ContraMiradas
Javier López del Espino, escultor: «Hoy las redes son el mejor marchante de arte»
Un busto suyo de Juan Pablo II está en el Vaticano y acaba de recibir la Medalla de Oro de las Bellas Artes de Francia. Hablamos de un lucentino en ascenso
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Córdoba
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Iniciar sesiónCuando apenas tenía 12 años de edad, un vídeo del escultor Luis Álvarez Duarte le provocó un impacto arrollador. No podía imaginar el joven Javier López del Espino que 25 años después iba a ocupar la misma silla del fallecido imaginero sevillano como miembro ... del Consejo General de las Reales Academias de España.
Entretanto, el artista lucentino ha labrado una solvente carrera profesional como imaginero y escultor. Un busto suyo de Juan Pablo II descansa en el Vaticano y hasta la familia real de Abu Dabi ha llamado a la puerta de su taller para contratar sus servicios. Y a sus 37 años, acaba de recibir nada menos que la Medalla de Oro de las Bellas Artes de la República Francesa.
-¿Qué será lo próximo?
-Seguir trabajando y aprendiendo. La medalla ayuda a que te pongan en el mapa y da seguridad de cara al nuevo cliente. Pero sigo siendo el mismo con medalla y sin medalla. ¿Qué será lo próximo? Dar el doscientos por cien de mí para demostrar que soy digno de ese premio. Es bonito, sobre todo, por mis padres.
Nada presagiaba en su familia que el joven Javier iba a terminar levantando vuelo como escultor. Su padre tenía un taller y su madre era ama de casa. El niño dibujaba bien y estudiaba música. Poco más. Hasta que se le apareció aquel vídeo. «Se me despertó el alma. No sabía ni cómo ni cuándo, pero yo quería dedicarme a aquello». Así fue. Se apuntó en la Escuela de Arte Mateo Inurria, primero, y Dionisio Ortiz, después, y, golpe a golpe, fue esculpiendo una sólida biografía como imaginero y escultor.
En marzo pasado recibió una llamada de Jesús Rodríguez Rubio, delegado de la Academia de Francia en España, para informarle de que iba a proponerlo para la Medalla de Oro de Bellas Artes. «No dije nada a mi familia por si finalmente no me la concedían». Pero sí se la concedieron. Y hace exactamente un mes cogió un avión con destino a París.
«No podría estar el resto de mi vida sin hacer un cristo, pero tampoco estar toda la vida haciendo vírgenes»
-¿Los premios le alimentan?
-Podría decirle que no pero no quiero que suene frívolo. Me alimenta la música, la pintura, el cine, las artes. Y una buena conversación. El premio puede alimentar tu ego y yo no me quiero alimentar así. Como se puede seguir creciendo es con lo contrario al ego: la humildad.
-He leído en prensa lo siguiente en relación a usted: «El Miguel Ángel cordobés».
-Eso son los periodistas sensacionalistas. La chica me hizo una entrevista estupenda pero el titular me dio vergüenza. Cuando lo leí me iba a dar algo. Yo no le llego ni a la suela al maestro.
-¿Corre el peligro de dormirse en los laureles?
-Espero que no. Yo me siento igual con medalla y sin medalla. Los objetivos y las ganas de crecer son las mismas. De hecho, la Medalla de Oro, el diploma de la Real Academia de Bellas Artes y el de consejero de las Reales Academias de España los tengo guardados en un cajón. No quiero dormirme.
-Le ha puesto usted una velita a Juan Pablo II y otra al emir de Abu Dabi. ¿Para guardarse las espaldas?
-Yo soy cristiano y le pido a Dios que me ayude y que intente mantenerme la cabeza limpia para poder crear y ser buena persona. Intento quedar siempre bien con el cliente. Si te vas contento, siempre vas a hablar bien de la obra y del artista.
-Usted ha dicho lo siguiente: «Yo no estoy tocado por la varita sino por el trabajo y la constancia». ¿Humildad o falsa modestia?
-Es la realidad pura y dura. En la Escuela de Arte de Córdoba, soy consciente de que otros modelaban y dibujaban mejor que yo. Conozco a gente que tiene el don creativo superlativo. Sin embargo, no trabajan tanto y no caminan hacia adelante. Más que don, lo que hago yo es trabajar mucho y estudiar mucho. No estoy tocado con el don, sino que todo es a base de trabajo. La palabra constancia me parece fundamental.
-Si para ser imaginero hay que creer en Dios, ¿en qué hay que creer para esculpir arte contemporáneo?
- Yo creo que también en Dios. Y le doy las gracias por las muchísimas cosas que me regala. Me inspiro mucho para el arte contemporáneo en la música. Desde Vivaldi, Camarón, Beyoncé, Michael Jackson o Stevie Wonder. Todos estos genios son obra de Dios. Yo lo veo así.
«No estoy tocado por el don. Todo lo que hago es a base de trabajo»
-¿Y en qué género se siente más libre?
-En el arte contemporáneo. La imaginería es una rama del tronco de la escultura. Y la escultura es la madre de todo. Ahí está la libertad y en la libertad es donde más se disfruta.
-¿Se ha sentido preso de la imaginería?
-No, porque yo me he buscado la manera de salir. Eso no quiere decir que quien haga toda la vida imaginería sea preso, sino que yo me siento atraído por otras corrientes artísticas. Y me apetece contar otras historias narrativas. Las primeras esculturas contemporáneas las hacía por gusto y luego se vendieron. Es otra carrera paralela. Yo no podría estar el resto mi vida sin hacer un cristo o una virgen, pero tampoco querría estar toda la vida haciendo vírgenes o romanos. Me apetece hacer otras cosas.
-¿Es usted más imaginero o más escultor?
-Vamos a dejarlo en un 50 por ciento. Sería injusto decir que soy más escultor que imaginero cuando realmente yo nazco como imaginero. Cuando yo llego a Madrid y Barcelona, los entendidos ven ciertos acabados que los imagineros afinamos mucho: la boquita, las pestañas, los párpados, las uñas. Tenemos esa buena deformación profesional. El escultor no se para en esas cosas.
Acaba de mudarse a una nave de 250 metros y 5 de altura. En el traslado, se encontró uno de los primeros bustos religiosos que talló en el año 2001. «Era una cabeza muy chiquita y sin orejas. Todavía no sabía hacerlas y el pelo se las tapaba», detalla. En estos veinte años, no ha parado de fabricar imágenes para toda España. Elche, Murcia, Tarragona, Barcelona, Porcuna, Conil, Almería, Loja, Cabra, Cuenca, Barbate, Huesca, Tarancón, Madrid, Córdoba, Ciempozuelos y, por supuesto, su pueblo, Lucena.
La imaginería ha sido la salida artística natural de un joven lucentino cuya familia ha vivido con intensidad el mundo cofrade. «El peso de la Semana Santa en Andalucía es muy fuerte. Si hubiera nacido en Bilbao, seguramente hubiera hecho arte contemporáneo, pero quizás no imaginería», admite por teléfono desde Lucena.
«La Medalla de Oro te pone en el mapa. Pero sigo siendo el mismo»
«A mí lo que me fascina es contar una historia», puntualiza. De hecho, cada vez con más frecuencia se abre a géneros escultóricos distintos a los que fraguaron originariamente su personalidad artística. «Hay días en que pienso una obra por la noche, la modelo por la mañana, la subo a Instagram por la tarde y la vendo en México a las dos horas».
-Tiene proyectos en California, República Dominicana, México o Abu Dabi, y exposiciones en Zúrich, Mónaco, París o Barcelona. ¿Vivir en Lucena es para usted un acto de militancia?
-Los negocios más fuertes se hacen en Madrid o Barcelona. Pero trabajar en Madrid es muy caótico y no me permite sentarme tanto. Aquí trabajo muy bien. En hora y media estoy en Madrid cuando lo necesito. De momento, no me lo planteo. Aquí lo tengo todo: el herrero, el carpintero, la ferretería.
-Tiene 100.000 seguidores en Instagram. ¿Las galerías de arte han pasado a mejor vida?
-Creo que no. Están dando un nuevo enfoque a las redes sociales, porque es ahí donde está el mercado más fuerte. Es cierto que ya no solo hay que andar con galerías de por medio, sino que muchos proyectos y ventas las hago directamente a través de Instagram, que es una plataforma con 300 millones de personas. Y por cierto: ya estamos en 114.000 seguidores.
-Y las redes sociales son el mejor marchante.
-La verdad es que sí. Es una plataforma donde te puede ver cualquier persona en el mundo en un instante. No hay nadie que llegue a eso. Muchos proyectos me llegan por Instagram.
-¿Qué obra tiene en la cabeza?
-Tengo que entregar cuatro imágenes para Semana Santa y el Monumento al Covid aquí en Lucena, que es algo más abstracto. También estoy con los trabajos para Abu Dabi. Y me apetece mucho entrar en el arte monumental, a grandes niveles. Vamos a hacer una exposición en Houston, Dallas, Texas y Nueva York sobre el racismo, que comienza a finales de diciembre. Una de mis ilusiones es poder entrar en el mercado americano.
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