noción personal

TORRE DE LA ROSALEDA, LA CAÍDA DE UN SÍMBOLO

alejandro j. garcía nistal

Diseñada en tiempos de Ismael Álvarez como alcalde de Ponferrada, la llamada Torre de la Rosaleda suponía el cénit de una época y un modo de hacer política ligado a la economía de la especulación urbanística. El nuevo barrio de la capital del Bierzo, tomado ... de antiguas escombreras y prados de Ponferrada, tendría como broche final en su boulevard central una magistral estructura que superaría a la del Duque de Lerma de Valladolid. En esencia, el concepto era similar. Se trataba de levantar en el menor espacio posible un bloque de apartamentos infinito rodeado de la aureola de modernidad y lujo. Era el centro de la comarca, lo más «in». Se quedó en lo más «out».

En primer lugar sus sótanos y estructura se asientan en un suelo donde las fuentes y manantiales brotan por doquier, con lo que los motores para achicar agua fueron y son una constante. El agua siempre tiende a ir por su lugar. En su propiedad compartida entra una familia de apellido conocido en la ciudad y una empresa asturiana, quienes tuvieron relaciones comerciales e intereses muy ligados a los constructores del centro comercial cercano. Todo un galimatías de porcentajes e intereses que algún día debería aclararse. El principal constructor, Begar, dejó el edificio a medio culminar y sólo a trancas y barrancas se pudieron cumplir plazos, vender apartamentos y abrir parte de la mole. Todo aquel que viene al Bierzo encuentra en su particular sky line la torre de la Basílica de la Encina, las chimeneas de la Central de Endesa y… «el engendro ese». A veces, hay quien lo ha confundido con una torre de entrenamientos del Parque de Bomberos, y hasta hay un famoso periodista local que a la vez que prestaba su imagen pretendía abrir unos estudios centrales en su cúpula. Mera quimera.

Fue el actual alcalde, López Riesco, quien tuvo el dudoso honor de poner su primera piedra. La burbuja inmobiliaria daba sus primeros síntomas, pero nadie sospecha hasta qué punto iba a quedar arrasada la comarca, sus industrias y paralizadas las construcciones públicas y privadas. La prensa colaboracionista arengaba de sus ventajas y ofertas por adquirir un apartamento allí. Algunos sucumbieron a la llamada. Primeros vecinos, reportajes a toda página…Pero los problemas continuaban. No se vendía al ritmo pensado, las obras no terminaban del todo. Los ocupas y fiesteros, que también los hubo, eran desalojados. Algún suicida que se colaba o incluso los ascensores, que al no pagar el servicio de mantenimiento, dejaban de funcionar con algún inquilino dentro. Siempre hubo anécdotas en estos recientes años. Visitantes ilustres a los que se subía a lo más alto como ejemplo de un esnobismo rancio y de negación de la realidad que estaba por venir.

Y en estas, el Barrio de la Rosaleda se ha quedado a medio realizar, los míticos cien mil vecinos si se llenase con sus alrededores no serán posible incluirlos en el padrón municipal. La eléctrica de turno corta la luz por impago. Media torre dormita sin habitantes, ni compradores, ni vendedores. Las deudas crecen al ritmo que los problemas. Los vecinos abandonan las casas con linternas frontales para no tropezar en las interminables escaleras. El símbolo de una Ponferrada que se soñó, quedó ahí.

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