reniegan de aquello en lo que coinciden todos los demás de un extremo a otro.

Y Bildu no es un partido normal porque hasta hace muy poco los que representaban a la inmensa mayoría de españoles, incluido el PSOE, se negaban a sentarse con ellos, empezando por el mismo Pedro Sánchez del «si quiere se lo repito veinte veces». Si lo hace ahora no es porque los de Otegi se hayan movido un milímetro de donde estaban cuando los socialistas aborrecían de ellos, sino porque los socialistas han accedido a sentarse y pactar con los que aplaudían o justificaban los asesinatos de sus compañeros Fernando Múgica, Ernest Lluch, Enrique Casas, Isaías Carrasco, Joseba Pagaza o el citado Buesa.

Por todo eso, Bildu no es ni será un partido normal mientras no pida perdón con sinceridad, condene a ETA sin peros, se desprenda de todos sus responsables con pasado terrorista y exija a los etarras que colaboren con la Justicia para esclarecer el 40 por ciento de sus crímenes, que todavía hoy siguen impunes por su culpa.

Sólo de ellos depende ser un partido normal, otra cosa es que quieran e incluso que puedan, porque sería tanto como reconocer que la vida de muchos de sus máximos representantes ha sido una infamia. Porque una cosa es ser un partido legal (ni las víctimas de ETA dudan de que Bildu lo sea, ya sólo faltaba que no lo fuera) y otra muy distinta que sea normal, para lo cual hay que cumplir unos mínimos éticos y morales que los de Otegi siguen sin cumplir. La Falange también es un partido legal y no por eso la inmensa mayoría lo considera normal, lo cual no depende de que le voten más o menos personas, sino de que defienda o no condene más o menos barbaridades.