Seis años de lucha judicial de una madre tras la muerte de su hijo por cáncer

«Denunciamos a las pediatras por la vía penal tras una continuada mala praxis durante un año con 26 visitas con mi hijo, que finalmente nos llevamos por lo privado (Perpetuo Socorro) porque me decían que mi hijo no tenía nada», recuerda, de su primer paso en los tribunales, tras meses de vómitos y otros síntomas ignorados -según asegura- en Pinoso , por lo que optaron por traerlo a Alicante .

«Cuando llegamos, mi hijo estaba desnutrido y deshidratado y con una anomalía en la gráfica de crecimiento desde el año de edad. Le diagnosticaron una masa tumoral en el cuello palpable de cuatro centrímetros. No nos dijeron nada más y nos remitieron a la Seguridad Social por falta de medios», continúa Virtudes.

Finalmente, en el Hospital General de Alicante empezaron a hacerle pruebas y en tan solo cinco días le diagnosticaron un tumor rabdoide extrarrenal, el más «agresivo y letal» en niños, explica. Le dieron primero cuatro ciclos de tratamiento de alta intensidad, luego 31 sesión de radioterapia y finalmente casi cinco ciclos más de quimioterapia de alta intensidad. Desgraciadamente, tras un año de tratamiento finalmente falleció. «Como somos de Valdeganga ( Albacete ) nos lo llevamos allí y lo enterrramos», señala.

Sacudidos por la tragedia, acudieron a la Justicia y un oncólogo conocido suyo, que es de Pinoso y ejerce en Alicante, accedió a testificar en su ayuda, aunque les dejó atónitos, al declarar que «como las profesionales no le vieron nada y la madre tampoco, le creció en cinco días» el tumor, una explicación sorprendente para el tiempo que el niño llevaba enfermo, tal como resalta su madre.

Tras meses de búsqueda y evasivas para contar con un perito pediátrico, entre otras razones porque el asunto iba por lo penal, consiguieron esa pericial: «Nos dijo que tanto él como el oncólogo pensaban que el tumor que le diagnosticaron no podía ser ese, por sintomatología, zona (le diagnosticaron un tumor que se da en el riñón y excepcionalmente en el cerebro, y lo tenía detrás de la nariz), así lo narran los partes, los TAC...»

Como en aquel momento tenía otro hijo, al que no se le habían hecho pruebas ni a ella ni a su marido tampoco, el temor a que le ocurriera lo mismo la llevó a solicitar las muestras del tumor en anatomía patológica del hospital para un estudio genético.

Su análisis en Barcelona reveló que se trataba de otro tipo de cáncer y se reabrió el caso, sobreseído provisionalmente por falta de pruebas). La juez solicitó si quedaban muestras de tumor, pero planteó remitirlas por correo, a lo que Virtudes se negó -asesorada por su abogado- y prefirió entregarlas en persona. A la postre, sus temores se vieron confirmados: se desecharon estas pruebas porque supuestamente se había perdido la cadena de custodia.

«Han cambiado otra vez de juez (ya llevamos tres) y nos vuelven a archivar el caso porque ahora dicen que la pericial del anatomopatólogo está basada en unas muestras que han perdido la cadena de custodia, cuando en lo penal en una muestra de tejido no hay una cadena de custodia definida: que me hagan el ADN como madre; además, la misma patóloga que supuestamente analizó las muestras fue quien me las dio. No hay otro informe forense ni han solicitado muestras. Vamos, que lo archivan porque sí», es su interpretación de este desenlace provisional.

Lleva tiempo recogiendo firmas en change.org (cuenta con 6.000) y a pie de calle, en eventos deportivos, por ejemplo, en los que lamenta la falta de comprensión de los responsables del gobierno municipal de Pinoso. «Nos hemos reunido con políticos en Castilla-La Mancha », matiza.