El camionero de Baena atrapado en Dover llega a su casa siete días después y acaba una auténtica odisea

Aunque lleva muchos años viajando al país británico, por su trabajo como transportista, este último del 2020 lo recordará para siempre. «Estaba apenas a 8 kilómetros de la frontera cuando cerraron, tanto para salir como para entrar». Ahí comenzó el desasosiego y la incertidumbre sobre cuándo volverían a abrir el paso para dejarles cruzar al continente . «Le preguntábamos a la policía inglesa, pero ellos no sabían nada».

Explica la desinformación y la falta de atención que recibieron durante esos días, en los que sólo les proporcionaban una botella de agua diaria . «Al tercer día nos dieron un poco de arroz cocido y garbanzos , pero sabía realmente mal». Ni comida durante dos días ni tampoco opción de asearse , pues lo único que colocaron fueron retretes portátiles cada 150 metros que servían, cada uno, a más de 100 camioneros . «Había compañeros que se lavaban los pies en los charcos, porque llovía todos los días», recuerda anecdótico.

En esos momentos la solidaridad es la mejor arma contra el desamparo y, por eso, decidió repartir la comida que llevaba, «yo tenía para dos o tres días, que era lo que iba a durar mi viaje, pero había otros que iban con lo puesto». Ahí comenzaron los trueques , «yo cambiaba comida por tabaco, porque no tenía y lo llevaba muy mal».

Pero al segundo día todo empezó a escasear. Rafael cuenta que otros Gobiernos sí hicieron más por sus ciudadanos, por ejemplo el polaco, que les mandaba comida, pero se lamenta que « en España no se movilizaran por nosotros ni enviaron nada ». Por suerte, contaron también con la solidaridad de algunos vecinos de la zona que se acercaban a darles dulces y leche.

Pero los días pasaban lentos y monótonos. «Yo me relacionaba con un valenciano y varios extranjeros que tenía cerca». Salían del camión y se encontraban en la carretera para estirar las piernas . Pero el tiempo no acompañaba y cuando comenzaba a llover todos volvían a sus cabinas. Tampoco lo hacía el tema del Covid-19 , ya que en otras circunstancias cuenta que se suelen reunir en la parte trasera del camión para echar unas cartas, aunque sea.

La soledad se veía paliada por la compañía del móvil , como único compañero de viaje, gracias al cual pudo tener contacto diario con su familia, que siguió minuto a minuto su aventura y agradecen el apoyo de amigos y vecinos, «todo el mundo estaba preocupado ». Tanto Rosario Luque , su mujer, como sus dos hijos , tuvieron el doble papel de tranquilizarse ellos y tranquilizarle a él, «me llamó alterado para avisarme que lo habían cortado todo, así que nuestras conversaciones han sido para darle ánimo y apaciguarlo».

Porque la cercanía de la Nochebuena era una dificultad añadida que crispaba los nervios en la carretera, «algunos compañeros fueron incluso detenidos durante unas horas por enfrentarse a la policía». Por fin, el 23 de diciembre les facilitaron los materiales para hacerse ellos mismos una prueba de Covid y el 24 pudieron embarcar únicamente los que dieron negativo. A pesar de que pasó la Nochebuena solo en Lyon , comenta que los ánimos ya eran otros, «por fin pude ducharme después de cinco días y sabía que al día siguiente estaría en España». Aunque a Baena no llegó hasta ayer mismo.

Ahora asegura que por un tiempo no tiene intención de volver a pisar Reino Unido, por lo que pueda pasar, pero este mismo domingo tendrá que ponerse de nuevo en carretera . Aunque eso sí, tras celebrar una Nochevieja junto a los suyos que este año valdrá por dos.