Feijóo logra un congreso sin escollos ni pugnas internas

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Paloma Esteban

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Un secreto guardado bajo siete llaves que todavía no ha comunicado a los afectados. Como publicó ABC, habrá incorporaciones a la cúpula como la de la eurodiputada Alma Ezcurra y otros perfiles acumularán más protagonismo. Es el caso de la diputada leonesa Ester Muñoz. Lo que sí genera expectación es el discurso de clausura del líder el próximo domingo, que muchos dirigentes ven como una especie de arranque de ciclo electoral. La incertidumbre sobre la legislatura es máxima, pero en el PP dan por hecho que Pedro Sánchez seguirá aguantando, al menos hasta después del verano, a la espera de novedades en la investigación de la trama corrupta para tomar una decisión.

Génova ya planteaba el cónclave como un mecanismo para engrasar al partido y poner a punto la maquinaria pensando en las autonómicas de Castilla y León (principios del próximo año) y Andalucía, previstas para mayo o junio. El objetivo son dos mayorías indiscutibles que hundan electoralmente al PSOE. El congreso nacional estaba pendiente desde hace tiempo. Desde 2017 no se debaten ponencias y Feijóo tampoco quiso abrir ese melón antes de las últimas elecciones generales. Decidió la fecha y la estrategia, como es habitual, con su núcleo de confianza más reducido. Y optó, al fin, por hacer un congreso completo, con los debates pendientes.

En el relativo a los estatutos, las primarias siempre son el quebradero de cabeza. Feijóo defendía una modificación del sistema actual –siempre lo ha hecho– y el PP de Madrid pensó en plantar cara, como evidenció Isabel Díaz Ayuso en una entrevista con ABC en la que afirmó que pelearía por mantener el modelo de 'un militante, un voto'. Pero la presidenta de la Comunidad de Madrid decidió recular. Algunos dirigentes hablan de «acto de generosidad» y otros consideran que «midió fuerzas» y dio un paso atrás, consciente de que no tendría los apoyos. El sistema propuesto por la ponencia estaba muy pensado para no herir sensibilidades. Mantiene el voto directo de la militancia al candidato y, en la misma papeleta, a los compromisarios que le apoyan.

La decisión se hizo esperar hasta el último momento pero el PP madrileño renunció, por primera vez en muchos congresos, a enmendar el sistema propuesto y que cambia el actual, que llegó precisamente tras una negociación muy difícil que el partido mantuvo en su día con Cristina Cifuentes. «Ayuso, como todas las lideresas madrileñas, ejerce de guardiana de las esencias de las primarias», reflexiona un veterano del partido. «Pero ha entendido lo decisivo que es el momento», zanjan. La referencia es clara: nadie en el partido quiere un lío interno, dar una batalla que desvíe la atención de lo importante, la crisis que atraviesa el Partido Socialista y la debilidad enorme de Sánchez. Si el congreso terminaba con enfrentamientos internos, reflexionan en el PP, «le habríamos puesto las cosas fáciles al Gobierno».

Pero el movimiento de Ayuso no ha pasado desapercibido dentro del partido. Muchos dirigentes reconocen que es la primera vez que la madrileña no da una batalla hasta el final. Otras voces creen que también es síntoma de una debilidad no vista hasta el momento, y que muestra su soledad en algunos territorios, recordando que los compromisarios que votarán en el congreso responden a sus jefes autonómicos. «Ha medido apoyos y quizá vio que no los tenía», zanjan.

Los datos en sí prueban que habrá menos debate y más unidad que en anteriores citas: cuatro veces menos enmiendas registradas que en el congreso de 2017. En cuanto al ideario, hay una enmienda firmada por el líder del partido en Cataluña, Alejandro Fernández, a título personal, que sin citar a Junts defiende como «inviable» llegar «a pactos de gobierno con aquellas fuerzas políticas que incluyan entre sus objetivos subvertir el orden constitucional». El enfado en la dirección nacional es enorme. Consideran que Fernández «busca protagonismo» y le reprochan su comportamiento a pesar de la «generosidad» de Feijóo con él en los últimos tiempos.

Los acuerdos con fuerzas nacionalistas e independentistas –como PNV o Junts– siempre son fuente de tensión interna. Feijóo confiaba en tener una mayoría suficiente en 2023 como para no depender de Vox e incluso poder contar con el apoyo externo de algún otro grupo parlamentario. En esta legislatura ya casi no quedan voces que vean eso como una posibilidad. Y muchos esperan que Feijóo despeje también esa duda en su discurso