Trapero y sus subordinados se quedan en la Audiencia

No así el de los presuntos instigadores de la violencia de aquel día: los presidentes de la ANC y de Ómnium Cultural, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, respectivamente. A diferencia de aquéllos, el Supremo sí ha decidido quedarse con los dos líderes independentistas, imputados, al igual que los mandos policiales, por sedición.

Para justificar esta escisión, Llarena se remite a la vinculación que establece la juez Lamela entre la actuación de los consejeros, de los diputados y los presidentes de ambas asociaciones, «hasta el punto de que solo la intervención coordinada de todos ellos es la que puede llenar el contenido de lo injusto del delito de rebelión». Esa «indisoluble fusión» no se da, se limita a decir Llarena, en el caso de Trapero y sus subordinados.

Es decir, a juicio del magistrado, sus actuaciones sí son escindibles de las de los miembros del Gobierno catalán y de las de los líderes independentistas, por lo que, en virtud de las reglas de conexidad, solo éstas deben quedar vinculadas al Supremo. El instructor se limita a decir que «estas participaciones y aquellas otras semejantes que surjirán con ocasión de su investigación (la de Lamela) no impiden que puedan examinarse de manera autónoma (...)», en alusión al rol de Trapero y la intendente.

Fuentes de la Sala Penal del Supremo consultadas por ABC señalaron que la clave del comportamiento de Trapero está en la persona de la que el cuerpo de los Mossos dependía: el exconsejero de Interior Joaquim Forn, cuya responsabilidad sí va a investigar Llarena. Si la causa apunta a eslabones inferiores, algo previsible, sería inasumible por el Alto Tribunal.

Lamela destacó el papel de los Mossos «dentro de las actividades desplegadas por el poder ejecutivo». «Su capacidad investigadora e intimidatoria al servicio de la organización y de los fines independentistas era imprescindible para proteger las acciones dirigidas a la celebración del referéndum», señaló la magistrada.