ACOTACIONES DE UN OYENTE
El Gobierno deja sola a Ana Redondo
Algunos miembros de la bancada azul -Alegría y Rodríguez- ni siquiera aplaudieron a la ministra de Igualdad tras su intervención
El Gobierno se sacude los fallos en las pulseras antimaltrato y acusa al PP de generar alarma social
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Iniciar sesiónHasta cinco ministros fueron preguntados por las pulseras: Montero, por Ester Muñoz y por Juan Bravo; Bolaños, por Tellado; Alegría, por Javier Merino; Isabel Rodríguez por Mirian Guardiola; y la propia Ana Redondo por Jaime de los Santos y Silvia Franco. Parece lógico, puesto que ... el escándalo trasciende al Ministerio de Igualdad para afectar al de Justicia, al de Hacienda, al de Interior —al que inexplicablemente no preguntaron por este tema— y, en mi opinión, a la propia Presidencia del Gobierno.
Si la lucha contra el maltrato es un asunto de primer nivel -yo así lo creo- las responsabilidades también deben afectar al primer nivel. Pero Sánchez no estaba, «el candidato a Premio Nobel andaba dando vueltas por Nueva York», en palabras de Bendodo. Y, en cualquier caso, sorprende que ninguno de los ministros defendiera explícitamente a Ana Redondo. Tampoco lo hicieron espontáneamente Saiz, Planas o Marlaska, que, aunque no fueron preguntados por ese tema, podrían haber forzado una muestra de solidaridad. Pero es que algunos miembros de la bancada azul -Alegría y Rodríguez- ni siquiera aplaudieron a la ministra tras su intervención. Ana Redondo está sola. Las únicas explicaciones que el Gobierno quiso dar sobre este tema fueron las genéricas del argumentario, más enfocadas en atacar al PP y en proteger el posicionamiento electoral del PSOE como partido feminista -posicionamiento debilitado tras los escándalos de prostitución-, que a defender la gestión de la ministra.
En este sentido, me permito trasladarles mis argumentos favoritos. El mejor el de Patxi López, siempre en otro nivel, que quitó importancia al hecho de que decenas de mujeres vieran cómo sus maltratadores quebrantaban las órdenes de alejamiento al asegurar que «ni una sola mujer se ha quejado». Le faltó decir «que si necesitaban ayuda, la hubieran pedido». Pero hay más. Ana Redondo: «Son bulos y mentiras, utilizan a las víctimas como ariete contra el Gobierno», aseguró mirando a un punto perdido en el techo que, según pude calcular luego, correspondía a la figura alegórica de la virtud de la 'diligencia'. Supongo que el destino es un cachondo.
Patxi López quitó importancia a la polémica de las pulseras: «Ni una sola mujer se ha quejado»
Siguió, en todo caso, la diligente y virtuosa ministra, hablando abstraída, con una cara como de estar intentando dividir con dos decimales, para asegurar que «hoy quieren reprobarme a mí por un asunto en el que ninguna de las mujeres que llevaban pulsera ha sido asesinada mientras que no reprueban al señor Mazón que tiene a sus espaldas más de doscientas mujeres y hombres víctimas». Si es que se asustan por nada, de verdad. Y añadió que lo que no van a hacer ellos «es abrir casas para hombres maltratados como hacen ustedes en Madrid». Siguió, asegurando que «no se puede defender a las mujeres y gobernar con Vox en ayuntamientos» y, en un final asombroso, concluir que (sic) «ese feminismo, ese que perjudica radicalmente a las mujeres es el que las ataca y las pone en riesgo, ese feminismo de boquilla porque, en definitiva, lo único que les interesa es seguir gobernando a cualquier costa, a costa de las mujeres y con la extrema derecha de Vox». Y se sentó. Supongo que pensando en lo que había dicho.
Llama la atención que nadie en el bloque de investidura tenga nada que decir sobre este tema. Lo deben ver como algo menor. Y lo mismo podríamos decir de las feministas, que, no tengo dudas, habrían rodeado hoy el Congreso si este escándalo hubiera tenido lugar bajo un gobierno del PP. No vimos ni una, ni la veremos. El lector más bisoño podría concluir que, tras el desastre de gestión y tras las peticiones de dimisión y de cese, Ana Redondo está más débil que nunca. Se equivocan. Ana Redondo estaba ya en todas las quinielas para salir del gabinete en una eventual crisis de gobierno, caminito a la candidatura del PSOE a la alcaldía de Valladolid.
Pero el lector más avezado sabrá convenir conmigo que, siguiendo la lógica sanchista, su cese sería interpretado como un auto señalamiento y como una admisión de culpa del PSOE delante de las víctimas, algo que no pueden permitirse tras haber perdido tanto voto femenino. Así que, paradójicamente, Redondo está, desde hoy, blindada. Igual que ningún acto de grandeza ha de quedar sin castigo, ninguna muestra de ineptitud puede quedar sin premio. Posiblemente para su desesperación.
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