Coronavirus Castilla y León
Un año bajo la amenaza del Covid-19: Las cicatrices de una herida abierta
Más de 10.400 muertos, casi 214.000 casos, desplome de la economía y las colas del paro y del hambre disparadas
El Ejército participó en las labores de vigilancia de cumplimiento del confinamiento durante el primer estado de alarma, la pasada primavera, por el Covid-19
Falta de aire, dificultad para respirar, pérdida del olfato y el gusto, pelo que se cae, erupciones cutáneas, tos, dolor muscular, fiebre... Las múltiples caras con las que se muestra el Covid-19, capaz de pasar por el cuerpo de algunos sin síntomas a llevarse ... por delante a las víctimas en las que se cuela hasta lo más profundo. Daños multiorgánicos que en este año de pandemia ha demostrado que sus heridas y secuelas van más allá del cuerpo humano . Llegó para infectarlo todo, cambiar la vida y hacer tambalear los cimientos de la sanidad, la economía y la sociedad en general. Un año de la declaración del primer estado de alarma, una figura prácticamente desconocida, pero que doce meses después forma parte del nuevo día a día de la limitación de movimientos, el toque de queda, las mascarillas, las continuas bajada de persianas de negocios, las colas del desempleo cada vez más alargadas a la par que las del hambre suman más bocas que alimentar...
Doce meses desde que el SARS-CoV-2 procedente de China hacía su explosión mundial, a la que Castilla y León no ha sido ajena. Ya antes de la entrada en vigor, el 15 de marzo, se encendían las alertas. La Junta ya había reclamado esa figura excepcional y aprobado las primeras restricciones que desde entonces han sido una constante. El nuevo virus circulaba por la Comunidad, anotaba los primeros fallecidos y en los hospitales –plantas y UCI– comenzaban a ingresar pacientes por decenas. Desde entonces, en un suma y sigue aún sin meta, deja ya en Castilla y León unos de 213.800 casos confirmados . Y de los cerca de 38.900 fallecimientos registrados en los últimos doce meses en la Comunidad, más de 10.400 han tenido al Covid-19 detrás . Nombres y apellidos que han pasado del DNI a una lápida. Cerca de treinta vidas segadas de media al día en duelos que se oficiaban sin ceremonia, sin familiares y con morgues que jamás imaginaron una actividad tal, incluso con crematorios a los que llegaban cadáveres de otras autonomías que tampoco daban más de sí para asumir el drama.
Los hospitales siguen surfeando las arremetidas de las sucesivas olas. Y ya van tres, con amenaza de una cuarta. La pasada primavera, el nuevo virus prácticamente lo monopolizó todo, paralizando consultas, operaciones y casi desalojando otras patologías. L as secuelas aún se notan en unos centros sanitarios que no logran retomar la normalidad y desde el verano hacen equilibrios para compaginar la patología Covid y no Covid. Cerraron 2020 con una demora media para ser operado de 152 días frente a los 94 de 2019 y más de 36.000 pacientes pendientes de cirugía.
Cerca de 2.000 personas contagiadas de Covid-19 han requerido ingreso en la UCI en Castilla y León
El invasivo coronavirus ha sido el gran protagonista. Más de 25.000 han requerido ingreso y cerca de 2.000 han necesitado de unas UCI que pronto se quedaron pequeñas para asumir la dimensión del virus. Si antes de la pandemia había poco más de 170 espacios para críticos en toda la Comunidad y no solían superar los 140 atendidos en los picos de mayor presión, llegaron a estar más del doble de su capacidad inicial y contar con más de 500 de plazas.
En los mayores
Sanidad de guerra para la batalla contra el virus , con gimnasios convertidos en habitaciones y espacios de intensivos expandidos en cualquier hueco compatible. Ya para la segunda ola, con más respiradores que permitían un alivio, las camas de críticos se duplicaron... y se han vuelto a ocupar. Son el «cuello de botella» de la pandemia. Ventilación mecánica, intubación, traqueotomía, el constante pitido de las máquinas para mantener con vida a los pacientes... Y así un día tras otro, cerca de un mes e incluso más. Es la estancia media en las UCI . Y no todos resisten: uno de cada tres en intensivos no logra salir adelante de una enfermedad todavía sin tratamiento específico. Aún así, las altas casi quintuplican a las defunciones, que ya rozan las 5.500 en los hospitales. Buena parte –1.800– de ancianos procedentes de las residencias, donde el virus también se ha llevado la vida de más de 1.100 mayores y otros tantos se fueron con síntomas compatibles. Las residencias han sido uno de los focos en los que más ha impactado el Covid . Y es que el SARS-CoV-2, que no distingue edades a la hora de hacer diana con su infección, se muestra especialmente cruel con los mayores: nueve de cada diez fallecidos, personas de 70 años o más .
Áureo, el primer vacunado en Castilla y León contra el Covid-19, recibió la primera dosis el 27 de diciembre
Un año aciago deja tras de sí el Covid-19 en los geriátricos, que ahora con la vacuna ven la luz. Apenas un 2,2 por ciento no ha podido ser inoculado ya con las dos dosis por contraindicaciones médicas, pero sus abuelos, con más de 35.300 inmunizados , ya han vuelto a pisar esa calle que tanto echaban de menos. Desde que el 27 de diciembre Áureo recibió en Cevico de la Torre (Palencia) el primer pinchazo, abrieron los ojos a la ilusión y las puertas al exterior tras meses y meses cerrados a cal y canto, sin apenas ver a sus familiares. Hacerlo con suerte a distancia, tras un cristal que apaga aún más el sonido, por una ventana o una pantalla a la que a su edad se han tenido que acostumbrar.
Ya unos días antes del silencio impuesto en las calles por el estado de alarma y el confinamiento y sólo roto por el constante trasiego de las sirenas, las residencias echaron la llave para intentar «proteger a los más débiles». Pero el virus estaba dentro. Se ha confirmado que 14.900 se han infectado en este año . La mayor parte lo ha superado y tras un año demoledor, ahora apenas tienen contagiados y hace más de dos semanas que no lloran más víctimas mortales de un virus letal que deparó imágenes cual ciencia ficción:los militares entrando a desinfectar. Protegidos de arriba a abajo, fumigando cada rincón para intentar matar al desconocido enemigo que enmudeció las calles . Policía, Guardia Civil y Ejército vigilando la restricción de movimientos en carreteras apenas transitadas, calles prácticamente vacías y aceras junto a tiendas y supermercados con colas cada día.
El curso 2020-2021 ha vuelto a ser presencia, con mascarilla y distancia
Llegó la distancia social que sigue robando besos y abrazos y, después, la mascarilla que apaga la sonrisa en la boca y la ilumina en la mirada. Así se imparten las clases en el nuevo año del Covid-19. Con separación, ventilación, abrigos puestos, tapabocas... Presencial, eso sí, tras el periodo lectivo anterior que pasó en horas de la pizarra a la pantalla. Primero para unos días, luego con previsión de semanas y finalmente despidiendo ejercicio telemáticamente. Y hay centros que han ganado alumnos este curso . Sobre todo, en zonas rurales de las provincias de Ávila y Segovia, las más próximas a Madrid. La irrupción forzosa del teletrabajo ha dejado también sus ventajas: aulas más bulliciosas llenadas por padres que han optado por dejar a un lado las aglomeraciones del territorio vecino e instalarse en espacios más amplios en los pueblos de Castilla y León. Es una de las pocas caras amables que deja el Covid-19, que se ha llevado más de lo que trae consigo. Y no sólo en fallecidos, contagiados e infectados que aún sufren las secuelas.
Desplome económico
Las heridas del coronavirus se notan también en la economía y la sociedad . Son las otras crisis en una recesión de tal calado en un panorama «desolador, totalmente desconocido y lleno de incertidumbre» cuyas «consecuencias a largo plazo aún se desconocen», advierten desde CEOE-Castilla y León. El desplome del PIB (Producto Interior Bruto) en un 7,9 por ciento en 2020 –la mayor caída de los últimos 80 años y que se ha comido el crecimiento de los cuatro ejercicios previos– puede ser la punta del iceberg. La reactivación «será lenta» , advierten los empresarios. Las previsiones económicas de la Junta apuntan a la vuelta a la senda del crecimiento, pero insuficiente al menos hasta 2022 para recuperar el terreno perdido.
La hostelería es uno de los sectores más afectados por las restricciones, con cierres totales y límite de aforo
Un «varapalo» general que se ha notado especialmente en los sectores más afectados por los cierres perimetrales y de fronteras que no se terminan de levantar, las restricciones en forma de horarios y aforos, las bajadas de persianas obligadas para intentar frenar el contacto social a lomos del que el coronavirus se desplaza a placer. El coste económico que la pandemia traerá consigo será «tremendo», alertan ya desde el empresariado tras un 2020 que ya se ha llevado por delante cerca de 2.700 empresas en la Comunidad –con esquela para 2.600 en el sector servicios– y ha liquidado casi 12.400 empleos asalariados . Tras un año de infección por el Covid-19, marzo aproximándose a los 175.000 parados, 31.000 más que doce meses atrás y eso sin contar las más de 40.300 personas que seguían en ERTE . Otra de las palabras que define estos doce últimos meses. Expediente de Regulación de Empleo Temporal: sin trabajo, pero de alta en la Seguridad Social. Hay quien lleva así ya un año, y más de 188.500 personas pasaron por él en Castilla y León en 2020 y subsisten gracias a las prestaciones, que supusieron un desembolso superior a los 456 millones de euros, y las ayudas sociales. Sólo un ejemplo: el reparto urgente de comida se disparó un 130 por ciento, llegando a casi 21.600 familias .
Ocio limitado
El turismo y la hostelería, los grandes damnificados en este año sin apenas movimientos, en el que la presencia de visitantes extranjeros ha sido testimonial y en el que Castilla y León se ha conseguido mantener como líder del turismo rural, pero con la mitad de viajeros. Atrás, una Semana Santa sin procesiones y una por venir en la que tampoco habrá; un verano que arrancó con la primera ola tocando su orilla y se despidió encrespando la onda. Se vivieron los primeros cierres perimetrales de localidades , que estrenaron Pedrajas de San Esteban e Íscar (Valladolid) y que salpicaron toda la Comunidad.
Íscar y Pedrajas de San Esteban (Valladolid) fueron las primeras localidades en vivir el cierre perimetral. Era agosto
Un estío sin sus tradicionales fiestas, sin verbenas, con orquestas calladas, sin festejos taurinos... Y otro rejón para la hostelería y todo lo que mueve alrededor, que ante la falta de bullicio en sus locales ha sacado sus protestas a la calle. Un año sin ocio nocturno que ha obligado al vermú y el café en la terraza en un invierno a punto de despedirse con una sensación aún más frío: sin el calor humano en las calles que el Covid-19 apaga a las 22.00.