ENTREVISTA CON ANTONIO LÁZARO

Una cruz ancestral para un trepidante thriller

«La cruz de los ángeles», de Antonio Lázaro, desarrolla su trama a bordo de un crucero por el Mediterráneo a la búsqueda de la Cruz de Caravaca, desaparecida misteriosamente

Una cruz ancestral para un trepidante thriller

POR MARÍA José MUÑOZ

Después de las exitosas «El club Lovecraft» y «Memorias de un hombre de palo», Antonio Lázaro estrena nueva novela.

¿Cómo surge la idea de esta nueva obra de ficción?

Fue el año del «boom» de obras como La mano de Fátima , creo ... que 2009. Pensé en un símbolo análogo de estirpe cristiana: muy popular, universal, con una vertiente de amuleto de protección. Así llegué a la cruz de Caravaca, que todo el mundo conoce y muchos veneran y portan consigo, pero cuya historia poca gente conoce más allá de la leyenda idealizada acerca de su aparición difundida en el siglo XVI. ¡Yo mismo había llevado colgada de mi cuello una cruz de Caravaca de plata!

¿A qué género podemos adscribir la novela?

Yo la describiría como un thriller con trasfondo histórico. Hay una intro de dos capítulos donde seleccioné dos momentos estelares de la rica trayectoria de este símbolo, que es una reliquia (un fragmento del leño de la cruz donde Jesús fue crucificado) y también un valioso relicario. El primero, el relato del celebérrimo milagro en el que en una parodia de misa aparece por primera vez en Caravaca esta cruz patriarcal de doble travesaño y estirpe templaria, provocando la conversión al cristianismo del rey musulmán Zeit Abu Zeit. El segundo, el oscuro episodio del asalto al santuario y presunto robo de reliquia y relicario en febrero de 1934. De ahí se pasa al núcleo de la novela: un investigador especializado en temas esotéricos se embarca en Valencia en un crucero por el Mediterráneo para recuperar, por encargo de un alto dignatario eclesiástico, la cruz, que se sospecha viaja a bordo del Blue Ocean en las manos de su actual propietario. Diversas fuerzas (islamistas, satanistas, neotemplarios) desean también hacerse con la cruz. Con el telón de fondo de la historia de la cruz de Caravaca, se desarrolla una intriga trepidante con unidad de acción y de tiempo: la semana que dura un crucero. Caravaca es el alfa y omega, el punto del que arranca la acción y al que aboca finalmente. Pero entretanto la intriga se desarrolla en diferentes escenarios: Valencia, Villefranche, Montecarlo, Florencia, Roma, el Vaticano y Mahón.

El protagonista es Bruno Dampierre, autor de best-sellers que moría asesinado en El Club Lovecraft, una de sus novelas anteriores íntegramente ambientada en Toledo…

Efectivamente. Se trata de una licencia de autor: la acción del Club se databa casi diez años atrás, en el arranque del nuevo milenio. Y ahora lo he rescatado de la tumba. Pero es que Bruno Dampierre reunía todos los requisitos del personaje. Creo que siento debilidad por él y no descarto que protagonice en el futuro alguna nueva aventura.

¿Nunca apareció la cruz robada en 1934?

Oficialmente y que se sepa, no. El asalto fue atribuido a masonería, neotemplarios, anticlericales o simples expoliadores. También ha circulado la conjetura de que la propia iglesia, o alguien dentro de ella, perpetró el «robo» para salvar la pieza, efectivamente amenazada, y de paso inculpar a las fuerzas que la estaban hostigando duramente en la segunda república. Acabada la guerra civil, el Vaticano cedió a Caravaca otro fragmento del lignum crucis, teóricamente distinto, y se encargó a un orfebre de San Sebastián una réplica del relicario robado, donado siglos atrás por la casa de Alba. Lo cierto es que la popularidad del símbolo no ha dejado de crecer desde entonces y ha desembocado en la declaración de Caravaca como ciudad santa. La trama que propongo es completamente novelesca e inventada. Un símbolo que llegó de Oriente para activar el combate se llega a concebir como elemento de concordia universal: un signo que da paz y protege a quien lo lleva, un hilo conductor que fusiona el paganismo ancestral y el cristianismo hacia una nueva síntesis que está por llegar.

¿Qué referentes tuvo presentes para esta novela?

Partí de una especie de cóctel inicial entre, digamos, Matilde Asensi y Agatha Christie, autora a la que adoro y que determinó mi vocación literaria. Cuando tenía unos doce años, tuve que guardar cama durante un mes y me entretuve leyendo todo Agatha Christie en aquellos deliciosos libros populares de editorial Molino que mi madre leía y coleccionaba con fervor. Particularmente Asesinato en el Orient Expréss era mi referente inicial, sólo que trasladado a un barco de placer. Al final, creo que lo que me ha salido es otra cosa, bastante más oscura, más simenoniana, que puede evocar también Lunas de hiel, aquel film de Polanski que también se desarrolla en el transcurso de un crucero. Los métodos de Dampierre son harto discutibles, aunque siempre prevalece en él la lealtad al amigo que pudo ser.

Hay también una historia de amor con un desenlace espectacular…

También. Dampierre se enamora a bordo, en un momento de su vida, rebasado el medio siglo, en que ni siquiera se plantea esa posibilidad. Pero el amor equivocado lo orienta hacia su amor verdadero. Creo que a veces nuestras carencias y errores afectivos proceden de una falta de atención a nosotros mismos, a nuestros auténticos sentimientos.

Europa y la confrontación con el Islam están presentes en la trama.

Sí. No se olvide que la cruz de Caravaca fue un elemento impulsor de la cruzada de Occidente: la reconquista cristiana del este y del sur peninsulares. La novela tiene varios niveles a partir de un símbolo que es mucho más que un «macguffin» pero que también funciona como tal. Bruno medita sobre la lealtad, el amor o la paternidad, un anhelo incumplido por él a causa de su existencia aventurera y errabunda. Pero pone también sobre el tapete la grandeza del laicismo con un trasfondo humanista y cristiano, que es lo que mejor define a Europa y su idea de libertad, tan amenazada hoy. La novela propone puentes de diálogo con el Islam, que debe encontrar su propio camino hacia el laicismo. Hay que superar el estado de confrontación actual que pone en peligro los avances de la civilización humana en su conjunto.

En este libro la acción sale de Toledo, ciudad muy presente en Club Lovecraft y Memorias de palo, sus novelas anteriores, ¿hay en ella algún nexo con Castilla-La Mancha?

Pues sí. Curiosamente, los dos protagonistas del drama histórico, el rey Zeit Abu Zeit y el cura Chirinos tienen fuertes vínculos con la ciudad de Cuenca. El sacerdote pertenecía al alto clero de la ciudad del Júcar y el rey levantino, al cristianizarse, recibe un feudo en una encomienda templaria próxima a Cuenca que llevará su nombre para siempre: Torrebuceit. Por otra parte, se cree que falleció en el convento de la orden de Santiago. Transformado en Bruno Dampierre, reproduzco en un pasaje de la novela la grata visita que hice guiado por sor Rosa, la superiora, a los aposentos en los que la tradición sitúa la muerte del rey convertido.

¿Cuál es su próximo proyecto?

Trabajo en una novela generacional, una trama que conecte el momento actual con los finales 70 y primeros 80. Pero no me he puesto a escribir todavía. Vengo de vivir la intensa aventura de La cruz de Caravaca. He disfrutado mucho con ella pero me ha dejado agotado. Ahora se trata de ver cómo desembarcan los lectores de La cruz de los ángeles después de su travesía en el Blue Ocean. Les recomiendo que duerman con un ojo siempre abierto en sus camarotes.

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