Desde Simblia
Felipe II en Córdoba
El motivo de su visita fue seguir de cerca el conflicto que había desatado la rebelión de los moriscos del reino de Granada
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Iniciar sesiónHan sido numerosos los reyes que han estado en Córdoba a lo largo de la historia. Don Rodrigo, el último de los monarcas visigodos, era gobernador de la Bética con capital en Córdoba. Los emires y califas de la estirpe omeya no vinieron a ... Córdoba porque residían en ella y desde aquí gobernaban Al-Ándalus. A Córdoba vinieron y aquí están enterrados Fernando IV, al que llamarón 'El Emplazado', y Alfonso XI, que tuvo como amante a Leonor de Guzmán. En Córdoba contrajo matrimonio Enrique IV con la segunda de sus esposas, la casquivana Juana de Portugal, madre de la llamada Beltraneja. En diferentes ocasiones estuvieron Isabel y Fernando e incluso aquí establecieron su corte, que por entonces no tenía lugar fijo. El molino de la albolafia, que se alza frente al Alcázar de los Reyes Cristianos, tuvo que detenerse porque la reina Católica no podía dormir a causa del ruido que provocaba su movimiento.
Por Córdoba pasó Carlos I, recién casado con Isabel de Avís, camino de Granada. Juan Gómez Bravo en su 'Catálogo de los obispos de Córdoba y breve historia de su catedral y obispado' señala que el rey quedó muy disgustado con las obras del templo que estaba construyéndose en el centro de la Mezquita.
También estuvo en Córdoba Felipe II, el monarca más poderoso de su tiempo y que, en el imaginario colectivo de los españoles es considerado un personaje con tintes oscuros, al haber ganado el relato construido por sus propios enemigos. Dijeron de él que era el demonio negro del Mediterráneo. Esa imagen dista mucho de ser cierta y forma parte de la 'Leyenda Negra' tejida como fórmula de lucha, ante sus derrotas en el terreno de la política y en el campo de batalla, donde los tercios de infantería española eran, por entonces, reputados de invencibles.
Llegó a Córdoba que, con sus cincuenta mil habitantes, seguía siendo una de las ciudades más importantes del reino, el 22 de febrero de 1569. Entró por la puerta del Puente, que el cabildo había ordenado reformar a Hernán Ruiz III, quien le dio el aire renacentista con que ha llegado a nuestros días. El motivo de su visita fue seguir de cerca el conflicto que había desatado la rebelión de los moriscos del reino de Granada.
Se alojó en el palacio episcopal, aunque durante los días de Semana Santa se retiró, como era su costumbre, a un lugar más apartado, y se recluyó en el monasterio de los jerónimos en Valparaíso, incrustado en la sierra. Reunió Cortes y las sesiones se celebraron en la sala capitular de la Mezquita. En abril marchó sin que las sesiones del alto organismo legislativo del reino hubieran concluido.
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