España aclama a Felipe VI en el inicio de su reinado
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19 de junio de 2014. Una jornada austera y sencilla, pero solemne, alegre y próxima a los ciudadanos. Ese era el objetivo que tenía Don Felipe para el día de su coronación, el momento en que comenzaba un nuevo ciclo para la monarquía española después de 38 años de reinado de Juan Carlos I. Almudena Martínez-Fornés contaba este día histórico hace ahora once años
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Iniciar sesiónFelipe VI fue proclamado ayer Rey de España en una jornada histórica. Don Felipe trató de contagiar su entusiasmo por la España en la que él cree, y los españoles le respondieron con miles de muestras de afecto. Unos se lo transmitieron con palabras de ... apoyo y reconocimiento; otros, con su presencia en las calles, que se convirtieron en una verdadera fiesta. «Nada me honraría más que, con mi trabajo y esfuerzo de cada día, los españoles pudieran sentirse orgullosos de su nuevo Rey», afirmó Don Felipe.
Desde primeras horas de la mañana fue una jornada austera y sencilla, pero a la vez solemne, alegre y próxima a los ciudadanos. Hubo momentos muy emotivos, como cuando el nuevo Rey prestó juramento ante unas Cortes que después le interrumpieron el discurso con aplausos en cinco ocasiones. O cuando defendió una Corona cercana a los ciudadanos y que sepa observar «una conducta íntegra, honesta y transparente» para hacerse «acreedora de la autoridad moral necesaria para el ejercicio de sus funciones».
También hubo momentos tiernos, como el «festival de besos» que la Familia Real regaló al pueblo desde el balcón del Palacio Real, donde se colocaron unos cajones para que la nueva Princesa de Asturias, de ocho años, o su hermana, la Infanta Sofía, de siete, se subieran y pudieran asomarse a la plaza a saludar. Momentos sobrios, pero cargados de simbolismo, como fue la primera imagen de la jornada, que llegó por televisión desde el Palacio de La Zarzuela, en cuya fachada ya ondeaba el guión del nuevo Rey, con fondo carmesí, en lugar del estandarte azul que usaba el antiguo Monarca.
Don Juan Carlos, vestido de militar, impuso la faja roja de capitán general a Don Felipe. Con este gesto se simbolizó el traspaso del mando supremo de las Fuerzas Armadas, que la Constitución atribuye al jefe del Estado. A esa ceremonia, que dirigió el jefe del Cuarto Militar de la Casa del Rey, teniente general Antonio de la Corte, asistieron los cuatro Reyes, la Princesa de Asturias, la Infanta Sofía y la Infanta Doña Elena. También estuvieron presentes el ministro de Defensa, Pedro Morenés, y la cúpula militar.
Fue entonces la primera ocasión en la que se vio a los protagonistas de la jornada. A Don Felipe, con su uniforme de gran etiqueta del Ejército de Tierra y luciendo la venera del Toisón de Oro y las Grandes Cruces de Carlos III, del Mérito Naval, del Mérito Militar y del Mérito Aeronáutico. Después de que Don Juan Carlos le impusiera la faja roja, el Rey se colocó también la banda azul del Collar de Carlos III.
Mientras, la Reina estrenaba un vestido con abrigo en crepe de verano de color blanco roto con pedrería en el cuello diseñado por su modisto de cabecera, Felipe Varela. Doña Letizia lucía una sola condecoración: el lazo de la Gran Cruz de Carlos III. Para sus hijas escogió dos acertados vestidos de ceremonia, iguales pero de distinto color: en rosa palo para la Princesa y en verde agua para la Infanta Sofía. Don Juan Carlos despidió a su hijo con dos besos antes de salir de La Zarzuela hacia el Congreso para prestar juramento y ser proclamado Rey. En ese primer trayecto, Don Felipe y Doña Letizia viajaron en un Rolls-Royce cubierto de Patrimonio Nacional. En otro coche, les seguían la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía.
Una vez en el Congreso, los Reyes y sus hijas fueron recibidos con honores militares por los tres Ejércitos y la Guardia Civil. Fue la primera vez que recibieron honores de Reyes: 21 salvas de ordenanza y el himno nacional en formato largo, de 52 segundos. El presidente del Congreso, Jesús Posada, abrió la sesión solemne, el Rey prestó juramento y Don Felipe fue proclamado antes de pronunciar el discurso más importante de su vida. A la salida, los Reyes y sus hijas presidieron un desfile militar, en el que Leonor y Sofía miraban de reojo a su madre para saber en qué momento tenían que inclinar la cabeza al paso de la bandera.
Después llegó el recorrido por el centro de la ciudad, en coche descubierto y el saludo desde el balcón del Palacio Real a la multitud que les aguardaba en la plaza de Oriente. Y, por último, Don Felipe y Doña Letizia estrecharon sus manos a cada una de las más de 2.500 personas que acudieron a la recepción. Ya por la tarde, desde Zarzuela, los Reyes agradecieron por Twitter «el esfuerzo de todas las personas que han hecho posible este día».
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