«Dice que un educador le da masajes y se masturba»: así se destapó el caso de los abusos del exmarido de Mónica Oltra

Cinco años y siete meses después, la que fuera consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas se sienta este lunes 19 de septiembre en el banquillo del Juzgado de Instrucción número 15 de Valencia por la causa que investiga la gestión llevada a cabo por su departamento en el caso por el que fue condenado a cinco años de cárcel su expareja Luis Eduardo Ramírez Icardi por abusar sexualmente de una menor.

Todo un terremoto político que ha puesto en jaque la estabilidad del Ejecutivo presidido por Ximo Puig y por el que la propia Oltra se vio obligada a dimitir el pasado 21 de junio de sus cargos como vicepresidenta, consellera, diputada en las Cortes y portavoz del Consell, tan solo cinco días después de que el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana acordara su imputación por encubrir presuntamente los abusos sexuales de su marido a una menor tutelada por Igualdad.

El génesis del 'caso Oltra' se halla en un parte de incidencia del Centro de Acogida Niño Jesús de Valencia, con fecha del 27 de febrero, firmado por su directora María Isabel Domingo. En dicho documento, intervenido por la Policía Judicial en el registro de una sede de la Conselleria de Igualdad el día antes de la dimisión de la exvicepresidenta, aparece recogido el relato de la empleada del Comité Antisida sobre los presuntos abusos sexuales recibidos por parte de una menor.

«Un tema peliagudo», que la trabajadora informó por teléfono al centro, en el que una niña de catorce años decía que «había un educador que le daba masajes y se masturbaba». Ante dicha revelación, la directora solicitó ponerse inmediatamente en contacto con un psicólogo, de nombre José Francisco, para tratar los graves hechos denunciados.

Este especialista, tras entrevistarse con la víctima, le argumentó a la directora que «quizás no era todo cierto». «La primera vez que ocurrió me dice que en 2016, pero no sabe concretar, habla de tocamientos, que le llegó a coger su mano y junto a la suya tocó sus pechos», expone. No obstante, aclara que «no puedo saber si es verdad o no, o es una justificación para salir de ahí».

En paralelo, la responsable del centro de menores mantuvo una conversación con los padres de un chico llamado Andrés, por aquel entonces novio de Maite. En la misma, estos le comentan que la pareja de su hijo quería abandonar las instalaciones porque «por la noche abusan de ella» y le «hacen tocamientos». De hecho, la misma trabajadora que escuchó por primera vez a la adolescente explicó que esta «contó cosas que horrorizaron a la familia».

A partir de este momento, a la luz de los hechos, el entonces marido de Oltra fue apartado de su puesto de trabajo y, sobre el papel, el centro inició el protocolo sobre abusos sexuales, algo que el juez considera falso, pues en la entrevista que se le realizó a Maite no le preguntaron por ello, sino sobre por qué quería residir en casa de los padres de su entonces novio Andrés.

Tampoco se le derivó a un psicólogo especializado en este tipo de abusos como establece el protocolo: «He hablado con Paco [Francisco Soriano], en total discreción, hemos valorado que mejor ve a la niña la psicóloga de la sección y depende de si derivamos a Espill -el centro especializado en abusos- o ya vemos», fueron las palabras de la técnico de la Conselleria de Igualdad Ana García Tarín a Isabel Domingo, directora del centro Niño Jesús. «A la luz de lo después ocurrido, pueden extraerse indicios de que en ningún momento existió la voluntad cierta de esclarecer los hechos penalmente relevantes», subrayó el magistrado del caso, Vicente Ríos.

Menos de un mes después de denunciar los abusos sexuales, el exmarido de Oltra retomó sus quehaceres laborales en el centro de menores gracias a tres informes de incidencias que le exoneraban de cualquier tipo de responsabilidad y que zanjó el tema tan solo con una cita en Planificación Familiar.

Tres meses después de estos acontecimientos, mientras la angustia y el miedo se apoderaban de ella, Maite, apoyada por su novio, aprovechó la presencia de dos agentes de la Policía Nacional que acudieron al centro de menores para trasladar a una joven que se había escapado, para relatarles el terrible suceso con su tutor. «Díselo, díselo de una vez, anda, cuéntaselo de una vez todo y escarmienta», le reprendió.

Por fin decidida, la joven relató a los efectivos policiales que un monitor, «un tal Luis», había abusado de ella meses atrás. «Una noche mientras estaba dormida procedió a cogerme la mano y hacerse una gayola», aparece recogido en el informe de incidencia que los agentes entregaron a sus superiores.

Un documento en el que no se da más detalles sobre el agresor, pues la menor «no quiere decir más» y «le cuesta hablar por el temor que este le suscita, ya que tiene una familiar que es un cargo importante dentro de una Conselleria y que la misma sale por la tele». Dicha revelación fue suficiente para que la Policía Nacional remitiera una nota informativa a la Fiscalía para que comenzara a investigar los hechos.

Hoy, Luis Ramírez Icardi se encuentra condenado a cinco años de cárcel por abusar sexualmente de Maite y espera el recurso presentado ante el Tribunal Supremo. Por su parte, el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana confirmó la sentencia al educador por un delito continuado de abuso sexual a una menor, que dio por probado que entre dos y diez veces tras «masajearle en la zona del cuello y la espalda y, una vez creía que se hallaba dormida, cogía la mano de la niña y se masturbaba con ella, fingiendo la víctima dormir ante la vergüenza que le producía dicha situación».