Pasión en Córdoba
José Juan Jiménez Güeto: «La proliferación excesiva de procesiones minimiza los cuidados y las devalúa»
El nuevo delegado diocesano de Cofradías en Córdoba, sucesor de Pedro Soldado, aborda sus retos, como la reflexión para regular las salidas extraordinarias a las calles
José Juan Jiménez Güeto, nuevo delegado de Cofradías para la diócesis de Córdoba
Córdoba
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Iniciar sesiónJosé Juan Jiménez Güeto es el nuevo delegado de la diócesis de Córdoba para las Cofradías, en sustitución de Pedro Soldado. Natural de Cabra (1968), recibió la ordenación sacerdotal de San Juan Pablo II en Sevilla en junio de 1993.
Es párroco ... de San Juan y Todos los Santos (La Trinidad) desde 2005, canónigo de la Catedral desde 2008, actual portavoz del Cabildo, consiliario de las hermandades del Vía Crucis, la Santa Faz y el Perdón, presidente de la fraternidad parroquial del Cristo de la Providencia y vicepresidente de la Obra Pía de la Trinidad. Pregonó la Semana Santa de Córdoba en 2016.
-¿Cómo afronta esta nueva tarea conociendo como conoce tan de cerca y tan bien a las cofradías de Córdoba y provincia?
-Con muchísima ilusión. Este campo del apostolado, las hermandades y cofradías, es un terreno en el que he crecido como cristiano, como cofrade, donde también recibí la llamada del Señor a entregarme al ministerio sacerdotal. Por lo tanto, la afronto con ilusión y con el deseo de poder devolverle a las hermandades y cofradías con mi apoyo, con ese espíritu de disponibilidad y de servicio todo lo que a mí durante toda mi vida me han ido dando las hermandades y cofradías.
-¿Cómo ve a las hermandades? ¿Son igual de fuertes como se muestran por fuera cuando salen a las calles, que en su vida interior y espiritual?
-Considero que sí, que son bastante fuertes interiormente. Quizá luego no se conozca tanto todo ese desarrollo interno que llevan a cabo nuestras hermandades en sus actividades cultuales, formativas, de la caridad, en otras actividades que pueden ir organizando para generar un espíritu de comunión, de convivencia entre los propios hermanos. Eso es un terreno bastante desconocido muchas veces porque no tiene esa visibilidad que tiene la estación de penitencia o cualquier otro ejercicio de piedad que suponga salir a las calles. No obstante, estamos siempre en camino y se suceden muchísimos cambios profundos que han ocurrido a nivel social, cultural, económico en la sociedad de nuestro tiempo, y quizá tengamos que hacer la reflexión interna y reforzar ciertas cosas de un modo creativo en el que podamos seguir siendo las hermandades y cofradías una respuesta importante a esa búsqueda que puedan tener las personas de nuestro tiempo, que puedan llegar a acercarse a la hermandad.
-Las hermandades presentan a veces problemas, enfrentamientos con la oposición o dimisiones, situaciones difíciles. ¿Escandalizan al que lo ve desde fuera?
-Sí puede escandalizar al que lo ve desde fuera, pero no solamente en la hermandad, sino en cualquier asociación o movimiento dentro de la Iglesia cuando ocurre algún tipo de estas situaciones complejas que pueden generar división entre unos y otros, producen cierto escándalo porque se nos exige que seamos modélicos en vivir la caridad evangélica entre nosotros. Estas cosas suceden porque el demonio es el padre de la mentira y es al que le gusta generar la división para que no crezcamos y no maduremos en nuestra vida de fe. Recuperar una vida intensa de oración, de vida litúrgica de la Iglesia, el estar cerca de Dios y el dejarnos moldear por la palabra de Dios nos va a ir ayudando a todos a vivir con mayor humildad, establecer cauces de diálogo, de encuentro, de respeto, de comprensión para que podamos superar con más facilidad las diferencias que puedan surgir. Porque donde hay dos o más reunidos en mi nombre está el Señor, pero también está el conflicto: todos tenemos alguna opinión, nos gustaría hacer las cosas de esta manera o de aquélla. Hacen falta esos procesos de escucha y de llegar a momentos de consenso siempre mirando el bien común de la hermandad, de todos los hermanos y no dejarnos algunas veces arrastrar por nuestras inquietudes o proyectos personales.
Análisis
«El objetivo es que en la Delegación de Cofradías participen laicos y sacerdotes, en clave de sinodalidad»
-La hermandad del Socorro lleva ocho años con junta gestora y la Salud de Puerta Nueva también está en esa situación, ¿cuál es su posición en estos dos casos?
-Cuando se crea una comisión gestora es una medida extraordinaria que surge ante un hecho extraordinario que se sale del proceso y desarrollo normal de una hermandad y cofradía. Por lo tanto, la autoridad diocesana toma una medida extraordinaria. Eso tiene un tiempo de caducidad, ¿cuándo acaba ese periodo ese transitorio? Cuando el problema por el que se generó desaparece y la hermandad está en una situación de normalidad y puede seguir su proceso normal según marcan sus estatutos. Puedo poner un caso de hace ya muchos años: la archicofradía de la Virgen de la Sierra, de mi pueblo, estuvo casi 20 años de comisión gestora y hoy funciona extraordinariamente bien. No tenemos que generar problemas de esta cuestión, sino saber que es una medida sanadora de ir buscando el recuperar la normalidad dentro de una hermandad para que pueda retomar su andadura según sus estatutos y su reglamento de régimen interno.
-¿Entonces no habrá cambios a corto plazo?
-Primero tendré que hacer un proceso de conocer las situaciones, para eso estoy hablando con don Pedro (Soldado), que me está ayudando mucho y me está poniendo al día. Entre mis objetivos fundamentales no está que yo sea el que decida todo, como si fuera la delegación un órgano unipersonal. El proyecto fundamental en cuanto podamos ponerlo en marcha es tener una delegación diocesana en donde participen laicos y sacerdotes, y que podamos tener distintas secciones, como la pastoral, la vida litúrgica, el ámbito jurídico, económico, patrimonial, que sea algo más coral. En el sentido de lo que el Papa Francisco nos invitaba y en lo que nuestro obispo nos está insistiendo mucho en este inicio del curso y en este proyecto de trabajo, de realización del plan pastoral, que es caminar en clave de sinodalidad.
-Ahí las hermandades tienen mucho que aportar, ¿no?
-En eso tienen una experiencia extraordinaria de saber trabajar en equipo, de crear sinergias los unos con los otros, hermandades con hermandades. Y tienen un acervo, una sabiduría adquirida a través de los años, que pueden aportarlo a la diócesis en la redacción de este plan pastoral que nos pide el obispo. El espíritu es que sea una delegación más participativa porque en mi caso como delegado uno no sabe de todo y no es experto de todo. Entonces me rodeo de seglares, de cofrades y sacerdotes que, juntos, podamos servir lo mejor posible a la hermandades y cofradías.
Los estatutos
-Este otoño está sobre la mesa la reforma de los estatutos de la Agrupación de Cofradías. En otras ocasiones ha defendido que la Catedral no sea lugar de salida o llegada, sino que cada uno esté en su sede. ¿Son temas en los que incidirá?
-Corresponde a la Agrupación la organización de la estación de penitencia. El delegado diocesano apoyará, colaborará y ayudará en aquellas decisiones que tome la Agrupación, pero no le toca decidir sobre la estación de penitencia. Además, la Agrupación tiene un consiliario que les irá acompañando y sosteniendo en esos trabajos. Juan José Romero, que es un extraordinario sacerdote, muy bien preparado y que va a ayudar maravillosamente a la Agrupación. Con respecto a la Catedral será el Cabildo el que tome las decisiones. Antes de la Semana Santa pasada, hizo llegar a la Agrupación y a las hermandades un documento sobre el tránsito de las hermandades por el interior de la Catedral. La comisión de hermandades del Cabildo y la Agrupación han ido manteniendo reuniones al respecto. Pero yo en el Cabildo Catedral participo como capitular, pero no como delegado. Yo siempre he sido partidario de que cada hermandad salga y vuelva a su sede canónica, pero como delegado respetaré aquellas otras decisiones que tomen tanto las hermandades como la Agrupación.
-En cuanto a los requisitos exigentes para sumarse a la carrera oficial, con casos recientes en los que se ve lo difícil que es encajar a una cofradía, ¿cuál es su parecer?
-Que una hermandad que ha sido aprobada y erigida canónicamente por parte del obispo reúne todas las condiciones para poder formar parte de una Agrupación de Cofradías. Eso no significa que implique directamente hacer estación de penitencia en la Semana Santa, porque a lo mejor dentro del reglamento interno de la Agrupación, que se han dado las hermandades, exige unos determinados requisitos. Entonces, puede estar dentro de la Agrupación, pero realizar estación de penitencia cuando se encuentre en la disposición y madurez. Es una decisión última que corresponde a la Agrupación.
-¿Cree que hay un exceso de procesiones, rosarios y vía crucis en las calles? ¿Sería mejor reducirlas porque puede que se dé cierto rechazo ya entre los propios cofrades y creyentes?
-Hay que seguir manteniendo aquellos actos de piedad que siempre han realizado las hermandades que tienen en sus estatutos, el hacer un rosario o un vía crucis dentro de su entorno, de su colación parroquial. A lo mejor hay que pensar en regular de alguna manera, como existe en otras diócesis, las salidas extraordinarias. Será una cosa que trabajaremos poco a poco e iremos viendo qué es lo que se hace en otros lugares y nuestra idiosincrasia personal. Hay muchas procesiones, pero no todas parten de las hermandades: hay una novedad en estos últimos años de otro tipo de instituciones y organizaciones que las realizan.
-¿Cuál es el camino?
-Yo animaría a todo el mundo a recuperar el verdadero sentido de una estación de penitencia de una hermandad en Semana Santa, o de una procesión de una hermandad de gloria en su festividad porque es el acto culmen de una hermandad, ese acto público de manifestación de fe en nuestras calles, que es un instrumento de evangelización extraordinario. Hay que cuidarlo con esmero, desde la cruz de guía hasta el final, con el recogimiento y la espiritualidad que debe conllevar para que dentro de esa parte de teatralización artística y demás podamos evangelizar. La proliferación excesiva de estaciones y procesiones minimiza esos cuidados, ya no se hace ni con esa solemnidad ni con esa fortaleza que tiene que tener esa estación de penitencia o procesión, y terminamos devaluando este instrumento tan importante en la vida de la Iglesia para llegar a los más alejados. Convendría que todos hiciéramos una reflexión y juntos busquemos un cauce para dignificar, solemnizar nuestras estaciones de penitencia y procesiones devocionales.
-Los ensayos de costaleros, los cortes de tráfico, los problemas para acceder a cocheras repercuten en muchos, en agentes de la seguridad, los vecinos, ¿verdad?
-Tenemos que aprender a convivir todos juntos y ayudarnos mutuamente todos.
-¿Cómo vio el Vía Crucis Magno? ¿Cree que hubo margen de mejora por algunos problemas organizativos que se dieron?
-Estuve más centrado en la zona de mi parroquia porque por aquí pasaron quince hermandades y cofradías, estuvimos recibiendo y no pude verlo en todo su conjunto. No tengo elementos para hacer un juicio valorativo de todo lo que aconteció. He escuchado a unos, a otros, creo que el resultado en general fue muy bueno. Tuvimos la oportunidad de ver en Córdoba la Semana Santa de la capital y esas maravillas que existen en toda la diócesis: tuvimos testimonios de Priego, Cabra, Lucena, Puente Genil, la Virgen de la Angustias de Montoro, el Caído de Aguilar, los crucificados de Pozoblanco, Palma del Río. Siempre habrá margen de mejora en cualquier cosa que hagamos; perfecto solo es Dios. Nosotros solamente estamos en el proceso de querer llegar a la perfección, de llegar a la santidad.
Estos son los momentos más esperados de los traslados del Vía Crucis Magno
Julia García HiguerasMúsica y enclaves con encanto como Deanes, San Zoilo y Moriscos, en las dos jornadas con un total de trece pasos en las calles
-¿Qué otros retos afronta?
-Animar a las hermandades en este inicio del curso pastoral a que todos nos impliquemos a través de nuestras parroquias en la llamada que Dios nos ha hecho a ese proceso de escucha, de discernimiento para poder llegar al final del curso pastoral con un plan diocesano de pastoral que nos permita caminar a toda la Iglesia de Córdoba, incluidas las hermandades en un proyecto común. Mandaré un escrito los próximos días a los hermanos mayores de las 702 cofradías que existen en la diócesis y 22 agrupaciones y consejos de hermandades para invitarles a ponernos a disposición de nuestro obispo, a través de nuestros consiliarios, a través de nuestras parroquias, a trabajar intensamente con generosidad en esta propuesta de elaboración de un plan diocesano de pastoral.
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