La hostelería echa el cierre en Valencia: «No es solo cuestión de salvar el bar, sino a nosotros mismos»

[Coronavirus Valencia en directo: nuevas restricciones, toque de queda y confinamientos desde este jueves]

La decisión de la Generalitat de clausurar la hostelería en la Comunidad Valenciana , la región con la peor presión hospitalaria del país por el coronavirus , ha caído como un jarro de agua fría en bares y restaurantes que llevan diez meses adaptándose a un clima cambiante. Acataron el cierre a las cinco de la tarde y el máximo de cuatro clientes por mesa con los aforos reducidos, pero quince días después de entrar en vigor las últimas restricciones ven como se les vuelve a colocar en centro de la diana.

Una medida que, a juicio de la Federación de Hostelería de Valencia, solo va a llevar a que proliferen las reuniones en domicilios , donde se producen seis de cada diez contagios , porque llamar a la responsabilidad individual, aseveran, no funciona. Alertan, asimismo, de que en diciembre se destruyeron más de 20.000 empleos del sector en las tres provincias, la mayoría de trabajadores volverán este jueves a los ERTE y estiman que la mitad de las empresas echen el cierre definitivo . De hecho, las diferentes asociaciones del territorio anuncian movilizaciones por una decisión que califican de «unilateral» e «injusta». Muchos se preguntan si un confinamiento en diciembre hubiera evitado el desastre. Pero ahora, «por tercera vez», ya es tarde .

«Subir una persiana cuesta mucho y cada vez es más difícil. Da la sensación de que siempre cargan contra un sector que es el motor de esta autonomía». Rafa empezó 2021 estrenando un local más espacioso que el que regentaba hasta entonces. «Arrancamos la primera semana muy bien, la segunda con restricciones horarias y ahora esto. Vamos a intentar reinventarnos, pero el problema es que las ayudas son solo promesas que no se materizan », cuenta en relación al Plan Resiste anunciado por el Gobierno autonómico .

«Llevamos arrastrando esto muchos meses, haciendo un esfuerzo muy grande y desmoraliza ver que estamos cada vez peor. Ya no es una cuestión de salvar el bar. Es una cuestión de mantenernos a nosotros mismos. Si no trabajamos, no cobramos. En unos días llegan los seguros, la Seguridad Social, el alquiler del local, la luz, el agua... Si en una situación normal en esta época llegamos justos, trabajando a un diez por ciento va a ser muy complicado », lamenta mientras atiende a unos clientes en su restaurante San Marcos, en la localidad valenciana de Turís.

En los pueblos «nos defendemos», explica Rafa. Con el servicio a domicilio y para llevar pierden una parte importante de los ingresos, pero «vamos salvando las semanas» . Pese a todo, encuentra entre el desastre un punto positivo: «Estos meses son los peores del año, esperamos que de cara al buen tiempo, la cosa mejore».

Unos metros más adelante, en el restaurante La Font del mismo municipio, un establecimiento con sobrada trayectoria, sus propietarios aseguran que nunca se habían enfrentado a nada igual. La sensación es la misma que aquel 10 de marzo en el que Valencia se vió privada de sus Fallas por un virus que llegó para poner nuestras vidas patas arriba y la hostelería se quedó con las neveras llenas , a las puertas de una de las mejores facturaciones del año.

Fue precisamente lo que le ocurrió a Tere, la gerente del local, que no entiende «que nos cierren a nosotros y el resto siga abierto. Es incoherente». Su hija Laura, que trabaja en el restaurante, explica que ahora han ido calculando los suministros para que no les pasara lo mismo que en marzo. De hecho, ponen el foco en que el cierre de la hostelería será también un duro golpe para otros sectores, sobre todo, el de la alimentación, «Esto afecta hasta al pescador que tiene que salir a faenar y va a tener más complicado vender el producto», comenta Laura.

Sobre el cierre, anunciado en una comparecencia del presidente Ximo Puig con 36 horas de antelación, «falta información, algunos puntos del decreto son ambiguos y tenemos dudas ». Se sienten solos y piden que se les acompañe desde las instituciones en todo este proceso. «¿Si abrimos para pedidos tendremos derecho a las ayudas?», se preguntan. Además, trasladan una queja que se repite en otros locales: «Nos han estado limitando los aforos y los horarios, pero el pago de las facturas no, y todo sigue subiendo ».

Un panorama de «incertidumbre», sin contar que las celebraciones de bodas, bautizos o comuniones que acoge su salón quedan totalmente en el limbo. Servir a domicilio tampoco es una opción para ellos porque no tienen una infraestructura como la de las grandes cadenas en la ciudad y eso conllevaría «una inversión importante».

«No tenemos medios para organizarnos y hacerlo bien. Estamos acostumbrados a hacer nuestros platos y servirlos inmediatamente. Vamos sumando experiencia, pero el cliente es exigente y, aunque esto también es nuevo para nosotros, no podemos fallar », apunta Laura.

Estos son solo dos ejemplos de los miles de bares y restaurantes de la Comunidad Valenciana que desde este jueves y, al menos, hasta principios de febrero dejarán de acoger a sus parroquianos. «Que sean quince días y no sean más» , sentencia uno de ellos.