Un golpe de mar que provocó un fallo eléctrico o desplazó la carga, hipótesis del naufragio

El pesquero hundido, construido en 2004, pasó todas las inspecciones y aprobó las certificaciones

Nadie espera milagros en una zona en la que el agua está a cuatro grados y la sensación térmica es de menos 17

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Helicóptero canadiense que participa en la búsqueda de los desaparecidos EFE

El barco está hundido y los tres supervivientes en estado de ‘shock’, de modo que no han podido facilitar un relato completo de lo sucedido, pero las familias de los nueve muertos y doce desaparecidos del Villa de Pitanxo necesitan unas respuestas que, por ... el momento, no existen; no, al menos, que sean categóricas, aunque ayer los expertos ya empezaban a dar algunas de las claves de la tragedia. La principal hipótesis es que el arrastrero, de 50 metros de eslora y diez de manga, recibió un fuerte golpe de mar que o bien inutilizó su sistema eléctrico, dejándolo a la deriva, o provocó un fatal desplazamiento de la carga que desembocó en el naufragio.

En un caso u otro el pesquero, con base en Marín y que zarpó desde Vigo el 26 de enero, quedó con la quilla al sol en pocos minutos, en un momento, además, en el que prácticamente toda la tripulación estaba en las bodegas porque las condiciones meteorológicas –temperaturas bajo cero y un fuerte viento– hacían imposible faenar. Aún habrá que esperar a conocerse los detalles del testimonio de los supervivientes –el patrón, Juan Padín; su sobrino, el marinero Eduardo Rial Padín, y su compañero Samuel Kwesi, de origen ghanés–, pero muchos creen que tuvo que ver con ello que estuvieran en el puente de mando cuando se produjo la tragedia .

Sara Prieto, novia de Eduardo Rial Padín, abundó en la hipótesis del golpe de mar que, según dijo, era la que se barajaba entre los marineros de Cangas de O Morrazo. El presidente de la Cofradía de Armadores, Javier Touza, hizo ayer hincapié, en varias entrevistas, en que es fundamental conocer las causas del naufragio para poder tomar las medidas que eviten tragedias como esta en el futuro, la más grave en décadas de un pesquero gallego. Al menos, de lo que no hay duda es de que el barco era seguro, había pasado todas las inspecciones y tenía todas las certificaciones, según el Ministerio de Transportes.

Las declaraciones de los supervivientes , que ayer seguían en ‘shock’, aún tardarán horas, porque el barco que los rescató, el Playa Menduiña Dos, permaneció en la zona del naufragio hasta ayer mismo para colaborar en la búsqueda de más víctimas. Las condiciones en las que se hacen esos trabajos son especialmente duras, con olas de hasta nueve metros, temperaturas de ocho grados bajo cero con una sensación térmica de menos 17, y vientos de casi 60 kilómetros por hora. Al menos, la visibilidad había mejorado respecto al momento del naufragio.

Como en una lotería macabra, los familiares de los nueve muertos y doce desaparecidos del Villa de Pitanxo esperaban ayer, con angustia indescriptible, noticias sobre si su ser querido está entre los primeros o entre los segundos. No hay, claro, esperanzas de que puedan estar con vida, pero al menos esperan poder dar sepultura a su allegado y poder cerrar el duelo. Lo peor, además, es que para tener esa información aún habrá que esperar bastantes horas, porque los cuerpos están en barcos que aún participan en el dispositivo de rescate.

O Morrazo es una comarca de luto; más aún, Galicia entera lo está y no solo porque la Xunta lo haya decretado tres días, en los que las banderas ondearán a media asta, sino porque se palpa en las calles, en cada bar, en cada conversación. Hacía décadas que una tragedia así no golpeaba a esta comunidad endurecida por muchos naufragios y muchas vidas perdidas en la mar.

Como ya se ha señalado, las condiciones en Terranova son prácticamente imposibles para pensar en el milagro de encontrar más supervivientes: el agua está a 4 grados centígrados y han pasado muchas horas desde el naufragio. Quien más y quien menos se hace ya a la idea de lo inevitable.

La alcaldesa de Marín, María Ramallo , está devastada: «No recuerdo nada igual, esto ha sido terrible, no solo para el pueblo, sino para toda la comarca de O Morrazo –explica a ABC–. Hay 24 familias directamente afectadas, pero no podemos olvidar la angustia de todos aquellos que tienen a sus seres queridos embarcados en aguas de todo el mundo, porque el Grupo Nores es la mayor armadora de España y tiene barcos faenando en muchas partes».

Desde el Ayuntamiento se intenta dar calor a las familias en unos momentos tan delicados. Tres de las víctimas eran nacidas en Marín. «Pero aquí vivían desde hace mucho marineros de Perú y Ghana y los consideramos tan nuestros como los otros». Cangas y Moaña son los otros lugares de residencia de los miembros de la tripulación.

Lo que más le preocupa es la incertidumbre: «Y lo malo es que aún se tardará bastante en las identificaciones. No vale con una fotografía, porque cualquier error en este tema sería devastador». Y que Canadá rebajase ayer de diez a nueve los cadáveres recuperados es una señal de alerta. Cada minuto pesa como una losa en el ánimo de los directamente afectados. También en O Morrazo, donde sus vecinos siempre han vivido mirando al mar.

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