CONTRAMIRADAS
José Aumente Rubio (biólogo): «La Sierra de Córdoba está al borde de la saturación»
entrevista
Pionero en la divulgación del medio natural y el senderismo, alerta del boom invasivo del campo
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CÓRDOBA
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Iniciar sesiónEn 1989, cuando solo se iba al campo a coger espárragos o a pastorear cabras, montó el primer grupo de senderismo de Córdoba en el Instituto Municipal de Deportes. En ese año, no había ni un solo metro de sendero señalizado ... en los 13.771 kilómetros cuadrados de la provincia. Biólogo y divulgador del medio natural, José Aumente Rubio, hijo de uno de los grandes ideólogos del andalucismo, conoce de memoria cada centímetro de Córdoba. Es autor de media docena de guías y publicaciones sobre la naturaleza local, lleva en sus piernas cientos de kilómetros de monte y ha alimentado la pasión senderista de miles de cordobeses a lo largo de más de treinta años.
—José Aumente Rubio conoce Córdoba como la palma de su mano.
—La verdad es que hay poca gente que la conozca tan bien. Al menos, con un conocimiento global como yo.
—¿Y los cordobeses conocen su provincia?
—Cada vez más. Y cada vez quedan menos sitios inéditos. Con internet, la información se multiplica por días. Ahora todo se populariza rápidamente. Y es verdad que hay pocas publicaciones y no muchas guías.
—Dígame la regla de oro para salir al campo.
—Que se prepare bien la ruta. Y que se olvide el móvil.
—Olvidar el móvil es olvidar el GPS.
—Yo no utilizo GPS. Sigo usando el mapa. Con el GPS sigues una flecha y no te informas de dónde vas. Yo uso Google Maps en casa y preparo la ruta sobre plano. Para mí, es muy importante también la toponimia. Saber dónde estás. Y con el GPS se pierde mucho.
—El GPS es seguridad.
—Sí, es verdad. Yo soy un poco friki. Y con un mapa me oriento perfectamente. Cada vez que metemos más tecnología en el campo vamos perdiendo el contacto con la naturaleza. Y vamos perdiendo los sentidos. Ya no nos orientamos. Para mí, la digitalización es una barrera entre la naturaleza y la persona.
—¿Cuál es el último tesoro natural que ha descubierto en Córdoba?
—La semana pasada salí desde Turruñuelos a dar una vuelta. Y muy cerca de Córdoba disfruté de un alcaudón real y luego de un elanio azul que estaba cazando. No hay que ir al Everest para disfrutar de la naturaleza.
Conexión con la naturaleza
—Pero lo que usted ve no lo ve cualquiera.
—Yo estoy muy conectado con la naturaleza. Tenemos una memoria que elimina los sonidos que no nos interesan. Y yo no elimino los del medio ambiente.
—Leo en prensa lo siguiente: «Los ríos de la Sierra de Córdoba se secan por completo». ¿Qué diablos está pasando?
—Evidentemente, el cambio climático.
—Usted sí cree en el cambio climático.
—Por supuesto. Está súper demostrado. El negacionismo es igual a incultura. O a intereses. Que también los hay. Está claro que el clima está cambiando. A eso se une la mala gestión. Cada vez se chupa más agua de los acuíferos para las segundas residencias. La Fuente del Elefante no la he visto seca en mi vida. Y este verano estaba seca. Y el arroyo Bejarano también.
—¿Le duelen los Baños de Popea?
—Sí. Se han degradado enormemente por lo mismo. Hay varias razones. La gran afluencia de gente. Muchos no saben ni dónde van. Una vez nos encontramos a un grupo que nos preguntó por los «Lagos de Pompeta». Y luego toda la zona de Trassierra bebe del acuífero y el poco caudal que lleva es de agua residual. El Ayuntamiento debería comprar la cabecera del arroyo. Antes de que se degrade más se debería hacer un parque periurbano. Es de los parajes más emblemáticos de Córdoba, también por la biodiversidad. Hay una vegetación única de avellanos, almeces, arces, alisos y olmos.
—¿Nos estamos quedando sin veneros?
—Sí. Sobreexplotamos el acuífero y las fuentes se secan.
—¿Y sin caminos públicos?
—Están ahí. Lo que hay es que recuperarlos. Pero claro: si los ayuntamientos reconocen que un camino público es municipal están obligados al mantenimiento. Pasa igual con las vías pecuarias, que ya no se usan para lo que se diseñaron. Ahora con el ecoturismo se empieza a reivindicar los caminos y llevamos muchos años de abandono. Su recuperación se ha complicado bastante. Se están haciendo cosas. Ahora, al menos, van a sacar el inventario. Y hay asociaciones como A Desalambrar, cuya labor correspondería hacer al Ayuntamiento. La recuperación de caminos debería ser iniciativa municipal. Como, por ejemplo, el cinturón verde.
—Muy polémico, por cierto.
—Es que si la administración pública asume el mantenimiento tiene que garantizar la seguridad. Así que hemos entrado en un sinsentido y los caminos están perdiendo su encanto agreste.
—Estamos domesticando el campo. Por ejemplo, la Cuesta del Reventón.
—Claro. Al asumir su uso público, la administración tiene que garantizar la seguridad.
—¿Y qué me dice de las vallas cinegéticas?
—Que son una barbaridad. Cortan el desplazamiento natural de los animales. Los ciervos tenían una trashumancia a zonas más umbrías y había un desplazamiento estacional entre el valle del Guadiato y el Bembézar. Antes los cazaderos eran de la aristocracia y no había tanto coto de caza mayor. La única manera de asegurar los trofeos es cercando las fincas, que también evita que entren furtivos. Eso trae muchos problemas. Cuando hay sequía, los animales no tienen opción de buscar agua.
—¿Los Sotos de la Albolafia son una perla urbana olvidada?
—Creo que sí. En Córdoba es poco conocida. Pero es un tema peliagudo. No tengo claro qué se podría hacer. Es un sitio con mucho interés ecológico. Pocas ciudades tienen en el centro un paraje con una biodiversidad tan grande.
—¿Por ejemplo?
—Se han visto espátulas, moritos, martinetes, garza real, calamón. Muchas aves. Y el turismo ornitológico es un potencial grande, cada vez más expandido. Hay que gestionar ese espacio para que tampoco perjudique a la Mezquita y al Puente Romano. Resulta difícil buscar ese equilibrio. Hasta dónde llego desbrozando y sin dejarlo abandonado.
Los encantos de la Subbética
—¿Cuál es el secreto de la Subbética?
—Tiene dos encantos. El primero, su riqueza geológica. El modelado kárstico es espectacular. Un paisaje único. Para estudios de geología es fantástico. Y tiene también el encanto de que se ha convertido en una isla natural en mitad de un territorio muy humanizado como la campiña. Es un refugio de flora y fauna único.
—¿La Tiñosa es un pico para todos los públicos?
—No. Yo he subido a los picos más altos de Andalucía y creo que es el más complicado por su orografía. No tiene tanto desnivel pero hay algunos pasos difíciles.
—¿Por qué le hemos dado la espalda al mundo rural?
—Porque nos hemos vuelto muy cómodos. Estamos acostumbrados a tener garaje, coche, ascensor y una gran superficie donde comprar los alimentos. Tenerlo todo a mano. Cada vez se nos hace más difícil vivir en el medio rural. Aparte de que el sector primario no está bien pagado. Todos los beneficios se los llevan los intermediarios.
—¿Le inquieta el «boom» del senderismo?
—Sí. Hay aspectos que me preocupan. Corremos el riesgo de convertir el campo en pistas deportivas. No deberían organizarse pruebas en sitios saturados. Es un aliciente turístico pero tiene la otra cara de la moneda: se van a colapsar. La Sierra de Córdoba está al borde de la saturación. Hay que empezar a regular.
—¿Y qué hace el hijo del ideólogo del andalucismo persiguiendo libélulas y salamandras?
—Podría decir que en el paisaje encontramos lo que somos. Es verdad que estamos perdiendo el sentido del paisaje. No reconocemos nuestras ciudades por su flora o por su fauna. Y eso es también el sentimiento de ser de un lugar. Es mi forma de conectar con Andalucía.
—Amar el campo es otra forma de amar Andalucía.
—Sí. Mi padre daba muchos paseos por Trassierra. Le gustaba mucho el campo. Paseábamos y conectábamos. En mitad de la naturaleza, da igual la ideología, el dinero y el estatus social. La naturaleza iguala a las personas.
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