José Luis Jiménez
La foto que Caballero le negó a González Formoso
Por cuatro veces, el líder derrotado se negó a salir y darse la mano con su sustituto al frente del PSdeG
La noche en la sede de O Pino estuvo marcada por una calma tensa. En el interior de las oficinas, el ‘gonzalismo’ iba digiriendo la derrota con el cuentagotas de los resultados de las agrupaciones . Caras largas de los afines al secretario general, ... que veían agotada su ‘baraka’. Con la oficialidad de los datos (una hora después de la oficiosidad), aún hubo que esperar a que el perdedor asumiera su derrota. Y empezó lo grotesco.
Sus leales fueron desfilando en procesión hasta el escenario de la sala de prensa, y entonando el ‘Bella Ciao’ recibieron a su jefe de filas, que se dibujó una sonrisa en la derrota que hacía presagiar un alarde de deportividad. «Me encantan las primarias», «nuestro reto es fortalecer el PSdeG» , «voy a seguir remando». Esquivó los dardos de la prensa, siempre ducha en buscar las cosquillas cuando uno no tiene ganas de chiste, y se marchó a su todavía despacho en las entrañas de la sede.
Y con estas llegó Valentín . Si los ‘gonzalistas’ cabían apretujados en el escenario, los afines a Formoso llenaron toda la sala de prensa. La victoria concita más entusiasmos que la derrota. Discurso muy breve y, a su salida, alguien planteó una foto entre el secretario saliente y el entrante, un apretón de manos que simbolizara la normalidad interna de un partido, y desterrara ese tópico malicioso de que estos procesos dejan heridas abiertas, como ayer exponía en estas páginas Luis Ojea.
Una, dos, tres y hasta cuatro veces se adentró en la zona de oficinas un destacado dirigente del ‘valentinismo’ para invitar a Caballero a participar del momento, a no alimentar la creación de frentes. Y las cuatro recibió una negativa . Caballero se negó a saludar a su sustituto, a reconocer con un simple gesto —lo hizo de palabra durante su discurso, eso sí— que el testigo correspondía a otro. Prefirió esconderse, hurtarle a Formoso una foto de su triunfo, que no es el suyo sino el del 60% de la militancia del PSdeG.
Este feo gesto, impropio de quien vendía poco antes deportividad y buena lid en la derrota, puede tener muchas lecturas. Casi la más buenista puede ser que Caballero no había previsto un resultado como este y necesitaba tiempo y soledad para procesarlo. Pero de ser así, no habría colocado a algunos próximos en puestos blindados durante cinco años, como hizo con una estrecha colaboradora en el consejo de la CRTVG. O sea, que por su cabeza sí pasaba este batacazo.
Ahora la duda del ‘valentinismo’ es si esta cobardía, si este encastillamiento de Caballero y sus mariachis —que amenazan con atornillarse en sus escaños hasta el fin de la legislatura— es exclusivo de ellos o, por el contrario, se extiende a ese 40% del partido que pensaba que Gonzalo merecía una nueva oportunidad . Porque si es esto segundo, al final va a resultar que Luis Ojea tenía razón.
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