El Liceo abre temporada con 'Don Pasquale' de Donizetti
Considerada la última gran ópera buffa, plantea en clave de humor una reflexión sobre la vejez y la crueldad
Barcelona
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Iniciar sesiónEl Gran Teatro del Liceo inicia temporada este miércoles con 'Don Pasquale', de Gaetano Donizzetti. El veterano —y sabio— bajo-barítono Carlos Chausson, que encarna al protagonista, lo resume así: «Donizetti definió esta ópera como un dramma buffo: es un drama, y es ... cómico. Todo a la vez. Con eso, está todo dicho». En efecto, 'Don Pasquale' está considerada el colofón del género buffo tal como se conoció hasta el siglo XIX, pero es mucho más que eso.
Donizetti la escribió al final de su carrera. Después compuso aún tres óperas más, pero esta fue su último gran éxito. A sus 45 años —murió con sólo 51—, nos legó una reflexión sobre la senectud bajo la apariencia de una historia divertida en la que un señor más que maduro, Don Pasquale, es cruelmente engañado y llega a creerse que se va a casar con una bella joven. El enredo, urdido por su supuesto amigo Malatesta, tiene como finalidad lograr que el anciano permita que su sobrino Ernesto se case con su amada Norina, en lugar de con la esposa que le ha buscado su vetusto tío.
El director de escena, Damiano Michieletto, asegura haber intentado «dar espacio a la parte divertida de la historia, a la comedia», pero sin dejar de lado la parte «más melancólica», porque «todos los personajes tienen claroscuros». Don Pasquale nos parece un carcamal, pero «su viaje es más complicado: viene de un matrimonio infeliz, se siente solo», y esto explica su comportamiento infantil e injusto. «No es una historia con personajes simplemente buffos, sino humanos: llevan esta doble naturaleza en su interior», asegura Michieletto.
En la misma línea, la soprano catalana Sara Blanch trata de justificar a su personaje: «Siempre intento buscar una parte de bondad en las personas y en los personajes, e intento entender por qué Norina es tan cruel». Su conclusión es que ella «no se ha sentido libre de estar con la persona a la que ama» por culpa de Don Pasquale, y en el fondo «lo que hace es reivindicar su libertad, su posición, que nadie le diga lo que tiene que hacer con su vida».
Musicalmente, la obra se sitúa en la frontera entre el Clasicismo y el Romanticismo. El maestro Josep Pons asegura que, en su partitura, «Donizetti concreta más los detalles dinámicos que Bellini y Rossini, y aunque hace pensar más en Mozart que en Verdi, también apunta hacia algunos elementos verdianos». Con todo, la gran diferencia con el belcantismo es que la orquesta «va a remolque» de la acción y los cantantes, y en 'Don Pasquale' su papel es, sobre todo, «caracterizar psicológicamente» cada momento de la trama.
Por lo que respecta al elenco, en él se encuentran jóvenes cantantes nacionales que en los últimos años están configurando un verdadero plantel en el Liceo. Desde la propia Sara Blanch, Serena Sáenz y Carles Pachón hasta Xabier Anduaga, que ha puesto ya las bases de una sólida carrera. «Es un posicionamiento del teatro, que reivindica a estas personas que serán leyenda de nuestro teatro», asegura el director artístico Victor García de Gomar, que define como un «manifiesto» la selección de los intérpretes para este montaje.
A partir de 'Don Pasquale', las óperas no han perdido elementos de comicidad (escúchese a Strauss, o al Verdi de 'Falstaff', por poner dos ejemplos evidentes), pero sí que dejaron de estar pensadas como esas perfectas máquinas teatrales de hacer reír, en los que todos los engranajes encajan para lograr carcajadas: muchas puertas que se abren y se cierran, disfraces, confusiones absurdas, personajes estereotipados, etc. En este Donizzetti, todo ello está aún vigente.
Entre estos elementos de sorpresa para el público se cuenta el bofetón que Norina propina a Don Pasquale en uno de los momentos álgidos. El compositor, sin quererlo, ha regalado una anécdota a la compañía: en los ensayos, Chausson ha tenido que vérselas con una Norina diestra (Blanch) y una zurda (Sáenz). Enmedio de todo el lío, el detalle tiene más enjundia de la que parece, porque a veces el cantante tenía que protegerse por un lado y, a veces, por el otro. Don Pasquale y sus falsas pretendientes tuvieron que sentarse y pactar. El tortazo se lo arrean ambas con la izquierda, y así se aseguran que todo queda en una simulación teatral, como tiene que ser.
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