La ruindad de Barragán

Digo esto porque no me puedo tomar en serio lo que Barragán ha dicho recientemente en relación con el fantasmagórico Plan Canarias que Zapatero quiere ahora «revisar» con Rivero. ¿Revisar algo que no existe? En unas recientes declaraciones, José Miguel Barragán decía que el dinero que conlleva ese plan podría llegar a Canarias cuando Mariano Rajoy llegue a la presidencia del Gobierno y nombre ministro a José Manuel Soria. Y claro, quiero entender que con esa frase irónica Barragán nos habló en clave de humor, con la socarronería majorera, porque no puede ser interpretada de otra manera. Él sabe muy bien que los acuerdos que adopta un gobierno en Consejo de Ministros no son jurídicamente vinculantes para otro gobierno posterior, sino que se trata de criterios políticos que asumen los que los han adoptado. Otra cosa hubiese sido que esos acuerdos hubiesen pasado por el tamiz de las Cortes Generales —Congreso primero y luego el Senado— para su tramitación. Pero los socialistas ni lo intentaron.

Vistas las cosas así, lo probable es que si Rajoy llegase a gobernar este país, presente su propio plan para Canarias o como lo quiera llamar. Un nuevo plan cuyos contenidos, según ha anunciado el propio Rajoy, no se parecerán en casi nada a los que dicen que recoge el actual. Seguro que, al menos, contará con una ficha financiera que garantice los compromisos que con él se adquieran. Y seguro que lo hará aunque José Manuel Soria no llegue a dirigir ministerio alguno. Creo que Barragán, de cuyo ingenio no se puede poner en duda puesto que es algo que ha demostrado a lo largo del tiempo, lo que ha querido insinuar es que a su partido, a CC, le vendría muy bien que José Manuel Soria se fuese a Madrid para formar parte de un futuro Gobierno del PP, porque eso significaría que el líder de los populares canarios no hubiese ganado las elecciones autonómicas. Y es que muchas veces el miedo a perder algo, hace saltar por los aires hasta el subconsciente. Pero en el fondo creo que esa frase de Barragán muy bien podríamos incorporarla al catálogo de ruindades de políticos con sentido del humor.