EL ESTILITA
Ambrosio desesperada
Se le nota demasiado que ha perdido la ocasión de ser digna y ahora quiere forzarla para ser siquiera enérgica
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Iniciar sesiónAMBROSIO «desespera» de que a su partido en particular y a la izquierda en general no parezca importarles Córdoba. Casi cuarenta años de gobierno autonómico, más de veinte años de gobierno central y treinta años redondos de gobierno local han resultado inicuamente inútiles para ... esta ciudad, que sigue en la cola económica y social de la nación. Y como la alcaldesa está desesperada, y probablemente abochornada por haberse dado cuenta tan tarde de la situación agónica que han provocado conscientemente quienes son sus correligionarios y anejos ideológicos, «va a exigir al Gobierno de España y a la Junta de Andalucía una mayor implicación», a ver si procuran al alimón mermar un poco nuestras «cifras de paro insoportables». Se lo pide a una Junta que va a cambiar de signo político y a un Gobierno que solo tiene atenciones para los catalanes que han de admitirle los presupuestos. Que es como si le pidiera a los Reyes Magos lo que tal vez tendría que haberle pedido a Santa Claus. Se le nota demasiado que ha perdido la ocasión de ser digna y ahora quiere forzarla para ser siquiera enérgica. Considerar el mensaje de la alcaldesa como un brindis al sol sería benévolo e incluso adulador. Más bien se trata de una desmayada protesta in articulo mortis.
No obstante, Ambrosio, pese a su desesperación, mantiene la suficiente presencia de ánimo para apuntarse el tanto de que el paro se haya reducido en 10.000 personas durante su mandato. Lo que, en buena teoría económica, sería atribuible a las denostadas medidas laborales del gobierno de Rajoy, puesto que, en todo caso, los ayuntamientos —lo reconocen ellos mismos— no están para ocuparse de cuestiones de empleo. O están para ocuparse de ellas muy en precario, como indican los más de seiscientos contratos de seis meses, con cargo a fondos europeos. anunciados por Aumente, que ya veremos en lo que quedan, suponiendo que lo veamos y con quién.
Pero no hay que quitarle su componente admirable al empeño de la alcaldesa que, sacando fuerza de flaqueza e ilusión de la desesperanza, ha propuesto a los grupos municipales —a estas alturas deben estar riéndose a mandíbula batiente— convertir a Córdoba en un gran «distrito industrial» en el que se establezcan, otra vez, las renuentes «sinergias» de siempre, habidas y por haber, esas que únicamente existen a la hora de repartir las subvenciones. Se diría que Ambrosio está resuelta a reincidir por donde suelen los alcaldes ineficaces y a pretender, por tanto, unificar todas las iniciativas pasadas, de infausta memoria, en un solo y magno fracaso que le sirva de solemne túmulo administrativo en las elecciones de mayo. Al menos se sentirá confortada por los habituales de tales actos: esos solícitos sindicalistas y empresarios siempre dispuestos a conformar el coro ditirámbico de los dramas cordobeses.
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