SHAMBHALA
Luces de emergencia
Es dulce que en Navidad pensemos un poco en quién somos y lo que hacemos. No son tan dulces, y suelen llevar a trágico dolor, los propósitos de Año Nuevo, pero es tradicional hacerlos
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Iniciar sesiónCuando un parque de atracciones quiere quedar bien con un cliente le invita a montar en una montaña rusa oscura con las luces de emergencia. Disney tuvo la cortesía de invitarme a Space Mountain. A oscuras es vertiginoso y emocionante. Con las luces encendidas ... ves y entiendes la estructura.
Es tiempo de montar el belén con el musgo y las figuritas y las lucecitas. Pero el belén con las luces de emergencia, desnudo; el belén cuando comprendes su estructura es el sistema que organiza la Civilización. Es la familia como eje vertebrador de la sociedad. La familia con las luces de emergencia es un sistema. No un amor, un sistema. El amor nos redime y está bien. El sistema nos salva y es imprescindible.
Es dulce que en Navidad pensemos un poco en quién somos y lo que hacemos. No son tan dulces, y suelen llevar a trágico dolor, los propósitos de Año Nuevo, pero es tradicional hacerlos. Lo mejor sería dejarlos en un plano teórico, retórico, esos pensamientos que como vienen se van sin más importancia. Tienes ya una edad y mucho más que proteger que conquistar. Mucho más por proteger. Ésta es la clave. Y que todo es circular y está conectado.
El belén con las luces de emergencia es el raíl de la montaña rusa, los extintores, las escaleras por si hay averías, el casco de obra que ha olvidado un operario. Es un escarnio usar la Navidad para pensar en lo que nuestra vida podría haber sido. Es débil dejarse llevar por los pastorcillos o por el musgo. No digas que la menta o el tomillo. Puedes decorar como quieras la escena pero el sistema no se toca porque entonces cae la montaña rusa. Y el drama no es que caiga sino que te cae encima. Los parques de atracciones venden magia, maravilla. Pero la base de su negocio es la fiabilidad basada en la seguridad. La perfección fría y calculada de la máquina. La previsión de cualquier incidencia y el protocolo para resolverla. Lo mismo es tu familia aunque luego los sentimientos te configuren con deseos ilusorios que, dicho sea con todo respeto, no guardan proporción con tu inteligencia razonadora.
El casco que ha olvidado el operario eres mucho más tú y tu estructura que las fantasías que todos de vez en cuando tenemos de vivir más tranquilos o sintiéndonos más queridos. Los señores cuando se enfadan se vuelven tacaños; las señoras, histéricas. Para un hijo que os divorciéis es abrir la puerta a las drogas, a las motos y a los tatuajes. Y ese sexo desordenado de los condenados a un plus de intemperie. Romper una familia es un atentado. Son lecciones fundamentales que es bueno recordar en estas fechas en que un exceso de allegados al abordaje puede desenfocar tu visión del belén. Enciende las luces de emergencia.
Y no querría que pensaras que no entiendo tu desánimo, tu desconsuelo, la sensación de ser una mula de carga para todos y nadie se ocupa de tus sentimientos. Sé cómo te sientes y por supuesto me gustaría, porque te quiero, que las cosas te hubieran ido mejor. Esta conversación es contigo pero podría ser yo con yo o con cualquiera de mis amigos. Por eso sé tan bien lo que digo. Crees que sería más agradable vivir tranquilo y también te doy la razón. ¿Pero de verdad crees que podrías vivir tranquilo sabiendo que has demolido la estructura fundamental de tus hijos? ¿De verdad crees que echando a tu esposa o tu marido no echas una parte esencial de ti mismo? Hay casos extremos de violencia o de vida insostenible en que es posible que no quede otro camino. Pero la mayoría de separaciones y divorcios no son estos casos.
Hay que ser más fríos, más duros, más soldados. No hay que pensar en lo que queremos. Hay que recordar qué defendemos. Ahora tú imagínate que el Estado de Israel y sus soldados pensaran en lo que quieren. Sólo porque piensan en lo que defienden, tú y yo tenemos derecho a vivir en paz y libertad. Queremos siempre más y es muy importante que queramos siempre más porque es el motor que hace que el mundo avance, pero aunque nunca tenemos todo lo que queremos, personas como tú y como yo tenemos que vivir más que satisfechos porque nos ha tocado nacer en la parte afortunada del planeta y en unas condiciones que en fin, no se me ocurren otras mejores.
He visto en la última temporada de 'The Crown' cómo el príncipe Guillermo culpa a su padre de la muerte de su madre. Por supuesto es una acusación injusta, tal como se encarga de hacerle ver con ternura y majestad su abuelo. Pero los ojos de asesino del príncipe reprochando a su padre que se divorciara, esa mirada furiosa de hijo arrasado y desprotegido es la que persigue a cualquier padre y a cualquier madre cuando rompe una familia. Está mirada del desvalido, del que confío en ti y tú le rompiste el mundo. El gran valor de esta escena es que Guillermo no tiene razón pero tiene el sentimiento. El gran mérito y la gran enseñanza de esta escena, sin duda, una de las mejores de la serie completa, es que a los padres no nos basta con desarrollar correctamente un argumento ni en no ser culpables de aquello de los que nuestros hijos nos acusan a gritos o veladamente. Hay algo más irracional y más profundo que cuando se desborda cuesta mucho de reconducir y el cauce de todos los cauces es la familia, la estructura, el sistema, el raíl por donde pasa una y otra vez el carrito según una inercia perfectamente calculada y las alarmas que se disparan cuando algún mecanismo del engranaje no funciona según lo previsto.
El belén, la montaña rusa, las luces de emergencia. El rebote infantil, los minutos de indignación aunque sea aparatosa a los que tienes derecho. Los amigos que estamos para calmarnos y recordarnos cuáles son nuestras virtudes profundas, incómodas, resistentes. Las que nos hacen como somos y hacen que todavía nos gustamos cuando amaina la tormenta de lo que nos irrita y nos confunde y nos devuelve si cedemos la imagen del derrotado en el espejo.
Apagaron las luces y nos invitaron a otro viaje solos con mi esposa y mi hija. Conocer el sistema y protegerlo y que me proteja no significa que no prefiera las vueltas y más vueltas de la magia.
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