Guillermo Garabito - Buenos días, Vietnam
Aborto o soledad
Eliminar la reflexión de la ecuación es el modus operandi de la izquierda desde hace tiempo

A la nueva ley estrella de Montero le pasa como a las anteriores: que lo que menos le importa es la mujer. Todo para la mujer, pero sin abandonadola mujer. Ese despotismo, más que ilustrado abocetado, de brocha gorda. Una cría –porque a los dieciséis ... años y a los diecisiete no se es otra cosa– yendo a hurtadillas, como un criminal, a abortar. Para eso ha quedado la mujer. De tapadillo y con el miedo a cuestas, pero sobre todo sola. Porque para ser una ley muy moderna tiene reminiscencias de algo muy antiguo. Londres, pero sin vuelo y por la pública. Desde cuándo reflexionar es peyorativo como para eliminarlo de cualquier ley. Reflexionar debe de ser ya sólo asunto de conservadores y demás demócratas intolerables. En qué cabeza cabe que cualquier decisión en la vida, más la de abortar a un hijo, debería conllevar, ya si no una reflexión, una pausa o un café como mínimo. Eliminar la reflexión de la ecuación es el modus operandi de la izquierda desde hace tiempo. Se contesta con las tripas en el parlamento, se gobierna incendiando España cada vez que surge un problema y no se reflexiona ya ni en la jornada de reflexión. «Reflexionar es de fachas» será el próximo eslogan del PSOE para las generales.
Está estudiado que las principales causas del aborto son socioeconómicas y que dentro de ellas tiene un papel principal la presión del entorno. A lo que uno sigue sin ver mucho margen para la libertad de decisión, pero qué sabrá uno.
Lo que si sé es que el drama del aborto siempre es el mismo: la soledad de la mujer. Porque el Gobierno dará todas las facilidades, pero no acompaña. Irene Montero no te coge la mano cuando duele, cuando sangras, cuando estás sola con tu soledad, el miedo y tus dilemas los días después entre el dolor y el trauma. Nadie habla del trauma.
La libertad sería dar a conocer de la misma manera otras alternativas. Apoyar económicamente a todas las que quieren continuar y no pueden, acompañarlas tomen la decisión que tomen al final… Pero, claro, sería humanizar a las mujeres y el Ejecutivo no lo puede consentir. Un Gobierno debería ser la salvaguarda de los más débiles. Y no hablo ya del no nacido, que hace tiempo que en España tiene menos oportunidades que un gato en un arcén, sino de las mujeres que quisieran no tener que abortar pero no encuentran más alternativa porque el Gobierno no se las ofrece. Las han abandonado sin miramientos y con la única garantía de que les salga gratis el trauma.
Decía una experta que está nueva ley del aborto es el triunfo del derecho de pernada; de los hombres que no quieren responsabilizarse de sus actos, de las mujeres solas y acongojadas. Sigo sin ver por ningún lado como empodera a la mujer esta nueva ley… Mucha libertad, pero aquí la única que decide es Irene Montero: o aborto o soledad.
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