Feijóo contrapone la política leal de Galicia frente a la deriva secesionista

En la carballeira de San Xusto, del recién fusionado concello de Cerdedo-Cotobade, se reunió toda la plana mayor del PP nacional y autonómico. El primero, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, flanqueado por la presidenta del Congreso, Ana Pastor, el ministro de Justicia, Rafael Catalá. y todo un despliegue de cargos orgánicos e institucionales de la familia popular.

Fue un día de fiesta para el partido, una jornada para sacar músculo y espolear a las filas de la organización. Pero la sacudida terrorista de Barcelona y las provocaciones del secesionismo en la manifestación del pasado sábado alteraron el guión . El presidente de la Xunta, presente en la marcha junto a Don Felipe y Rajoy, envió un mensaje de afecto a las víctimas, a los afectados y en general a todo el pueblo de Cataluña, con independencia de su credo político.

No obstante, Feijóo no dejó de censurar de forma velada los «planteamientos políticos absurdos» de los impulsores del «procès». En circunstancias como las vividas en las últimas semanas, señaló, se multiplica la importancia de que los representantes públicos estén a la altura: «Por encima del partido están las personas, está la convivencia y está la vida», reseñó. Fue antes de atizar con dureza a la hoja de ruta del independentismo y a sus daños colaterales, en forma de fractura social: «Malditos políticos que dividen a la gente» .

Galicia es el polo opuesto que reivindica el PP. El jefe del Ejecutivo autonómico hizo referencia a su presencia en Barcelona para mostrar el respaldo de la Comunidad en momentos difíciles, sin importar quién ocupe el poder. «Estuvimos al lado de la alcaldesa de Podemos, del president independentista y del Rey y el presidente de todos los catalanes y todos los españoles », subrayó.

Feijóo defiende un estilo propio de gobernar. Ese concepto de «política a la gallega» se ramifica en varios significados. «Trabajar más de lo que se habla», es uno de ellos. Entronca con otra de sus frases favoritas, cuando en la precampaña de las pasadas autonómicas solía recordar: «Mi discurso es mi trabajo».

Al igual que el presidente autonómico, Mariano Rajoy reconoció que desde Galicia se puede medir el «tempo» político del Estado. «No sería la primera vez», admitió. La llegada a la Xunta en 2009 abrió la puerta de la Moncloa al PP en 2011; y la victoria por mayoría absoluta en septiembre de 2016 incrementó la presión para poner fin al bloqueo político en el Congreso y poder formar un Gobierno. Las claves del éxito: «La moderación y la eficacia», ahondó Rajoy, que ve a Galicia en «algunos de los mejores años» de su historia reciente. Una comunidad «fiel a sí misma, abierta al mundo y un modelo de éxito en el Estado de las autonomías» .

Por lo demás, para los populares la gestión de un territorio tiene que ver con «pensar menos en lo que nos dan los votos mañana y más en lo que creará empleo en los próximos años». Las prioridades de la Xunta empiezan por reforzar los cimientos del progreso económico. De momento, Feijóo se ampara en las cifras: «Estamos creciendo en Galicia unas décimas por encima de la economía que más crece en Europa» , afirmó, en referencia al liderazgo de España en la recuperación de la UE.

Una de las vías para seguir avanzando puede llegar de la mano del turismo, inmerso durante los últimos meses en un debate sobre la sobreabundancia de visitantes en las ciudades. Galicia, que ha batido su récord histórico en el sector, se abre a la llegada de más: « Es una tierra acogedora, donde a todos les damos la bienvenida» , concluyó el responsable del Gobierno gallego.