China y las zonas de influencia
El gigante asiático prefiere comprar, no alquilar; ser propietario de toda la cadena, no un eslabón
Cambiar el nombre de lo que vemos en los mapas de América o anunciar un interés sobre Groenlandia y el Canal de Panamá, han sido anuncios desde la Casa Blanca que han suscitado críticas razonables. Los mapas son importantes, pero mucho más lo son las ... zonas de influencia, cuyo trazado sólo se adivina desde los criterios de la geopolítica. Toda potencia regional lo es porque a su alrededor ha logrado establecerla. Mantenerla implica un equilibrio inestable con alianzas basadas en intereses, y se ejerce con el poder duro o blando. Zona de influencia significa rutas y accesos, asegurar la logística mediante puertos, y la actividad económica, que son materias primas, producción, comercio. Ocurre lo mismo a nivel global, y solo hay dos Grandes Potencias. Por esa razón, el poder naval es relevante.
Lo que ocurre en Asia-Pacífico, epicentro global, ayuda a comprender los anuncios. China está cambiando mapas, domina rutas y accesos; asegura el apoyo diplomático en los cinco continentes y sabe calibrar muy bien los tiempos, que no son los nuestros. La principal estrategia de China es, precisamente, hacer creer que no tiene estrategia; pero la tiene, y es fascinante. Ayer fue Hong-Kong, hoy es el Mar del Sur China y mañana será Taiwán, transformaciones sin pegar un solo tiro. Tengamos presente que el pensamiento cívico-militar del PCCh no busca eliminar, sino reeducar.
Habrá que ver qué ocurre con el acuerdo sobre el canal de Panamá, propiedad del consorcio chino CK Hutchison y las pretensiones del liderado por BlackRock y el armador MSC. Traducido es fondos de inversión norteamericanos en una compañía italiana que controla más del 20% de conteiners a nivel mundial: poder financiero para recuperar el dominio de uno de los puntos más estratégicos del planeta.
España es interesante por su posición geográfica. Los americanos tienen base naval, aérea y su centro de satélites; los chinos tienen puertos y saben que aquí hay enormes posibilidades. El gigante asiático prefiere comprar, no alquilar; ser propietario de toda la cadena, no un eslabón. La balanza comercial con respecto a China fue negativa, de 38.750 millones de dólares, lo mismo que con Estados Unidos, pero mucho menor, de 7.000 millones. Desde esta perspectiva, el reciente encuentro de nuestro presidente con Xi Jinping es irrelevante. La falta de una diplomacia coherente lleva al servilismo, y esto es lo que termina ocurriendo en las zonas de influencia.