Alfonso Rueda, la sucesión previsible

La etapa de Feijóo comenzó en 2006 con un pacto entre territorios, y su relevo renueva el acuerdo, al menos hasta las autonómicas, que determinarán si el actual proyecto continúa o se abre a una reformulación más extensa

Rueda, en primer plano, junto a Feijóo, esta semana EFE

Parecía que el apoyo explícito de Manuel Baltar a Alfonso Rueda desencadenaba el proceso sucesorio en la Xunta, pero el guion ya estaba escrito desde la semana anterior, cuando Alberto Núñez Feijóo había mantenido reuniones con los barones provinciales para articular su relevo al frente ... del gobierno y el partido. En puridad, y parafraseando a un notable del PPdeG, desde que Feijóo dio el paso para ocupar el vacío dejado por Pablo Casado, «todos sabemos cómo acaba esta serie, aunque nos falte por ver algunos capítulos intermedios». Y el resultado ha sido la sucesión más previsible, la menos estridente, la esperada por una inmensa mayoría del partido. Al número uno lo releva su número dos, pero Rueda es algo más que un simple sustituto.

La elección de Alfonso Rueda (Pontevedra, 1968) es fruto de la renovación del pacto interno que en su día aupó a Feijóo a la presidencia del partido. Entonces acordó con José Manuel Barreiro, y previamente Rajoy lo había hecho con José Luis Baltar, con Pontevedra y La Coruña ya alineados a su favor, gracias a la intervención de Rafael Louzán y Carlos Negreira. Ahora los actores son otros, pero el procedimiento es el mismo: acuerdo entre territorios para que no haya perdedores. Y frente al relato de que se reparte el poder cual pastel, lo cierto es qu e se van a observar actitudes generosas a cambio de nada . Al tiempo.

Del mismo modo, la invitación a Diego Calvo a entrar en el próximo gobierno —que bien pudo haberse producido en 2020— siembra el futuro. Concede al líder provincial coruñés una oportunidad para conocer desde dentro las dinámicas del gobierno , le otorga proyección autonómica y mejora sus cartas ante lo que pueda venir. Porque lo que parece claro es que este PPdeG que saldrá del congreso extraordinario de finales de mayo tiene como objetivo armarse de cara a las autonómicas de 2024. Y después, en función de los resultados, podrá haber continuidad o renovación en profundidad. Y todo ello con un ojo puesto en un Feijóo que, en esas fechas, bien puede ser presidente del Gobierno de España.

Otros dos nombres propios son los de Elena Candia y Manuel Baltar. La primera ha hecho gala de una notable discreción a prueba de presiones mediáticas. Da su apoyo a Rueda y no se espera que reclame un sillón en el Consello de la Xunta. Su objetivo parece estar en la Diputación de Lugo , que ya presidió fugazmente en 2015 tras el esperpento del alcalde de Becerreá en la votación de Darío Campos. Al PP se le ha escapado la institución en las últimas dos elecciones por unos pocos votos, y ahora se cree que está más cerca que nunca.

Los movimientos de Manuel Baltar estas semanas se interpretaron en un principio como una reafirmación de la autonomía del PP de Orense, una cosechadora de buenos resultados a nivel regional pero debilitada en el ámbito municipal. Pero en las últimas jornadas deja entrever un interés por salir de las costuras provinciales y volver a jugar en una liga mayor. Dependerá del próximo presidente atender a esos cantos de sirena.

Y lo que quedará completamente de su mano será la configuración del partido. Se da por hecha la salida de Miguel Tellado de la secretaría genera l, al que sus nuevas obligaciones en Génova como vicesecretario de organización territorial le dificultarían en grado sumo permanecer en el cargo en Galicia. Alfonso Rueda dispondrá de manos libres para elegir a su secretario general, como las tuvo Feijóo en su día para proponérselo a él. Un puesto ingrato pero de enorme relevancia: es el músculo que mueve el aparato de las autonómicas.

La lealtad de Rueda

Hay en el vicepresidente primero una componente de lealtad que el partido reconoce . Feijóo lo eligió en 2006 para que asumiera la secretaría general de un PPdeG aturdido todavía por la pérdida de la Xunta pocos meses antes. Lo conocía por referencias. Su nombre venía avalado por gente como Jesús Palmou, que había sido su jefe en la Consellería de Presidencia en la época de Fraga. La primera vez que Feijóo cruzó palabra con él fue cuando lo telefoneó para ponerle al frente de la sala de máquinas del partido. Rueda estaba en el hospital con un familiar, y tras pensárselo, aceptó. Tres largos lustros después no son amigos, pero Rueda es uno de sus más fieles colaboradores. En política, esa distancia emocional ayuda a no perder la perspectiva.

Había (y hay) en Alfonso Rueda una característica que le ha hecho valioso para Feijóo. Su trayectoria política no está condicionada por una desmedida ambición política , un espacio propio desde el que aspirar a cotas mayores. No fue nunca un número dos que trabajara también para sus propias pretensiones. Ni rastro de los 'delfinatos' de tiempos pasados. A quien le quisiera escuchar le contaba que su etapa era la de Feijóo, y que si la de este concluía con una derrota electoral, él haría las maletas y volvería a su puesto de secretario de ayuntamiento.

Esa normalidad es la que, durante todo este tiempo, le ha permitido amoldarse a un escenario en el que Feijóo ocupaba todo el espacio , un hiperpresidencialismo con pros y contras: lo sobreexponía a la crítica, pero le regalaba todo el foco mediático. Esta realidad ha permitido a los conselleiros desenvolverse en perfiles bajos, zonas de grises bastante cómodas. Nadie necesitaba lucirse porque esa tarea le correspondía al presidente. Ellos eran meros soldados del general Feijóo. Incluidos los vicepresidentes.

Perfil propio

De ahí que en el partido haya el convencimiento de que, con Feijóo fuera de Galicia, Rueda va a ser capaz de desplegar ante la opinión pública un perfil político propio , más afilado, con el que ejercer un liderazgo diferente al del presidente saliente. Principalmente porque uno y otro son personas distintas de carácter y de forma de entender la vida y la política. El Rueda frío y tecnócrata de las intervenciones públicas deja paso a un tipo más natural y divertido en el trato corto. Hay aquí un claro paralelismo con Feijóo. Va a tener que bajar más a la calle para darse a conocer de verdad entre la ciudadanía de a pie.

El partido sí que lo tiene calado. De hecho, ha estado en los puestos que el PPdeG le ha ido reclamando en cada momento. Secretario general por petición de Feijóo, y líder provincial de Pontevedra cuando así se lo pidieron los alcaldes de su circunscripción, aunque ello implicara seguir robándole horas a su mujer y sus hijas Marta y Beatriz, a las que apenas ha visto crecer desde que entró en la Xunta. Es lo que no se ve de la política.

Pontevedrés militante, motero confeso, amante del running —más allá de acompañar a Rajoy en sus caminatas— y de la bicicleta, quienes han colaborado con él solo tienen buenas palabras para su forma de entender el trabajo. Es menos cartesiano que Feijóo, pero igual de firme en sus convicciones políticas . Cuenta con un equipo rodado, y que probablemente se reforzará cuando acceda a la Presidencia de la Xunta, quién sabe si con próximos a Feijóo que no realicen mudanza a la capital de España, alguno de los cuales ya trabajó en su día a las órdenes del propio Rueda.

Son nuevos tiempos para el PPdeG y la Xunta, sobre los que se cernirá en todo momento la alargada sombra de Núñez Feijóo. Aunque no esté, su presencia querrá ser intuida por la oposición para desacreditar al próximo presidente de partido y gobierno y menoscabar su figura. Con eso ya se cuenta en San Caetano y la Nécora. Pero si hay alguien que no necesita un cursillo para conocer la administración, quién es quién en el organigrama, cuáles son los puntos fuertes y débiles del Ejecutivo, cómo funcionan los sindicatos de clase y sectoriales, hasta dónde llega el Xacobeo, las necesidades de los alcaldes o el pulso de los medios de comunicación ese es Alfonso Rueda. El PPdeG está convencido. Él mantiene la prudencia aunque conoce su destino . Presidente de la Xunta. A su manera. Y sin tutelas.

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