La dura sequía convierte nueve proyectos de Córdoba en urgentes y estratégicos

La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir ha iniciado ya unas obras declaradas de emergencia con el objetivo de adaptar el embalse de Iznájar a episodios prolongados de sequía. Forman parte de un paquete urgente de 600 millones de euros autorizado por el Ejecutivo. Se trata de una actuación que tiene el objetivo de redimensionar la captación de agua.

El sistema de distribución de agua de la zona sur depende del pantano pero también de dos manantiales: La Hoz y Fuente Alhama. Estas dos fuentes de agua se encuentran sumamente bajas por la sequía por lo que Iznájar se convierte en 'la' fuente de abastecimiento. El problema es que no tiene las dimensiones correctas para procesar tanta agua. La estación depuradora de la zona no tiene ningún problema para el desarrollo de este incremento del volumen de actividad. Es la conducción que la une al pantano la que no da para más.

El Martín Gonzalo es un embalse desde el que Emproacsa distribuye agua a unas 45.000 personas de ocho poblaciones. Ubicado en la sierra de Montoro, se le llama en la zona 'la pantana'. En 2001, se detectó una fisura por la que pierde agua. Hasta el momento, se han realizado varias actuaciones para intentar detener esa pérdida de un recurso relevante.

El proyecto aprobado por el Gobierno tiene una doble función. En primer lugar pretende que el agua de las filtraciones deje de manar y se recoja de forma conveniente para el uso que tiene asignado. Pero solo eso no vale para evitar que en el Alto Guadalquivir, que tiene una gran concentración de embalses, haya cortes.

La actuación diseñada consiste en un bombeo directo de agua desde el cauce del Guadalquivir al pantano lo que precisa de la instalación urgente de la tecnología que haga posible captar e impulsar el agua. Las obras están declaradas de urgencia.

Los 80.000 vecinos del Norte de Córdoba sufren una situación de pura paradoja. Se enfrentan a restricciones pero cuentan con un pantano lleno. El sistema general depende de Sierra Boyera, que acaba de bajar del 10 por ciento. Pero tienen el embalse de La Colada con unos magníficos datos porque no hay infraestructura para sacar agua de él. La Junta, hace una década, dejó las obras a medias. Lo que se ha planteado es una obra de emergencia que está desarrollando Dragados y que debe estar terminada para funcionar en diciembre. Consiste en una conexión de urgencia que aprovechará en parte las conducciones que la Junta sí llegó a realizar pero que nunca han entrado en servicio.

El problema de la obra es que en la zona no hay infraestructura eléctrica para sacar agua de La Colada e impulsará hasta Sierra Boyera. Y si la hubiera, en el norte no hay potencia energética para hacerla funcionar. El trasvase se realizará mediante grupos electrógenos que funcionan por gasóleo y que se han adquirido expresamente. La cadena de suministros es la gran amenaza.

El capítulo anterior describe las obras urgentes y en este caso llegan las importantes. La Colada es un pantano, como se ha descrito, donde no existe red secundaria completa, motivo por el cual no se puede sacar agua para beber. La Junta abandonó las obras sin más explicaciones que las precisas cuando la ejecución superaba el 90 por ciento en muchas de sus unidades de obras.

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El Consejo de Gobierno de la Junta determinó la urgencia de una actuación de la que se beneficiarían hasta 27 municipios de la provincia de Córdoba más algunas poblaciones de la provincia de Ciudad Real. En estos momentos, hay una empresa de ingeniería que está redactando el proyecto técnico y que es la que determinará cuánto vale la obra. Una de las complejidades de este tipo de obras es el impacto que el tiempo y la falta de uso ha tenido en la infraestructura instalada teniendo en cuenta que se casi acabaron o acabaron algunas partes del sistema. Lo que queda de obra nueva, según el pliego de condiciones del proyecto, es la estación de bombeo y la infraestructura eléctrica necesaria para que funcione.

Una unión temporal de empresas de Jícar y Construcciones Sarrión está dentro del plazo de 22 meses para efectuar las obras de adaptación del Cordobilla, que debería recoger las aguas del Genil, el Anzur y el Lucena. El problema del embalse, clave para la agricultura de la zona, es la continua llegada de sedimentos que vienen arrastrados con el cauce que han hecho que el pantano pierda la capacidad necesaria. Literalmente, tiene un tapón. Han sido varios los intentos por solventar el problema que siempre se han topado con dificultades técnicas. La salida, según ha explicado la CHG, no es retirar el tapón sino cambiar el cauce del Genil, una opción compatible con el funcionamiento hídrico del río. La descripción de las obras es, básicamente, taponar el cauce y abrir un nuevo brazo que sí servirá para que agua llegue al embalse. Existe una demanda para ampliar la zona regable a la margen derecha del Genil-Cabra (con unas 5.000 hectáreas) una vez se concluya la actuación.

La del Genil-Cabra es la zona de regantes más relevante de la provincia de Córdoba por extensión. Tiene unas cuarenta mil hectáreas y unos 2.000 comuneros repartidos por varios municipios. Y también una de las que cuenta con una dotación activa más importante de dinero público en marcha para su modernización.

El principal proyecto ha sido aprobado ya por el Gobierno, que lo ha cargado a los fondos Next Generation. Consistirá en actuaciones para reducir en lo posible la dependencia de los combustibles fósiles que hacen funcionar a las instalaciones de riego. Cuesta unos siete millones de euros, según el Gobierno.

El segundo de los proyectos está muy avanzado. Cuesta unos 2,8 millones y pretende acabar con los problemas de transporte de agua que presenta el canal que lleva el recurso a las fincas de los regantes. En esencia, es una retirada de los lodos sedimentados en la infraestructura así como iniciativas anexas relacionadas con la modernización de su infraestructura.

La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir tiene en marcha un contrato con la firma de ingeniería Ayesa con el objetivo de realizar una reforma relevante en el principal canal de riego que atraviesa Córdoba capital, el que parte del pantano del Guadalmellato. El canal cuenta con un siglo de vida y su longitud es de 47 kilómetros. Parte discurre a cielo abierto y otra parte por medio de un sistema de tuberías.

Lo que Ayesa tiene que determinar (cuenta con un año para ello) es qué obras son necesarias para reducir al mínimo las pérdidas actuales de agua que presenta la conducción. También qué reformas tecnológicas son precisas. Adicionalmente, se le ha pedido algo que nada tiene que ver con la política hídrica: el desarrollo de una estrategia de integrción urbana por una infraestructura que parte en dos la ciudad por el distrito norte.

En tanto Ayesa no ha terminado el trabajo (tiene hasta el mes de diciembre para entregar su informe) no es posible estalecer un presupuesto de obras. En anteriores intentos de desarrollar el proyecto, se ha citado la cuantía de 33 millones de euros. Dependerá, en última instancia, de los informes geotécnicos y constructivos que están en marcha.

Actualmente, la barriada de Cerro Muriano bebe agua del pequeño embalse de Guadanuño mientras que la zona de Las Jaras lo hace (entre enormes problemas de servicio) del embalse de la Encantada. La Junta de Andalucía se ha comprometido a realizar una nueva conducción que, desde Córdoba capital, bombeará agua de la red general entre ambos núcleos.

Las primeras estimaciones aseguran que el proyecto debe arrancar el año próximo toda vez que se están realizando los diseños técnicos de la obra. El plan es iniciar la conducción en el depósito más al norte de Córdoba, el Cerrillo, con el objetivo de llevar el agua en alta por impulsión hasta Cerro Muriano. Esta parte de la obra costará unos diez millones de euros y tiene que llegar hasta Los Villares donde se realizará un depósito de impulsión.

Una segunda parte de la obra corresponderá en exclusiva a la empresa municipal del Ayuntamiento de Córdoba, Emacsa. Le corresponde abonar 1,5 millones para la conducción que va desde Cerro Muriano hasta la puerta de la urbanización de Las Jaras donde nutrirá a la red secundaria, cuya gestión y estado se encuentra en proceso de revisión

Otra de las barriadas al norte del término municipal, Santa María de Trassierra, cuenta con tradicionales problemas de depuración pero no de abastecimiento. Una obra conjunta del Ayuntamiento de Córdoba y de la Junta de Andalucía, que cuesta unos 13 millones de euros y se cofinanciará al 50%, acabará con esta situación.

Los problemas en este caso surgieron con el trazado. Parte de la doble tubería originalmente planteada tocaba el plan especial de Medina Azahara y Cultura aconsejó vivamente que no se siguiese por ese camino. El plan final será usar los márgenes de la carretera de acceso a la barriada, que es titularidad de la Diputación de Córdoba, para tender una doble conducción. Una servirá para llevar el agua a la barriada, la otra para laresiduales.